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Política

DESDE LA PRENSA EXTRANJERA: Perú, ollas comunes, crisis y desigualdad

Es mediodía y Edith Tajani sale a la puerta de su casa megáfono en mano: “Vecinas, el almuerzo está listo, pueden venir a recoger”, repite. Tajani está rodeada de cerros con algunas casas de ladrillo, muchas de madera, cartón, los materiales que se logran reunir en una de las zonas más humildes y pobladas del sur de Lima, Villa María del Triunfo.
Al lado de Edith están las mujeres que prepararon la comida colectiva. El menú del día es arroz, lentejas y atún. Comienzan a acercarse mujeres y niños con bolsas, platos, diferentes envases para llevarse el almuerzo. Las responsables anotan los nombres de cada persona en un listado que llevan a diario en la olla común Juntos Venceremos esta Lucha.
Cola para esperar la comida en la olla común Juntos venceremos esta lucha - Sputnik Mundo, 1920, 29.06.2021
Cola para esperar la comida en la olla común Juntos venceremos esta lucha
Si no fuera por las nubes se podría ver la extensión del inmenso barrio popular que es una sucesión de conos con casas hasta la cima. Pero es época de nubes permanentes, lluvia, frío, peligroso para quienes viven allí. Una vecina se acerca a Edith, le cuenta que se le cayó la casa por el agua, el barro, la pobreza. Lleva a su hija en la espalda, envuelto en lliclla, una tela de colores tradicional de los Andes.
Edith fue parte de quienes impulsaron la olla al inicio de la pandemia. “Nos mandaron a encerrarnos, todo el mundo se quedó sin trabajo, estábamos con la familia en el hogar”, dice. En su caso, cerró la tienda donde era empleada en Lima, sus dos hijas no pudieron continuar con el trabajo de ir a vender ropa a Brasil, quedaron las tres sin ingreso fijo, y la responsabilidad de mantener a los 10 nietos.
El primer paso comenzó con una donación de treinta pollos: “Entonces cada familia trajo, arroz, arvejas, hicimos una olla grande, empezamos a repartir a todos, empezar a llamar a los vecinos”. La conformación de la olla común en su asentamiento, Las Flores del Paraíso, coincidió con la multiplicación de ollas en los barrios populares. Edith está ahora al frente de la coordinación de 80 de ellas en su zona. Se calcula que existen 2.700 en toda Lima, de las cuales dependen cerca 243.000 personas para alimentarse.

Contra viento y marea

Vista desde la olla común Santuario de las Vizcachas - Sputnik Mundo, 1920, 29.06.2021
Vista desde la olla común Santuario de las Vizcachas
“El Estado no ayuda para nada, hacemos una colecta todos los días para poder sustentar nuestra olla, sino no hay comida, no almorzamos, y lo que queremos es que haya un presupuesto para la olla común para poder sustentar todos los días”, dice María, quien se encuentra en otra olla común, llamada Santuario de las Vizcachas.
También preparan arroz con lentejas, y mazamorra de zapallo. Cocinan a gas y a leña, y, ante la falta de agua, cada vecino que compra su almuerzo por los dos soles correspondientes (cerca de 60 centavos de dólar), lleva un balde de agua. Están a los pies de un cerro que más arriba comienza a tornarse verde, con las primeras flores amarillas de amancay. Allí, en la verticalidad de la montaña están las últimas casas construidas, de madera, sin luz.
Cola para esperar la comida en la olla común Santuario de las vizcachas - Sputnik Mundo, 1920, 29.06.2021
Cola para esperar la comida en la olla común Santuario de las vizcachas
La falta de respaldo del Estado es similar en las diferentes ollas que coordina Edith. “Queremos apoyo para todas las ollas comunes, todas estamos padeciendo, cada olla buscamos el día a día cómo alimentar a las personas que necesitan, a nuestros ancianos, a nuestros niños”, afirma Lurdes Canchari Santos, quien cocina en el Santuario de las Vizcachas.
La situación ha sido así desde el inicio, cuando las ollas nacieron por espontaneidad y necesidad ante la pandemia y crisis económica, que golpeó una economía donde el 70% de la población tiene trabajo informal. En el caso de la olla de Las Flores del Paraíso, Edith y varias mujeres comenzaron a andar en los mercados, “de puesto en puesto”, a pedir donaciones de comida.

Acto a favor de Pedro Castillo en la plaza San Martín de Lima - Sputnik Mundo, 1920, 19.06.2021

América Latina

¿Qué es la economía popular con mercados que propone Castillo en Perú?

Más de un año después la situación se mantiene igual. La ayuda del Estado ha sido poca e individual: “Del Estado lo único que hemos recibido dos veces durante toda la pandemia son unas canastitas con un paquetito de azúcar, de fideos, frijoles, eso es lo que el Estado nos ha mandado. No tenemos ayuda del Estado, la ayuda que nos llega es lo que salimos a gestionar a buscar en las fábricas, las oenegés, en la parroquia”, cuenta Edith.
Esa falta de apoyo se dio en un contexto no solamente de crisis sanitaria, económica, en el marco de un modelo neoliberal, sino también política: tres presidentes se sucedieron entre el inicio de la pandemia, de las ollas comunes y la actualidad. Edith, María, Lurdes, y todas las mujeres que día a día cocinan para sus comunidades, no tuvieron respuesta a sus demandas, que llegaron hasta el Congreso, donde lograron reunirse con su actual presidenta, Mirtha Vásquez.
“Pedimos que declaren la emergencia alimentaria, un presupuesto permanente, que las ollas comunes sean reconocidas legalmente como una organización desde el Estado, y una capacitación técnica para llevar adelante la organización”, explica Edith.
Hoy, la situación es igual al inicio: cuentan con su propia iniciativa, voluntad, perseverancia.

Esperanza de cambio

Edith, a la derecha, en la olla común Santuario de las vizcachas - Sputnik Mundo, 1920, 29.06.2021
Finalmente, Edith votó en primera vuelta presidencial por Verónika Mendoza, la candidata progresista de Juntos por el Perú, que quedó sexta en las elecciones del 11 de abril pasado. “Es una mujer luchadora y provinciana como nosotras, que somos cabezas de las ollas comunes”, explica.
Luego, el 6 de junio, decidieron votar por Pedro Castillo, de Perú Libre: “También porque es provinciano, tenemos esperanza de que esté con nosotros, con su pueblo, vea la necesidad del pueblo que necesita de su presidencia. Esperamos que el profesor haga un cambio total, bote toda esa corrupción que hay”, cuenta.
El elemento provinciano, es decir de quien no es de Lima, es importante en la zona de Edith, donde la gran mayoría de las personas vienen de diferentes provincias del país. En su caso se vino “de la selva”, como dice, del departamento de Loreto, frontera con Colombia. Sus compañeras de olla son de Ayacucho, Puno, Arequipa, entre otros lugares.
Edith, a la izquierda, junto a una de las mujeres de olla común Juntos venceremos esta lucha - Sputnik Mundo, 1920, 29.06.2021
Edith, a la izquierda, junto a una de las mujeres de olla común Juntos venceremos esta lucha
Edith, las diferentes ollas comunes, forman parte de una geografía social profundamente desigual de Lima, en un país atravesado por múltiples fracturas. Se trata de clivajes visibles: en la frontera de Villa María del Triunfo con La Molina, una de las zonas más ricas de la capital, existe una división conocida como el muro de la vergüenza: una pared de varios kilómetros que impide el paso de un lado a otro.
Esas divisiones de la sociedad peruana se expresaron en la contienda electoral del 6 de junio en la cual se enfrentaron Castillo y Keiko Fujimori. El candidato de Perú Libre aglutinó tras de su figura un abanico de demandas, expectativas, necesidad de “empezar de nuevo”, como afirma Edith. Si bien no ganó en ningún distrito de Lima, el apoyo expresado en provincias le permitió hacerse con la victoria con 44.058 votos más que su contrincante.

Pedro Castillo ante sus seguidores en Lima la noche del martes 15 de junio - Sputnik Mundo, 1920, 17.06.2021

Perú: un presidente electo, un fraude inexistente, un país fracturado

Si bien la situación política del país es aún inestable debido al intento de no reconocer los resultados por parte de Fujimori, Edith tiene expectativas en el futuro gobierno de Castillo, que debería iniciarse el próximo 28 de julio:

“La esperanza es que haya una distribución de la riqueza, ahorita se la llevan unos poquitos. Y la gran mayoría del pueblo, mira cómo estamos, los cerros que has subido, sin agua, sin luz, sin calles, esa es la realidad. Nosotros queremos una vivienda digna, una alimentación digna, un sueldo mínimo, no queremos que nos regalen, queremos trabajo”.

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