El 5 de abril de 1992, Alberto Fujimori dio un golpe de estado en Perú que fue conocido como el “autogolpe”. En ese momento, el país se encontraba en una situación de crisis política y económica, con un congreso dividido y una alta tasa de inflación.
Fujimori, quien había sido elegido como presidente en 1990, decidió tomar medidas drásticas para hacer frente a la situación. Con el pretexto de combatir la corrupción y el terrorismo, Fujimori disolvió el congreso y los tribunales, suspendió la constitución y declaró estado de emergencia en todo el país.
El golpe de Fujimori fue ampliamente criticado por la comunidad internacional, que lo consideró un ataque a la democracia y los derechos humanos. La suspensión del congreso y la constitución fue vista como un grave retroceso para la democracia peruana, y la represión de la oposición política y los medios de comunicación independientes fue condenada por organizaciones de derechos humanos.
A pesar de las críticas, Fujimori logró mantenerse en el poder durante varios años y llevó a cabo una serie de reformas económicas y políticas que tuvieron un impacto significativo en el país. Sin embargo, su gobierno también fue marcado por la corrupción y la violación de los derechos humanos, incluyendo el uso de la tortura y las ejecuciones extrajudiciales en la lucha contra el terrorismo.
En la actualidad, el golpe del 5 de abril sigue siendo un tema controversial en la historia de Perú, y ha sido objeto de debate y reflexión sobre los límites de la democracia y los derechos humanos y como la sociedad y el país se vacunan contra esa decisiones aventureras, que suelen presentarse como el recurso mas cómodo cundo se detenta el poder. El no control, las manos sueltas, para hacer las voluntades de los sectores a quienes se representa o defiende.
Por: Maco