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Opinión

Pier Paolo Marzo R.:  ¿Qué nos muestra la vida del padre Gustavo Gutiérrez?

“- ¿Te enteraste que falleció el padre Gustavo Gutiérrez, a los 96 años?

  • No, no lo he visto en los noticieros diarios.
  • Debe ser porque murió tranquilo, sin sobresaltos “en olor de santidad”, como decían antes. Pero fue un luchador social muy importante desde Perú y Latinoamérica para el mundo.
  • ¿Luchador? Entiendo que era un cura.
  • Luchador porque dio pelea dentro de la Iglesia católica y en la sociedad para que se entienda que el amor de Dios – que acaba de ser motivo de la encíclica Dilexit nos del Papa Francisco sobre el “sagrado corazón de Jesús” – trae consigo una opción preferencial por los pobres. Esto significa que, si uno quiere ser fiel a Dios, debe ponerse del lado de los pobres en cualquier situación de injusticia. Lo expuso en su Teología de la Liberación, que inspiró a muchas personas a vivir su fe cristiana luchando contra las causas de la pobreza, además de las obras de caridad necesarias en cada momento.
  • Eso me suena conflictivo. A las personas que piensan así, les suelen criticar los conservadores, dentro o fuera de la Iglesia.
  • Y eso es lo que pasó con él, desde los años 70 hasta inicios de este siglo XXI, cuándo recién los papas Benedicto XVI y Francisco aceptaron que la opción preferencial por los pobres era parte del magisterio de la Iglesia universal. Pero antes fue visto con sospechas, por la sucesora de la Inquisición dentro de la Iglesia y fuera de ella: la Teología de la Liberación hasta recibió atención de un presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, que impulsó una estrategia para contenerla. Y en Perú, un cardenal, Cipriani, quiso silenciarlo. Pero a sus 90 años, en 2018, el papa Francisco le envió una carta en la que le dijo: “te agradezco por cuanto has contribuido a la Iglesia y a la humanidad, a través de tu servicio teológico y de tu amor preferencial por los pobres y los descartados de la sociedad”.
  • Veo que sí era importante. ¿Y cómo no me he enterado? No recuerdo que haya sido obispo o cardenal.
  • Efectivamente, nunca ocupó ningún cargo en la jerarquía oficial. Fue un cura de parroquia – Cristo Redentor, en el distrito Rímac, en Lima – y profesor universitario. Pero no te extrañes. Su maestro Jesús, el Galileo, tampoco tuvo cargo alguno y es clave en la historia de la humanidad.
  • Tienes razón. Me interesa la vida de este peruano. Creo que haré bien en informarme más.

Como el segundo personaje del diálogo anterior, haríamos bien en repasar un poco más de la vida y obra del peruano universal que fue y sigue siendo Gustavo Gutiérrez, un ejemplo de lo mejor de la humanidad para los que le conocieron y de consistencia y coherencia, para cualquiera que sepa algo de él o se entere.

Además de ese ejemplo de que sí es posible mantener la coherencia a lo largo de una vida, Gustavo Gutiérrez nos muestra cómo el talento usado con amor, con fe y con esperanza, es fuente de un gran poder. Un poder capaz de asustar a los que lucran con el abuso a los débiles – al punto que llegaron a formar organizaciones con el objetivo de contener a la Teología de la Liberación, una de ellas con sus dirigentes recientemente expulsados -; pero especialmente, capaz de animar los esfuerzos por conseguir una sociedad con más espacio para la justicia y la felicidad de todas las personas.

En esa línea, el Papa Francisco, en la nueva encíclica mencionada, acaba de afirmar que construir una civilización del amor “requiere un compromiso activo con la justicia y la dignidad humana”. Palabras que se hacen creíbles cuando se revisa la vida de quiénes, como Gustavo Gutiérrez, a pesar de padecimientos – en su caso, una osteomielitis cuyas consecuencias lo acompañaron toda su vida – y ataques como los mencionados, siempre mantuvieron el buen humor en la convicción de que “nadie nace para sufrir, sino para ser feliz“; a la vez que mantenían la esperanza en los frutos de la lucha por acercar a la realidad la petición del “Padre Nuestro”: “hágase tu voluntad aquí en la Tierra como en el Cielo”, siendo conscientes de que  “si la pobreza es contraria a la voluntad de Dios, luchar contra la pobreza es una forma de decirle sí al Reino de Dios.” .

 

 

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