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Opinión

¿Qué de bueno le deja el 2021 a nuestra vida peruana?

Pier Paolo Marzo R.

El 2021 fue el año del Bicentenario de la declaración de independencia nacional, que culminó las conmemoraciones de bicentenarios de declaraciones iniciadas en noviembre de 2020. Hace 200 años esas declaraciones fueron hitos de un proceso de varios años de consolidación de la vida estatal independiente. Hoy, el año del Bicentenario nos mostró el camino a seguir para fortalecer las instituciones democráticas que nos señalen el camino del desarrollo integral, esquivo en los 200 años anteriores, que sin embargo nos han dejado experiencias importantes que podemos aprovechar. Veamos algunas:

1 La resistencia de los organismos electorales ante los embates golpistas de quiénes perdieron las elecciones. Ellos trataron por todos los medios y sin escatimar recursos, incluyendo llamados a acciones de fuerza, de desconocer la voluntad de los electores. Pero las instituciones electorales resistieron. El proceso electoral general que vivimos, además, sirvió para volver a evidenciar debilidades en dichos organismos y sus reglas, cuya modificación integral en una Constitución del Bicentenario debería reconocer fortalezas como los avances en la transparencia informática exhibidos por la ONPE y el rechazo a leguleyadas por parte del JNE; pero corregir deficiencias en la fiscalización de la publicidad electoral y lentitud en dar resultados definitivos, así como en la representación congresal.

2 El incremento del estándar de transparencia y acceso a la información pública. La intensa fiscalización periodística al Presidente de la República, más allá de las intenciones que las han motivado, han llevado a mayores exigencias que en el pasado, de publicidad del registro de reuniones de tal autoridad nacional. Mantener ese nivel de vigilancia sobre sus reuniones, así como de todas las autoridades de alto nivel regionales y municipales, y en general, hacer de la transparencia la normalidad en las relaciones de las autoridades con los ciudadanos y ciudadanas, hará más difícil las prácticas de patrocinio ilegal de intereses privados mediante el poder público, o las del tráfico de influencias o las de colusión, entre otras prácticas de corrupción.

3 La independencia de los organismos del sistema de  justicia. Si bien las reformas iniciadas en el breve gobierno de Valentín Paniagua, desde noviembre del 2000 hasta el 28 de julio de 2001 abrieron un camino de independencia judicial y fiscal, camino que se ha ido ensanchando poco a poco, gracias a la vigilancia ciudadana – hace tres años no más tuvimos que movilizarnos para bloquear al “hermanito Cuello Blanco” Chávarri – la independencia de la magistratura siempre ha estado en riesgo. Este año se ha consolidado una nueva actora institucional, la Procuraduría General del Estado, que de la mano de su primer procurador general, Daniel Soria Luján, ha renovado el valor de contar con entidades apegadas a los principios rectores del Estado de Derecho.

4 Actorías partidarias democráticas. A contrario de prácticas mercantilistas de quiénes hacen de la política un escenario para sus negocios, vimos algunos casos de política gubernamental basada en líneas de gobierno, tanto en el período del presidente Francisco Sagasti y su presidenta del Consejo de Ministros Violeta Bermúdez; como del actual gobierno, especialmente durante la presidencia del Consejo de Ministros Mirtha Vásquez. Asimismo, vimos el liderazgo basado en propuestas de la  presidenta del Movimiento Nuevo Perú y candidata presidencial de Juntos por el Perú, Verónika Mendoza. Y al terminar el año pudimos apreciar un recambio de liderazgo del partido Morado, con su nuevo presidente Luis Durán, quien ha iniciado su cargo con invocaciones a una política con empatía y solidaridad.  Finalmente, en el Congreso de la República la mayoría rechazó la intentona golpista de los mismos grupos que no aceptaron su derrota electoral, quedando pendiente que en la Constitución del Bicentenario se concrete un nuevo diseño del equilibrio de poderes que nos dé reglas de juego que todos las actorías democráticas puedan aceptar.

Nos toca a nosotros poner de nuestra parte para que el 2022 nos deje mejores actores políticos regionales y municipales.

 

 

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