“Los niños tienen que ir a la escuela con la basura en la puerta”, dice Teresa Vega Vargas, profesora de inicial del Colegio Republicano de Paraguay, ubicado en Emancipación. Luego de que el alcalde de la Municipalidad Metropolitana de Lima, Rafael López Aliaga, haya hecho un despido masivo de alrededor de 860 trabajadores de limpieza, las calles de Lima se han visto invadidas por cúmulos de basura que infectan la ciudad, contaminándola con el fétido olor que se ha ido acumulando día tras día.
“Desde hace 5 días la basura ha estado creciendo”, denuncia la profesora, mientras señala cómo un montículo gigante se ha ido trepando por las rejas de una valla pública que separa la vereda de la pista, y un líquido oscuro se va desplazando por las rejillas que separan la acera. “El alcalde prometió a la comunidad convertir a Lima en una potencia mundial, algo hermoso, y con basura, ¿cómo vamos a estar hermosos?”, comenta la profesora Vega. Luego, el 3 de junio, el alcalde habría dicho “friegan y friegan todo el día”, en alusión a quienes critican el despido masivo y la acumulación de basura.
En la mañana del 4 de junio, la Municipalidad Metropolitana de Lima puso a sus ahora pocos trabajadores de limpieza a quitar estos cúmulos de basura que desde hace una semana vienen asolando el centro histórico. A pesar de que utilizaron maquinaria pesada para la limpieza, no fue suficiente, aún una buena parte de las zonas de Lima sigue estando abarrotada de basura, visualizando las duras condiciones de los trabajadores para poder mantener las calles limpias con poco personal. Pero hay otra parte que ha sido terriblemente perjudicada.
Los extrabajadores de la Municipalidad Metropolitana de Lima que daban servicios de limpieza a la ciudad, se reunieron el 3 de junio en las calles del centro para reclamar sus derechos laborales por su injusto despido. Pero lamentablemente ellos no contaban con que la Policía Nacional del Perú los iban a agredir con granadas lacrimógenas y golpes de cachiporra. Hasta el momento, producto de la represión, dos mujeres terminaron con los brazos fracturados y el dirigente Ronald Salas, detenido, según lo informado por la congresista Isabel Cortez, quien fue anteriormente una trabajadora municipal.
Los extrabajadores de la Municipalidad Metropolitana de Lima que prestaban servicios de limpieza en la ciudad se reunieron el 3 de junio en las calles del centro para reclamar sus derechos laborales tras su injusto despido. Sin embargo, lamentablemente no esperaban que la Policía Nacional del Perú los agrediera con granadas lacrimógenas y golpes de cachiporra. Hasta el momento, como resultado de la represión, dos mujeres han terminado con los brazos fracturados y el dirigente Ronald Salas ha sido detenido, según lo informado por la congresista Isabel Cortez, quien anteriormente trabajó en la municipalidad.
Hoy, martes 4 de junio, López Aliaga comentó en una rueda de prensa que las críticas en su contra solo han sido un ‘boicot’ que busca ensuciar su imagen y las calles de Lima. Alegó que han contratado al personal despedido de Innova Ambiental para que formen parte de la plantilla de la Municipalidad de Lima Metropolitana.
Cúmulo de basura frente a clínica. Foto: Joel Robles/La República
En La República, hemos salido a las calles a verificar si realmente la limpieza que ha realizado la gestión del alcalde López Aliaga han sido ciertas o han sido otra mentira más. Estos han sido los resultados.
Los pequeños negocios y el reclamo de los vecinos
“A mi me levantaron con todo, un camión de fiscalización vino y se llevaron todas mis cosas del trabajo, ¿es esto posible?”, nos cuenta Alfredo Villanueva, un adulto mayor que se gana la vida vendiendo jugos de naranja y vendiendo algunas golosinas en su carrito de supermercados. “Ahora que he tenido que comprar desde cero todas mis cosas para trabajar, cuando vuelvo aquí me encuentro con esto”, señala al montón de basura que se encuentra cerca de su puesto en las calles del Centro de Lima.
Los focos de desperdicios de bolsas de basura se hallaban regados por todo el Cercado de Lima como Alfonso Ugarte, Wilson, La Colmena, Zepita, Washington, Bolivia, Chota, Cañete, Emancipación, Chancay, Quilca, Junín, Cangallo, Amazonas, entre otros.
La bodeguera Torres al lado de su negocio y la basura. Foto: Joel Robles/La República.
“Al menos el Centro de Lima debe de estar limpio, imagínate de la gente que viene de turista pasando por un lugar así, no puede ser, los va a espantar”, nos comenta el cambista Jesús, quien trabaja como cambista en el centro de Lima.
Lo que los pequeños negocios temen es que sus ingresos se vean diezmados debido a la presencia de esta basura en las zonas afectadas, a causa de la suciedad y enfermedades que podrían propagarse debido al nulo tratamiento de los residuos.
“Acá, al frente de la Universidad Villareal, la basura perjudica a los muchachos, ellos estudian todos los días”, nos narra Clara Herrera, mujer mayor que tiene un pequeño quiosco al frente de la universidad, “el alcalde se debería de preocupar, esto trae enfermedades.
Los reclamos de las trabajadoras
Mientras tanto, la congresista Isabel Cortez, ante las arremetidas que la Policía Nacional del Perú y el alcalde Rafael López Aliaga han contestado debido a sus reclamos, ha reunido a las mujeres trabajadoras afectadas por los despidos para que puedan dar sus descargos. Pero no todas han sido afectadas por la Municipalidad de Lima, también ha habido despidos masivos en la Municipalidad de Lince.
Karen Salazar, ex trabajadora de limpieza de la Municipalidad de Lince, denuncia que, pese a que se encontraba en estado de lactancia, fue despedida presuntamente de manera arbitraría por la administración de la municipalidad. Ella cuenta que ella se encontraba contratada como régimen CAS indeterminado de la Municipalidad de Lince.
Esta ola de despidos coinciden con las medidas adoptadas de López Aliaga para que el municipio deje de gastar. Sin embargo, esto solo ha hecho que los sectores como el de salubridad, se perjudiquen, arrastrando consigo consecuencias que los ciudadanos y trabajadores no se encuentran de acuerdo.
Fuente: La República