Carlos Cabanillas

“Debemos dejar a un candidato de consenso”, ha dicho más de una vez el flamante alcalde de Lima, Rafael López Aliaga. Incluso se ha animado a lanzar nombres. En una reciente entrevista con “Panorama”, por ejemplo, soltó dos: Roque Benavides y Hernando de Soto. Benavides, como se sabe, lanzó hace un par de meses el movimiento Alianza Democrática. El expresidente de la Sociedad Nacional de Industrias (SNI) Ricardo Márquez también es cercano a este proyecto político que pretende promover “la libertad económica, la solidaridad y la defensa del consumidor”.

Entre sus nombres destacan el abogado César Candela (coordinador general), José Arista (exministro de Economía y Finanzas), María Luisa Cruzado (Vaso de Leche, programas sociales), Ricardo Bernales (empresario del sector pesquero), el productor Federico Anchorena, Russell Nina Gonzales y Fidel Buitrón [Confederación de Trabajadores del Perú (CTP), temas sindicales]. No es casual que tanto Candela como Gonzales, Arista y Buitrón sean militantes o exfuncionarios del Apra, considerando que Roque Benavides es el sobrino nieto de Haya de la Torre.

Por su lado, Hernando de Soto ya ha anunciado que está formando una coalición con cinco nuevos partidos. Y aunque mantiene sus nombres en reserva, se sabe que son agrupaciones regionales que representan a rubros como la minería y la agricultura. Es parte del discurso de De Soto: la convivencia entre ambas actividades productivas, evitando la falsa disyuntiva que ha marcado los últimos año

El mismo López Aliaga, fiel a su estilo, se adelantó a decir que también está en conversaciones con un tercer personaje: un exitoso empresario de origen provinciano que vive en el extranjero. Este último sería el ayacuchano Carlos Añaños, quien reside en Madrid. Tras su breve paso por la plancha presidencial del entonces precandidato De Soto, el expresidente del Grupo AJE se mantuvo cerca de la carrera electoral. Por ejemplo, apoyando las candidaturas limeñas de Avanza País y Renovación Popular. Gracias al empresario, se pudo contar con la asesoría de estrategas políticos como el español Román Cendoya y el argentino Alejandro Pucci.

Las coincidencias entre Avanza País y Renovación Popular, sin embargo, van más allá. El autodenominado ‘bloque democrático’ no solo llevó a José Williams a la presidencia del Congreso. También promovió que la candidata María Elena Soto y Rafael López Aliaga jugaran en pared, como se constató en la dupla que formaron durante el debate del JNE. Finalmente, la alianza facilitó que varios regidores de Alessandra Krause (Avanza País) apoyaran la candidatura del también empresario ayacuchano Carlos Canales (Renovación Popular), quien finalmente ganó la alcaldía de Miraflores. Fue una forma de subsanar la falta de arrastre, pues la exclusión de Luis Molina había dejado al tren sin su locomotora.

Otra opción que se baraja es que el candidato de consenso también represente el voto de Fuerza Popular y Alianza para el Progreso. “Por el bien del Perú, hagamos un solo frente y juntémonos en una sola candidatura”, dijo López Aliaga, en una variación de la misma idea. Lo único concreto, por el momento, es que la oposición no quiere repetir el error de las elecciones presidenciales del 2021. Visto a la distancia, el triunfo de Castillo en la primera vuelta (19%) pudo haberse evitado si el voto de Fujimori (13,3%), López Aliaga (11,69%) y De Soto (11,59%) no se hubiera dispersado. Fue una dura lección: la derecha desunida siempre será vencida.

Tras la Coalición Conservadora del 39, el Frente Democrático Nacional (FDN) se convirtió en la nueva gran alianza de la primera mitad del siglo XX. Y fue acaso el mayor esfuerzo colectivo de la política peruana en términos de pluralismo. Surgió en la combativa Arequipa, cómo no, y reunió a perros, pericotes y gatos de todos los extremos, desde el Partido Sindicalista hasta el Partido Socialista del Perú, pasando por una lista de independientes y notables como Jorge Basadre, Honorio Delgado y José León Barandiarán.

Un joven Fernando Belaunde Terry también participó. Incluso se les extendió la mano a la Unión Revolucionaria y al Partido Comunista Peruano. Sin embargo, las fuerzas tutelares del frente eran sin duda el mariscal Óscar R. Benavides y Víctor Raúl Haya de la Torre, quienes designaron a José Luis Bustamante y Rivero para la presidencia. La historia ya se sabe: los extremos jalaron para sí, y las fuerzas centrífugas terminaron por desbaratar la alianza. El experimento desembocó en un golpe de Estado.

La coalición Apra-UNO (Unión Nacional Odriista) no corrió mejor suerte. Se vendió como una alianza donde se superaban las persecuciones de antaño, pero terminó siendo la excusa perfecta para el posterior golpe de Velasco. Como siempre, el Congreso fue el blanco fácil. El pacto entre los apristas y odriistas llegó a penetrar hasta las familias de los jerarcas con la unión de los de la Torre con la familia de Julio de la Piedra. Los empresarios Víctor y Diego de la Torre de la Piedra encarnan ese ideal de una reforma agraria moderna que no fue.

El Movimiento Libertad surgió de las protestas contra el modelo estatista del primer gobierno de Alan García. Su ideario liberal terminó colisionando con la derecha tradicional con la que formó el Fredemo (Acción Popular y el PPC). Finalmente, el ala económica se fue con Fujimori y el liberalismo democrático se nucleó alrededor de Mario Vargas Llosa.

Con el avance de los años, las alianzas han sido cada vez más puntuales y temporales. Allí están el Frente Amplio y Juntos por el Perú. También la Alianza Popular, la pretendida “concertación” del Apra y el PPC. Frentes pragmáticos, coyunturales y con fines explícitamente electorales. Algo que seguramente marcará las características de la coalición de oposición en ciernes.

Fuente: El Comercio