El presidente electo de Chile habla ante decenas de miles de personas en el centro de Santiago
Y Santiago de Chile vivió una explosión de alegría. Cientos de miles de personas salieron a las calles de la capital y de otras ciudades del país para celebrar la llegada de una nueva izquierda a La Moneda, la representada por Gabriel Boric. El 11 de marzo, Boric tendrá 36 años. Será el presidente más joven en la historia de Chile, y también el más votado: este domingo obtuvo 4,6 millones de votos, casi un millón más que su rival, José Antonio Kast. No habían dado las diez de la noche cuando Boric subió a un escenario montado sobre la Alameda, a un metro de la sede del Gobierno. Ya había hablado con el presidente saliente, Sebastián Piñera, y se había reunido con Kast, el candidato derrotado. La multitud reunida sobre la principal avenida de la capital era impactante. “Estamos ante un giro histórico y no lo tenemos que desaprovechar”, dijo, consciente del cambio que representa su llegada al poder. “Este será un Gobierno con los pies en la calle, las decisiones no se tomarán entre cuatro paredes de La Moneda”, prometió.
Las familias ondeaban banderas de Chile, de la comunidad LGTBIQ+, de los mapuches y con el lema “Boric presidente” en todos los colores del arcoíris. Había familias, mayores pero, sobre todo, jóvenes. “Es el presidente más votado en la historia de Chile”, fue la frase introductoria con que los seguidores estallaron. También lo hicieron los fuegos artificiales, prohibidos en el país. “Este entusiasmo debemos mantenerlo durante todo mi Gobierno”, les dijo Boric en el arranque de su discurso. El vencedor leyó un mensaje que resumió en 10 páginas. Tendió una mano a Kast, su rival, al que conminó “a construir puentes para que nuestros compatriotas puedan vivir mejor”; advirtió que “los motivos del estallido social” de octubre de 2019 “siguen presentes”; dijo que el desarrollo económico chileno tiene “pies de barro” porque “no llega a los más necesitados”; y prometió a las mujeres que serán “protagonistas” de su Gobierno.
No cabía un alfiler alrededor del escenario montado en la Alameda. Miles de personas llevaban horas esperando escuchar el primer discurso de Boric. Cerca de las nueve de la noche, dos coches custodiados por policías en motocicletas se abrieron paso con dificultad entre la muchedumbre hasta que ya no pudieron seguir avanzando. En el segundo venía el presidente electo. Gritos, aplausos, fuegos artificiales. “¡Que se baje, que se baje!”, gritaban los presentes. Y lo hizo. Llegó de saco (americana) y camisa sin corbata, con ese aspecto presidencial que adquirió en la recta final de la campaña. El mandatario electo que llegó a La Moneda levantando las demandas de la calle caminaba entre sus seguidores con una sonrisa antes de dirigirse a la ciudadanía.
Hubo silbidos cuando mencionó la falta de transporte público en los barrios populares durante la jornada electoral, lo que opacó la primera etapa de la jornada. Hubo más silbidos del público cuando dio las gracias a Franco Parisi, tercero en la primera vuelta, y aún más cuando hizo lo propio a José Antonio Kast. “Los vamos a necesitar a todos”, sostuvo, continuando con el tono unificador del discurso. Al momento de mencionar cómo defenderá los derechos humanos en su Gobierno, el público recuperó un cántico de las revueltas de 2019. “Piñera (…) asesino, igual que Pinochet”. Con destreza, Boric logró que el cántico se convirtiera en el de “justicia, verdad, no a la impunidad”.
El presidente electo mencionó también temas que no figuraban en el discurso escrito que había llevado. Como cuando prometió un sistema de salud “que no discrimine entre ricos y pobres” y “pensiones dignas para quienes trabajaron para hacer grande Chile”. Y disparó contra el sistema privado de pensiones, que prometió eliminar durante la campaña. “Las AFP [Administradoras de Fondos de Pensiones] en Chile, que ganan cifras absurdas a costa del trabajo de los chilenos, son parte del problema. Vamos a defender un sistema público y autónomo sin fines de lucro y sin AFP”, dijo.
Boric chocará contra un Congreso en el que está empatado con la derecha para avanzar en los cambios estructurales que propone. Ha dicho, sin embargo, que la paridad de fuerzas es una “invitación y obligación” al diálogo. “Nuestro proyecto es más democracia”, adelantó, y por ello defenderá “el proceso Constituyente para tener una Carta Magna que sea de encuentro y no de división, y no como la que impusieron a sangre y fuego en 1980″, en referencia a la aprobada por Pinochet en dictadura, y aún vigente.