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Política

El triunfo de Gabriel Boric, la gran oportundad de la izquierda chilena

Nítido fue el triunfo electoral de Gabriel Boric, en un Chile que terminó por refrendar en las urnas ese deseo de cambio plasmado en el proceso constituyente. Un contundente respaldo para un camino que no será fácil.

Chile Präsidentschaftswahl | BoricLa esperanza triunfó sobre el miedo a la incertidumbre. Y lo hizo de manera contundente. Con la victoria de Gabriel Boric en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, se abre en Chile la vía para un cambio estructural hacia un modelo de mayor equidad. La gran sorpresa fue lo holgado del resultado a favor de Boric, quien logró una ventaja de más de 11 puntos porcentuales. No fue un reñido voto a voto, sino un pronunciamiento claro, que integra también a gran parte de ese centro que había quedado fuera de la contienda después de la primera vuelta. Tan claro fue, que José Antonio Kast reconoció rápidamente su derrota, cuando apenas se contaba con el escrutinio del 50 por ciento de las meses electorales. Una buena señal para los tiempos que vendrán.

Otra buena señal fue la alta afluencia de votantes, que confiere más legitimidad y amplia base al próximo gobierno. Afloran así las mejores tradiciones republicanas, cuando tanto el candidato derrotado como el presidente saliente, Sebastián Piñera, felicitan al vencedor y le desean el mejor de los éxitos.

¡Qué distinto fue el tono de esta noche de domigo, convertida en una especie de gran fiesta de la democracia, del que se escuchó por momentos en la campaña electoral! Ojalá este tono se mantenga en los próximos meses, cuando comience el trabajo del nuevo gobierno, que no será fácil.

En los jóvenes hombros de Gabriel Boric recae ahora la enorme responsabilidad de conducir al país por ese nuevo rumbo hacia la inclusión y la solidaridad, expresada en un Estado orientado al bienestar social, sin permitir que el tren se descarrile por el afán de avanzar aceleradamente. Tendrá que resistir los embates de las tradicionales élites, aferradas a sus privilegios, y enfrentar presiones de su propio sector, que exigirá resultados con prontitud. Tendrá que convencer a la gente de que la paciencia es una virtud, cuando se tiene un objetivo claro y la ruta está bien definida. Y tendrá que convencer a los empresarios de que también a ellos les conviene subirse a ese tren, lleno de oportunidades, porque el mejor escenario para hacer negocios es, en definitiva, un país con paz social, sin la cual toda estabilidad resulta a la larga ilusoria. Esa es una de las enseñanzas del estallido social de octubre de 2019.

Boric y la izquierda chilena tienen una oportunidad de oro para demostrar que la promesa de progreso no es patrimonio exclusivo de un neoliberalismo a ultranza, que deja fuera de juego a los muchos que no están en condiciones de competir. Una oportunidad para demostrar que también en América Latina se pueden reducir las abismales brechas socioeconómicas, sin llevar la economía al despeñadero. Y para desmentir a todos aquellos que tildan de extrema izquierda a cualquiera que reclame justicia social. Querer una educación de calidad y accesible para todos no es una utopía. Tampoco lo es un sistema de salud solidario, donde quienes tienen más sostengan a los más vulnerables. En muchos países de Europa eso se da por descontado. Y en ninguno de ellos gobierna la ultraizquierda.

Exorcisar los fantasmas que recorren la región con las alas que les han dado dictaduras como las de Cuba, Venezuela y Nicaragua será una de las tareas de esta izquierda chilena que ha logrado un amplio respaldo en una votación histórica.

Los desafíos son muchos y complejos. Pero vale la pena atreverse, con seriedad, con mesura y pragmatismo. Es hora de dejar de creer que la disyuntiva es el neoliberalismo o el desastre. Una de las virtudes que se atribuyen a Boric es la capacidad de dialogar y buscar acuerdos. La necesitará perentoriamente en un Congreso donde la correlación de fuerzas exigirá negociar. Pero igualmente necesario será que la derecha chilena entienda que no se puede restar al proyecto de un país con más equidad, que no tenga por motor el afán de lucro desenfrenado. Chile necesita un nuevo pacto social, para transitar con pie seguro al futuro, sobre la base de una nueva Constitución que se está gestando. Los primeros meses de gobierno de Boric serán claves para generar el clima de confianza imprescindible para que el proceso constituyente llegue a buen puerto. Para que que la esperanza se siga imponiendo sobre el miedo y la incertidumbre.

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