En el actual panorama político del Perú, es innegable la presencia de fuerzas extremistas que amenazan con socavar los pilares fundamentales de nuestra democracia. La connivencia entre una mayoría radical en el Congreso y el ejecutivo está conduciendo a un peligroso descalabro tanto económico como institucional. Ante esta situación crítica, es imperativo que los políticos y organizaciones políticas de centro tomen la iniciativa y lideren el movimiento para frenar esta destructiva deriva.
El llamado “centro radical”, como algunos lo han denominado, debe despertar y movilizar a los peruanos en defensa de lo poco que queda de nuestra institucionalidad. Esta defensa no solo es una cuestión de preferencia política, sino que se trata de proteger los cimientos mismos de nuestra sociedad y nuestra democracia.
Los políticos y partidos de centro tienen la responsabilidad histórica de liderar este movimiento de resistencia contra la destrucción de la institucionalidad democrática. Su posición intermedia les otorga una perspectiva equilibrada y una capacidad única para alcanzar consensos que trasciendan las divisiones partidistas y promuevan el bienestar común.
La crisis económica e institucional que enfrenta el Perú no puede ser ignorada ni minimizada. Las decisiones tomadas en los pasillos del poder tienen un impacto directo en la vida de millones de peruanos. Por ello, es urgente que el centro político asuma un papel proactivo en la defensa de nuestras instituciones democráticas.
No podemos permitir que la polarización y la radicalización continúen socavando la estabilidad y el progreso de nuestra nación. Es hora de que el centro político se levante con determinación y haga oír su voz en la arena política. La unidad en la defensa de nuestros valores democráticos es nuestra mejor arma contra aquellos que buscan debilitarlos.
Por ello los políticos y organizaciones políticas de centro a tomar la iniciativa y liderar el movimiento para oponerse a la destrucción de la institucionalidad democrática en el Perú. La hora de actuar es ahora, y el futuro de nuestra democracia depende de nuestra capacidad para defenderla con valentía y determinación.