En el último sondeo realizado por la encuestadora Datum, los resultados han revelado un panorama preocupante para el alcalde de Lima, quien enfrenta un nivel de desaprobación del 62% entre los limeños. Esta cifra no solo refleja un alto nivel de insatisfacción ciudadana, sino que también pone en evidencia los desafíos que enfrenta su gestión a menos de un año de haber asumido el cargo.
Pese a todos los esfuerzos principalmente publicitarios y promocionales de la autoridad edil, no hay variación sustancial en la desaprobación de su gestión. Los limeños siguen observando que los principales problemas de la ciudad se mantienen o empeoran y no hay, o no se notan, iniciativas reales y efectivas para combatirlos.
Entre los principales motivos de desaprobación se encuentran la percepción de falta de resultados tangibles en temas clave como la seguridad ciudadana, el transporte público y la gestión de servicios municipales. La seguridad, en particular, sigue siendo una de las mayores preocupaciones de los limeños, quienes exigen medidas concretas para enfrentar el incremento de la delincuencia en la ciudad.
Además, el protagonismo político a nivel nacional, enfocado en posicionar su partido y su figura con miras a las próximas elecciones, seguramente le pasará factura. Por un lado, obtiene más reconocimiento a su figura; por otro lado, la gente percibe un descuido de sus funciones de gobernante edil para distraer valiosos tiempos en tareas partidarias.
Los problemas de comunicación entre el alcalde y la población también han sido señalados como un factor que contribuye a esta desaprobación. La falta de claridad en los planes de acción y la percepción de promesas incumplidas han debilitado la confianza de los ciudadanos en su gestión.
No obstante, este panorama también plantea una oportunidad para que la autoridad municipal tome medidas correctivas. El alcalde tiene la posibilidad de revertir esta situación enfocándose en la ejecución de proyectos concretos, reforzando el diálogo con la ciudadanía y priorizando las demandas más urgentes de la población limeña.
Con más de la mitad de su gestión por delante, el reto será recuperar la confianza de los ciudadanos demostrando resultados y generando un cambio perceptible en la calidad de vida de los limeños. Este nivel de desaprobación, aunque alarmante, podría convertirse en un punto de inflexión si se adoptan las decisiones correctas y se implementan soluciones eficaces.