Gracias al fútbol ya sabemos algo de Australia. Más allá de los resultados futbolísticos, en los del desarrollo, nos lleva mucha ventaja. Aunque sólo tiene 25 millones de habitantes, ocupa el puesto 8 según el Índice de Desarrollo Humano, mientras que Perú, con más de 30 millones de personas ocupa el puesto 79 ( https://datosmacro.expansion.com/idh ). Este índice mide indicadores en salud , educación, e ingresos por persona. Australia tiene una esperanza de vida de 82,9 años (frente a la de 76 años de Perú)
¿Cómo ha llegado a este nivel? Por el desarrollo de sus instituciones políticas, que a su vez sostienen su crecimiento económico. Su indicador internacional de integridad pública está en 73 puntos sobre 100, mientras que el de Perú en 36. Lo que facilita que su ciudadanía aporte un 28% de su renta vía tributos, casi el doble del 15% de la presión tributaria de Perú, a datos del 2020. Esta mayor presión tributaria permite financiar servicios de salud, educación, transporte y otros de buena calidad para toda su población. Asimismo, su baja corrupción y su tributación media permite que los ingresos de los recursos naturales se destinen, además a sustentar los derechos sociales ya indicados, a fomentar la innovación tecnológica – el sitio web de diseño Canva es de una joven innovadora australiana – y sus aplicaciones industriales.
Este desarrollo se ha basado en una dirigencia política agrupada en tres grandes partidos políticos: el Liberal, el Nacional y el Laborista, actualmente en el gobierno. Su sistema es altamente flexible, con elecciones parlamentarias cada tres años, de donde sale el primer ministro, con posibilidades de reelección. Sin embargo, los tres partidos políticos grandes y los pequeños, han acordado hace décadas que los puestos en las administraciones públicas dependientes de los ministerios, se asignan según capacidades personales y profesionales, no según militancia partidaria, menos aún según cercanías familiares o “pago de favores”. Por lo que la lucha política no es por los puestos, sino por las visiones de desarrollo del país.
Asimismo, desde hace siglos, todos respetan las decisiones judiciales. Que algún congresista diga que una medida cautelar de un juez en favor de un sindicato contra un procedimiento irregular de selección de un alto funcionario, deba desacatarse, o que una comisión del Congreso pretenda limitar las medidas cautelares de los jueces, es y sería impensable. A contrapartida, la corrupción casi no existe en su Poder Judicial.
Con todos esos datos, los australianos nos dicen que si queremos remontar el marcador del desarrollo con garantía de todos los derechos humanos (Australia ha firmado todos los tratados internacionales sobre derechos humanos), tenemos que comenzar con un pacto social entre peruanos y peruanas que fije principios y reglas para contar con partidos políticos basados en ideas, que puedan competir en igualdad de condiciones por el gobierno, libres de injerencias mercantiles; y que el Gobierno admita la renovación frecuente, lo que lo eximiría de crisis por disputas entre Gobierno y oposición. Pero que a la par, se asegure la estabilidad de los servidores públicos según su aporte a la ciudadanía, así como el respeto a las decisiones judiciales, gusten o no. Y con todo esto, que se eleve la presión tributaria para financiar la vivencia concreta de los mencionados derechos humanos elementales a la buena salud, la buena educación, los buenos servicios en general, en suma, a un buen vivir. Ojalá que en los camerinos nuestros jugadores hayan consultado algo de esto a sus pares australianos y luego ayuden a transmitirlo a sus millones de hinchas peruanos.