Ante el conflicto entre Ucrania y Rusia, es crucial cambiar el lenguaje guerrerista de los lideres de occidente, principalmente los europeos, que en una competencia de ser mas valientes, se llenan la boca de gritos de “más armas, más guerra” a un lenguaje de mas diálogo y negociación. El lenguaje de la muerte y la destrucción solo perpetúa el sufrimiento humano y la devastación de los pueblos en las zonas de conflicto. Es esencial que los líderes políticos prioricen la búsqueda de soluciones pacíficas, piensen en el bienestar y al tranquilidad de sus ciudadanos y dejen de seguir siendo marionetas de intereses geopolíticos extracontinentales y de los complejos militares americanos y europeos.
Esta guerra va más allá de simples disputas territoriales; está arraigada en complejos intereses geoestratégicos. Sin embargo, no podemos permitir que los países más pequeños sean sacrificados como piezas en un tablero de ajedrez. La pérdida de vidas, especialmente de jóvenes, es inaceptable y el sufrimiento resultante es incalculable.
Es evidente que tarde o temprano se llegará a la mesa de negociaciones. Sin embargo, debemos actuar ahora para evitar que la situación empeore y para asegurar que los resultados de estas negociaciones sean las menos dañinas posibles. Esto implica garantizar una Ucrania libre, íntegra y neutral, dentro de un marco de seguridad global europea que aborde las preocupaciones de todos los actores.
En lugar de promover la guerra y la muerte, los medios de comunicación de todas las modalidades, debemos abogar por la paz y trabajar en la implementación de un plan de seguridad colectiva europea. Es responsabilidad de los líderes políticos escuchar a su población y actuar en consecuencia. Si persisten en el camino de la guerra, serán castigados electoramente en las próximas elecciones, y serán reemplazadas por nuevas autoridades que estén dispuestas a buscar una solución pacífica al conflicto.
Es imperativo entender que ninguna guerra, especialmente una que pueda desencadenar una conflagración nuclear, tendrá vencedores, de lo queda de la humanidad, tendrán que enfrentarse en nuevas guerras, pero esta vez nuevamente serán como en los tiempos primitivos con palos y piedras. Debemos aprender de la historia y trabajar juntos para encontrar una solución antes de que sea demasiado tarde. La paz es posible, pero depende que las elites, que obligados por los ciudadanos, la busquen y trabajen por ella.