Por: Nicolás Lynch
Escribo estas líneas sobrecogido por la poca conciencia que noto, en especial entre las fuerzas progresistas, sobre la actual situación del país y la gravedad que ella entraña.
El reto que afronta el gobierno de Pedro Castillo y con él las fuerzas que con más o menos reticencias lo apoyan, es el de encarar el presente para conducir al Perú a una transformación democrática que nos permita superar la situación dejada por 30 años de neoliberalismo. No hay posibilidad de quedarnos como estamos, que es a lo que apunta la derecha y la extrema derecha, así como algunos ingenuos que encuentran su zona de confort en el actual estado de cosas. La crisis de la pandemia, que nos ha traído hambre y gravísima crisis sanitaria, se ha superpuesto a las crisis que venía de atrás; la crisis del régimen neoliberal, económica y política; que nos muestra un modelo agotado para mandar y producir, al menos en condiciones de mínima democracia. Esta es la situación de crisis sistémica, en la que el orden actual queda desnudo frente a la necesidad extrema de los que menos tienen y esa lacra que se llama corrupción.
Es muy cierto que la salida política que en un momento ha representado la elección sorpresa y posterior gobierno de Pedro Castillo se encuentra entrampada. Las razones en orden de importancia son: la obstinada resistencia de la extrema derecha, que ha tomado la iniciativa en la oposición, a que Castillo gobierne, así como la incapacidad del presidente, su círculo más cercano y el partido que lo llevó al poder para ser efectivamente quienes mandan. Esta tenaza de obstinación e incapacidad, ha puesto al gobierno a la defensiva.
La situación de defensiva nos abre tres escenarios en el cortísimo, corto y ojalá que el mediano plazo. El primero, el menos deseable, pero hasta ahora el más probable es la vacancia. El escándalo diario que genera la extrema derecha, con un muy bien articulado equipo de producción, no tiene hasta hoy una respuesta adecuada de parte del gobierno, ya sea porque expone graves inconsistencias de éste o porque le falta la fuerza y personalidad políticas para pasar a la contraofensiva. Esto ha llevado ya, desde antes que asumiera el poder, a un desgaste rápido que lo pone repetidamente al borde del colapso. La vacancia es un escenario de desenlace rápido y si Castillo no rearma su liderazgo se lo van a llevar de encuentro. ¿Por qué la vacancia no se desencadena más rápido? Porque la derecha no está segura del día siguiente. No está segura si podrá gobernar sola este país. La última vez, con Merino, duró cuatro días por la vía del golpe parlamentario. Hoy no sabe cuánto podría durar, ya que, a su manera también sabe que está agotada esta “democracia limitada”.
El segundo, es la domesticación o humalización como lo han llamado algunos, a la cual hasta ahora se resiste Castillo. Este es, el segundo mejor escenario para la derecha, en caso de que no consiga el primero. Ya tuvo experiencia en domesticar con Ollanta Humala o sea que algo sabe del tema, por más que no se trate de situaciones iguales. La domesticación también tienta a parte del gobierno porque supone durar lo más que se pueda para continuar en el poder. En este caso la dinámica es ir entregando piezas, poco y poco y morigerando cambios, de manera tal que el presidente y su gobierno terminen como títeres del orden establecido. El mantra de los que promueven esta alternativa es la gobernabilidad. ¿Qué parece significar gobernabilidad para los que solo quieren durar? Ser digeribles para la derecha, sin mover ningún elemento clave del orden neoliberal.
El tercero, es la recomposición y el pase a la ofensiva. Es el escenario deseable pero el más difícil. Supone, la unidad de las fuerzas de izquierda y centro progresista; en un bloque diverso, Perú Libre incluido; para hacer una política de alianza y lucha con el gobierno, relanzarlo si este lo permite y cumplir una agenda de demandas urgentes de la población que nos pongan en camino a la asamblea constituyente. Si esto no fuera posible, por la razón que sea, demandar desde la calle esas mismas transformaciones que el país requiere para acumular la fuerza necesaria y poder enfrentar cualquier escenario posterior.
Los tumbos de Castillo, nos hacen ver la necesidad de aplaudir lo bueno y señalar lo malo, así como tener una capacidad de acumulación independiente. La urgencia de transformar el Perú, que se ha hecho clara con la actual crisis, va a permanecer en el corto y mediano plazo, pero no se va a quedar para siempre. Por ello, es muy importante aprender de esta experiencia para que ahora o algo más tarde estemos tomando otro camino para la democracia peruana.
Por todo esto señalo que la alternativa no es vacancia o gobernabilidad como dicen algunos, sino vacancia o transformación, para no continuar con el disco rayado que ya conocemos.
Tomado de: Otra Mirada