En los últimos días, diversos medios han difundido informaciones que sugieren una mejora en la aprobación del alcalde de Lima, Rafael López Aliaga. Sin embargo, un análisis detallado de las cifras y de la percepción ciudadana indica que la mayoría de los limeños continúa desaprobando su gestión. La razón detrás de esto no solo radica en su ineficiencia como autoridad, sino también en su estilo político basado en la confrontación y la falta de inclusión.
Desaprobación mayoritaria: los números no mienten
Según la reciente encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), la desaprobación de López Aliaga es del 55 %, superando con creces su aprobación del 34 %. Aunque algunos medios destacan el “crecimiento” de 23 puntos porcentuales desde enero de 2024, esto no significa que la ciudadanía lo respalde ampliamente. De hecho, la mayoría sigue considerando que su gestión es ineficaz y no responde a las necesidades urgentes de Lima.
Otras encuestas, como las de Datum e IPSOS, también reflejan un escenario similar. En diciembre de 2024, Datum reportó que el alcalde tenía un 33 % de aprobación, mientras que en junio de 2024 IPSOS indicaba que apenas alcanzaba un 25 %. Aunque ha habido un ligero repunte, este no ha sido suficiente para revertir su alta desaprobación.
Falta de resultados y promesas incumplidas
Uno de los principales factores que explican el rechazo ciudadano hacia López Aliaga es la falta de resultados concretos en su administración. A pesar de sus promesas de grandes obras y mejoras en la ciudad, la realidad es que Lima sigue enfrentando graves problemas de infraestructura, transporte y seguridad. Su anunciada donación de trenes de California, la entrega de 4 mil motos para la seguridad ciudadana y los proyectos de la Vía Expresa Sur y la autopista Ramiro Prialé han sido cuestionados por su falta de ejecución efectiva y transparencia.
Un estilo autoritario y polarizante
Más allá de su gestión, el estilo de liderazgo de López Aliaga también ha sido motivo de críticas. Su discurso ha estado marcado por la confrontación constante, la promoción del odio y el uso de expresiones racistas y clasistas que dividen a la sociedad limeña. En varias ocasiones ha demostrado una actitud prepotente y poco democrática, minimizando las críticas y descalificando a sus opositores en lugar de atender las preocupaciones ciudadanas.
La percepción ciudadana no cambia con cifras aisladas
El intento de presentar a López Aliaga como un alcalde en ascenso en popularidad no logra ocultar la realidad: la mayoría de los limeños sigue desaprobándolo. La gestión municipal no se mide solo por encuestas, sino por el impacto real en la calidad de vida de los ciudadanos. Mientras Lima continúe sufriendo problemas sin soluciones claras y su alcalde mantenga una actitud autoritaria y divisiva, es difícil que su imagen pueda cambiar de manera significativa.