n alérgeno y los anticuerpos IgE sintetizados por la persona con alergia se produce un trastorno inflamatorio de las membranas mucosas que recubren el interior de la nariz, conocido como rinitis alérgica. Se caracteriza por el picor nasal, estornudos, moco abundante y obstrucción nasal.
La rinitis alérgica afecta a un 10-25% de la población y provoca un fuerte impacto sobre su calidad de vida: disminuye el rendimiento escolar y laboral y constituye una carga económica importante.
La rinitis alérgica es, además, un factor de riesgo para desarrollar asma. Otras complicaciones frecuentes son la sinusitis, los pólipos nasales y la conjuntivitis.
El asma bronquial alérgica es una enfermedad inflamatoria de los bronquios que provoca que estos se obstruyan, dificultando la respiración. La obstrucción se debe a una reacción inmunológica entre el alérgeno inhalado y los anticuerpos producidos por la persona alérgica.
El asma alérgica representa el 70% de todos los tipos de asma y es la enfermedad crónica más frecuente en niños y adultos jóvenes. La inflamación se asocia a la oclusión de los bronquios (brocoespasmo) y a un aumento de la secreción mucosa. En muchas ocasiones los bronquios también reaccionan de esta manera ante infecciones respiratorias, el aire frío y el ejercicio físico (hiperreactividad bronquial).
Los síntomas del asma son las crisis recurrentes de tos, la dificultad para respirar (disnea), la opresión del tórax y los ruidos sibilantes al respirar. Muy a menudo el asma aparece en forma de crisis. Puede llegar a ser muy grave y exigir un tratamiento de urgencia. El asma se acompaña de alteraciones al realizar la exploración funcional del aparato respiratorio (espirometría) que permite certificar el diagnóstico, determinar su gravedad y conocer la respuesta al tratamiento.
El asma alérgica frecuentemente se asocia con la tos espasmódica y la rinitis alérgica, que puede precederla en el tiempo.
Una vez que se ha diagnosticado el asma y/o la rinitis alérgica, es necesario que el especialista elabore una historia clínica exhaustiva para descubrir cuáles son los posibles desencadenantes y realizar un estudio alergológico detallado, que consiste en:
Pruebas cutáneas con alérgenos específicos. Casi siempre las pruebas se realizan con la técnica del “prick” y son rápidas, indoloras, sensibles, reproducibles y prácticamente libres de riesgos para la salud del paciente.
Los análisis de sangre y secreción mucosa permiten comprobar la existencia de marcadores de alergia (aumento de la inmunoglobulina E (IgE)), incremento de los leucocitos eosinófilos (eosinofilia). Es muy importante medir el nivel de anticuerpos IgE específicos para los alérgenos detectados (ácaros, pólenes, epitelios animales, hongos).
Las pruebas de provocación en las mucosas, utilizando de forma controlada los alérgenos implicados, además de certificar la relación entre la exposición al alérgeno y los síntomas, pueden ser esenciales en el estudio de algunos tipos de alergias como las laborales.
El tratamiento de la alergia respiratoria, una vez diagnosticada correctamente y determinados cuales son los alérgenos responsables, se basa en tres aspectos esenciales que pueden ser complementarios:
Evitar la exposición al alérgeno, que puede ser suficiente para el control de la enfermedad, en el caso de alérgicas exclusivas a epitelios de animales. Es prácticamente imposible evitar la exposición a la gran mayoría de los alérgenos ambientales (ácaros, pólenes y hongos), pero la aplicación de algunas medidas higiénicas pueden reducir esta exposición.
Administración de fármacos con efecto sobre los síntomas, como los antihistamínicos, los antiinflamatorios o los broncodilatadores inhalados. Debe considerarse que el efecto beneficioso desaparece al suprimir la medicación y que algunos de estos medicamentos pueden tener efectos secundarios no deseados sobre la salud del paciente.
La inmunoterapia desensibilizante es considerada el tratamiento más completo de la alergia respiratoria y se consigue a través de las vacunas antialérgicas. La inmunoterapia específica permite alcanzar una tolerancia inmunológica después de un tratamiento prolongado, que siempre debe realizarse bajo el control del especialista.