Comparto algunos apuntes a partir de la interesante encuesta del IEP publicada hoy en La Republica con una portada (en versión impresa y digital) poco rigurosa, me temo. El escenario que revelan las cifras es bastante más interesante en los cuadros del IEP que en la línea editorial del medio que las presenta con poco cuidado para sostener su apuesta de adelanto electoral que es válida, pero no cuida la información que presenta. Siempre es un
buen momento
para recordarle a los medios que fueron o quieren seguir siendo serios, que más allá de la línea editorial hay una responsabilidad con la información veraz.
El análisis completo de la encuesta lo he escrito en un hilo de tuiter que comparto por esta vía en el enlace de abajo. Dejo dos claves:
No sólo se sostiene un suelo de apoyo duro a Pedro Castillo, sino que el Presidente amplía ese apoyo y logra romper el techo del 30% de aprobación. Esto evidencia que pese a la intensificación de la disputa entre los poderes y el Gobierno, Castillo sale airoso. Y esto tiene que ver no sólo con una estrategia más consolidada por parte del gobierno, sino sobre todo con el desorden de mensajes en una oposición que cada vez pierde más legitimidad en la ciudadanía. La fractura entre los centros de poder y la mayoría social se evidencia en estas cifras.
De hecho que ninguna portada titule con el aumento de aprobación presidencial explica bien por qué esta cifra existe. Por otro lado, se evidencia también la deslegitimidad del mensajero. En un fin de semana donde también hemos conocido las cifras de la encuesta del PODER (IPSOS) llama la atención que mientras se considera que los y las más poderosas son quienes apuestan por la vacancia o el adelanto electoral, estas opciones no cuentan con aval ni de cerca mayoritario en la encuesta del IEP. El “poder” completamente lejos de la mayoría del país.
Por otro lado, es evidente también la aparente disputa casi de empate de temas políticos de coyuntura como lo que puede aportar la OEA con su visita, la acusación de traición a la patria contra Castillo en el Congreso o, en menor medida, el debate sobre la cuestión de confianza planteada por Aníbal Torres en el Congreso. Sin embargo, esto no quiere decir que haya una disputa de dos bandos sobre estos temas sino, me temo, que cada vez el interés nacional sobre los temas específicos de coyuntura en medio del ruido mediático es menor. El ruido, en lugar de contribuir a generar más y más dudas sobre el Gobierno como fue la estrategia desde el inicio, ha terminado por desorientar al receptor del ruido. Lo que se ha consolidado es la idea de dos frentes en disputa (poderes versus gobierno) y con la deslegitimidad in crescendo de los poderes es el Gobierno el que cosecha más y mejor.
Cualquier victoria en este contexto es también un espejismo. Mientras el Gobierno no ponga en su prioridad principal la gestión según lo prometido en campaña y respondiendo a las demandas de una ciudadanía que está siendo víctima de la crisis internacional, no hay victoria posible. Solo gana tiempo. Es preciso reconocer que el adversario real no es la oposición golpista o incluso los poderes antidemocráticos en el Perú, sino ese neoliberalismo que perpetúa desigualdades y precariedad para las mayorías. El Gobierno sigue permitiendo que ese modelo neoliberal subsista y se consolide. La victoria sería quebrarlo y plantear la alternativa por la que fue elegido Pedro Castillo. Todavía no llega ese necesario giro de timón. Ya sabemos lo que cosecha el piloto automático en Perú: mas crisis sistémica.