La excongresista Indira Huilca advierte que estamos en un proceso para la instauración de un régimen dictatorial. Pero, precisa, eso no implica la continuidad de Dina Boluarte. “Incluso entre las mafias no hay nada garantizado y no hay lealtad”, asegura.
La excongresista Indira Huilca critica la ley contra las ONG. La considera una norma que generará impunidad en casos de violaciones de derechos humanos y a la presidenta Dina Boluarte. Y no se guarda contra Perú Libre, pero a su vez reconoce que hay una situación de debilidad en la izquierda a nivel orgánico. El panorama político que describe es preocupante. “No creo que esto se puede llamar democracia”, lamenta.
Ley contra las ONG generará impunidad
– El Congreso aprobó una ley contra las ONG para perseguir su financiamiento y prohibir la asesoría legal de procesos judiciales contra el Estado peruano. ¿Es un golpe contra los casos de violaciones de derechos humanos?
– Ante la opinión pública, lo que esta ley recién va a permitir es que se pueda fiscalizar y auditar a las ONG que reciben fondos de la cooperación internacional. Pero esa es la primera mentira. Estas instituciones son fiscalizadas desde hace muchos años. La verdadera intención tiene que ver con otra cosa. Lo que buscan es ir cortándole la capacidad de acción a las instituciones y organizaciones que defienden los derechos humanos que el Estado pisotea. Y no es una cuestión solamente de ahora. Durante décadas hemos tenido situaciones en las que el propio Estado peruano es el que perpetra actos contra los derechos de las personas (…) a través de actuaciones represivas de la Policía y del Ejército en algún momento y ahí están los casos de violaciones de derechos humanos en Ayacucho. Pensemos en el caso Qali Warma. Hay señores que estuvieron en la ciudad de Lima exigiendo justicia. ¿Qué estudio de abogados va a apoyarlos de manera gratuita? Pocos. Las ONG pueden apoyar con parte de sus fondos.
– Quienes apoyan esta ley podrán decir que existen abogados de oficio para eso.
– El que diga eso, nunca ha acompañado un caso. La defensa pública es muy importante, pero todos sabemos, los que alguna vez hemos acompañado casos de personas que tienen que recurrir a la defensa pública, que la sobrecarga es gigantesca y que no se abastecen (…). Lo que nos está diciendo este Congreso es que no quieren que nadie se atreva a defender a las personas que el Estado vulnera, ya sea en casos de corrupción y de violaciones de derechos humanos.
– ¿Cómo tomas que Perú Libre haya apoyado esta ley? Esta bancada argumenta que el financiamiento de las ONG y los aportes de USAID en América Latina fueron implementados para silenciar el espíritu revolucionario.
– Están mezclando papas y camotes. Lo de USAID tiene historia, pero el contexto en que se da, la situación de USAID tiene que ver más con la presencia de Donald Trump. No hay una victoria revolucionaria en este momento con que USAID haya cortado el financiamiento a las organizaciones que aquí ven temas de cambio climático. No creo que los señores que se creen tan revolucionarios estén celebrando que haya un personaje tan nefasto como Donald Trump y que está pisoteando los derechos de tantos ciudadanos latinoamericanos (…). Más valioso en el Perú ha sido que existan organizaciones de derechos humanos que apoyaron a las víctimas de violencia del Estado y que lograron sentencias. No se hubiera podido lograr sentencias históricas como en el caso Cabitos, en Ayacucho, que fue liderada por una mujer valiente como Mamá Angélica, quien tuvo que enfrentarse al racismo, la discriminación y mucho más de lo que el señor Vladimir Cerrón alguna vez en su vida va a poder.
– ¿Con esta ley contra las ONG, Mamá Angélica no hubiera podido recibir asesoría para afrontar su proceso?
– Nunca se hubiera podido investigar ese caso. ¿Quién le da a una mujer quechuahablante de Ayacucho asesoría legal a través de treinta años? Menos mal ella vivió hasta ver la sentencia que se dio en 2018. Lo mismo con la sentencia del caso de las mujeres violentadas sexualmente de manera sistemática en las comunidades de Manta y Vilca, en Huancavelica. Demoró más de treinta años en sentenciarse y, por fin, el año pasado la hubo.
Dina Boluarte, impunidad y dictadura en marcha
– Para cerrar este tema, ¿es una ley con nombre propio para favorecer a la presidenta Dina Boluarte, investigada por la muerte de los manifestantes entre el 2022 y 2023?
– Yo creo que sí, porque la impunidad lo que busca es proteger a quienes están debajo de algún nivel de acuerdo, debajo de un pacto. Y claramente hoy estamos viendo un pacto entre los mafiosos de ayer y de hoy y el personaje que está en Palacio, la señora Boluarte. Todos sabemos que si en el Perú operaran de manera normal las instituciones, esa señora debería estar con mucho miedo de los procesos judiciales que se le vienen porque la responsabilidad política por los hechos en las protestas es muy grave. No en cualquier país la persona que está al mando del Ejecutivo tienen bajo su responsabilidad cincuenta muertos y cree que va a salir impune. Solamente en países con una democracia tan debilitada como la nuestra.
– A estas alturas, con todo lo que está pasando, ¿crees que en el Perú hay democracia?
– No creo sinceramente que esto se pueda llamar democracia de ninguna manera. Es más, creo que estamos en un proceso de instalación de una dictadura y hay mucha gente que todavía se sorprende porque se usa esta palabra en este contexto, ¿pero qué otro elemento hay en el escenario político que nos haga pensar que si las cosas siguen como están vamos a recuperar la democracia y reconstruirla? Pues ninguno, ¿no? La consigna que muchas veces hemos escuchado en las calles de que esto no es democracia, es totalmente razonable y entendible cuando uno observa las decisiones que está tomando el Parlamento.
– Y además, hay una guerra declarada contra lo que ellos denominan los caviares. Tanto de parte de la presidenta Dina Boluarte como del Congreso. ¿Le están declarando la guerra a la izquierda progresista?
– Este discurso de los caviares es parte de su estrategia para fortalecer su acuerdo. Es una especie de mensaje que da la señora Dina Boluarte ante su inseguridad. Porque cada vez más a medida que se acerca el proceso electoral, ella se vuelve prescindible. Entonces tiene que mandar un mensaje diciendo que está de un lado y de “yo estoy alineada a ustedes”. Y bueno, es una forma de consolidar esa supuesta alianza. Pero también le recordaría que entre las mafias no hay nada garantizado y que, por supuesto, no hay lealtad.
– ¿A qué punto vas con ello?
– Que ella (Dina Boluarte) tampoco tendrá que dar por sentado que el hecho de gritar a voz en cuello las barbaridades que los sectores de la ultraderecha o del cerronismo mencionan, le va a garantizar que tenga un respaldo. Vamos a ver lo que finalmente ocurre.
El papel de las izquierdas
– Y en esta situación, ¿qué autocrítica podría hacer la izquierda?
– Bueno, yo diría que existen las izquierdas.
– Ok, las izquierdas.
– Perú Libre, para mí, no es (de izquierda). Son personajes que hoy sobreviven gracias a su acuerdo con las mafias. Soy una persona de izquierda y jamás en mi vida me pondría de acuerdo con esos sectores (…). Pero creo que nos toca a quienes somos de izquierda tomar distancia y deslindar de estos personajes y llamarlos por lo que son: sectores mafiosos que están destruyendo el país igual que la derecha. Quienes no representamos eso y los enfrentamos, nos toca también entender que hay una situación de debilidad a nivel orgánico. No existen organizaciones de izquierda, hoy en día, suficientemente fuertes que sean capaces de levantar una agenda para el país en medio de todas las discusiones sobre los juegos de poder.
– ¿Por qué se dividieron tanto las izquierdas? ¿Por qué se dividieron tanto a diferencia de lo que pudieron unirse en 2021 con Pedro Castillo de candidato presidencial?
– Creo que Pedro Castillo era un candidato que no necesariamente él se autodenomina de izquierda. Que si la izquierda lo apoyó, por supuesto, en una segunda vuelta en la que estaba frente al fujimorismo y también porque había una expectativa muy importante de los sectores populares. Creo que los errores de la izquierda tiene que ver más con cómo fue su actuación posterior (a las elecciones generales del 2021), ¿no?
– ¿Todavía estamos en un momento constituyente?
– Estamos en un momento de malestares.
Congreso toca fondo
– ¿Qué Congreso es peor? ¿El de ahora o del 2016?
– Bueno, son ciertamente congresos malos y pésimos, pero el contexto en el que se está desenvolviendo este, lamentáblemente, no tiene contrapesos. Si bien el Congreso del 2016 era un Congreso totalmente antidemocrático y autoritario, en el que la opinión de los congresistas de oposición no valía casi nada, tenía contrapesos y una ciudadanía que estaba muy pendiente, indignada y trataba siempre de vigilar lo que ocurría. Hoy no tenemos eso, no hay bancadas de oposición en este Parlamento. Y la ciudadanía, la poca ciudadanía que intentó movilizarse ya hemos visto cómo ha sido reprimida.
– Si fueras congresista ahora, ¿no tendrías opciones para integrar una bancada?
– Yo elegiría mi bancada del 2016. Creo que fue una bancada que, con todas sus dificultades, hizo su tarea.
– ¿Te refieres a la bancada del Frente Amplio o del Nuevo Perú ya separada del Frente Amplio?
– Mira, pasó algo muy curioso, fíjate, que a pesar de que nos dividimos, el último día, cuando se disolvió el Parlamento, actuamos unidos y evitando que se diera una elección amañada del Tribunal Constitucional. Y una de las imágenes que yo más recuerdo es de los 20 congresistas del Frente Amplio, plantados en el medio del hemiciclo, sin preguntarnos, sin haber coordinado y exigiendo que se diera una votación democrática y transparente. Creo que eso revela que más allá de las divisiones que pueden darse, cuando priman los principios, las coincidencias se dan. El último día que nos tocó defender nuestra tarea como parlamentarios, lo hicimos del mismo lado.