Esta semana llegué a Tumbes en medio de un apagón general, una intensa lluvia y mucho miedo. La diferencia es que esta vez los responsables del caos son los extorsionadores con su inhumanidad, y las autoridades con su lentitud, su inoperancia y posiblemente, su complicidad.
Zeus, Jorge Luis, Pool y Tomás son pescadores y desaparecieron hace casi 60 días en el mar. Fueron extorsionados y, al negarse a pagar el cupo, los desaparecieron.
Una niña juega frente a nosotros, “es su hija” me dicen llorando.
No confían en la Marina, ni en la Policía, que se niega a recibir la denuncia porque el hecho ocurrió en el mar. “La extorsión ahora es peor”. Matan para meter miedo y marcar territorio. No puedo verificar cada testimonio, pero el miedo y el abandono del Estado son evidentes.
La familia de los pescadores, prefiere no decir nada. Son los vecinos preocupados los que piden ayuda y justicia. “¿De qué vivirán?”, susurran. “La calamina está rota, la niña se va a enfermar”, insisten.
Me he quedado varios días por el norte, la lluvia sigue. Tumbes inundado, la agricultura afectada y todo colapsado.
Igual que con el caso de los pescadores, no se ve la respuesta de las autoridades. Acusar a la lluvia de generar el caos, sería absurdo. Todos los años llueve, y algunos se siguen haciendo los sorprendidos. Tan dificil es ejecutar obras bien hechas y a tiempo sin que a nadie le rompan la mano?
No podemos ni debemos acostumbrarnos a este caos. Ya le hemos ganado a los terroristas, ahora nos toca ganarle a los extorsionadores y sacar del camino a las autoridades inútiles y cómplices. Nuestro Perú necesita cuanto antes una luz al final del túnel.