Tenemos una muy mala costumbre y es que muchas veces sin darnos cuenta respiramos por la boca y no por la nariz, que es por donde realmente deberíamos hacerlo. Se trata de un mal hábito que puede perjudicar a nuestra salud en el largo plazo. Aquí te lo contamos.
Para ello entrevistamos al doctor Óscar Castro Reino, presidente del Consejo General de Dentistas quien remarca esta idea: “La respiración saludable es la nasal y no la llamada respiración bucal”.
¿La explicación? Según detalla, al respirar por la boca dejan de actuar varios mecanismos defensivos de nuestro organismo: “Por una parte, los vellos que recubren las fosas nasales son un primer filtro para el aire que respiramos permitiendo detener partículas, virus, bacterias y hongos. En segundo lugar, si respiramos por la boca el aire entra directamente sin pasar por las vías nasales que calientan y humidifican el aire”.
A su vez, menciona que al respirar por la nariz se estimula la producción de ácido nítrico, una sustancia que facilita la distribución y la absorción de oxígeno por los pulmones. “Por lo tanto y si solamente nos referimos a aspectos respiratorios, el respirar por la boca conlleva inspirar un aire más contaminado, no atemperado y seco. Todo ello es causa de procesos como amigdalitis de repetición, resfriados frecuentes, o bien otitis”, aclara el doctor.
Asimismo, si el cuadro se mantiene a largo plazo (se le llama síndrome de respiración bucal) puede acarrear varios problemas, tanto en la salud general (problemas posturales, alteraciones del sueño, aumento de cansancio, tos recurrente, problemas circulatorios) como a nivel de la salud oral.
Por una parte, el presidente de los dentistas mantiene que al respirar por la boca se produce una mayor sequedad (hiposalivación, xerostomía) que origina un mayor riesgo de padecer caries (debido a las alteraciones del pH intraoral), así como inflamación de las encías (gingivitis). Además, defiende que la respiración bucal origina graves deformaciones en los maxilares debido a la falta del sellado labial: “Las alteraciones de la musculatura perioral que pierde tono y fuerza, hacen que se produzcan maloclusiones (paladar estrecho, mordidas cruzadas, etc.), algunas de ellas muy serias y difíciles de tratar”.
En este contexto de pandemia, el doctor Óscar Castro Reino recuerda cómo el empleo de la mascarilla en algunas personas hace que se respire de forma más habitual por la boca, en lugar de por la nariz. “La mayor parte de la población hasta la aparición de la pandemia COVID-19 no estaba acostumbrada a llevar mascarilla. Como todo proceso nuevo se requiere de un tiempo de adaptación para familiarizarse con esta nueva forma de respirar. Es cierto que inicialmente, al colocarnos la mascarilla se produce, lógicamente, un filtro artificial adicional que, sobre todo en personas con más ansiedad, pueden provocar una sensación subjetiva de falta de aire, razón por la cual abren la boca para inspirar con mayor facilidad”, reconoce.
Sin embargo, defiende que hemos de pensar que muchas personas (por ejemplo, el personal sanitario) lleva toda la vida llevando mascarilla durante su horario de trabajo, sin que se haya detectado ningún problema para su salud. “Los estudios que se han realizado midiendo el oxígeno en sangre tampoco han demostrado que la mascarilla sea un problema adicional. Por lo tanto, el respirar más frecuentemente por la boca al llevar la mascarilla puesta se debe más a factores subjetivos que a razones científicas (salvo casos excepcionales de determinados pacientes respiratorios)”, aclara el doctor.
CONSEJOS PARA EVITAR ESA RESPIRACIÓN POR LA BOCA
Así con todo, Óscar Castro refuerza la idea de que evitar la respiración bucal pasa lógicamente por reforzar la respiración nasal. Para ello, aconseja en primer lugar, y en caso de presentar respiración bucal, el consultar con un profesional para determinar la causa e intentar solucionarlo.
“En términos generales, y cuando no se detecta una causa anatómica de obstrucción en vías nasales, determinados ejercicios de sellado labial (por ejemplo, mantener durante un tiempo una lenteja sujetada entre los labios), así como ejercicios de fortalecimiento de determinados músculos periorales, ayudan a restablecer la respiración fisiológica nasal”, sostiene.
En relación al uso de la mascarilla ve importante tener en cuenta varios aspectos: Primero, intentar respirar con normalidad inspirando el aire por la nariz, relajándose; en segundo lugar, ve conveniente hacer pequeñas pausas para retirarse la mascarilla (obviamente en espacios donde se pueda); finalmente, recordar que las mascarillas tienen una vida media y no se debe prolongar su uso más allá de las recomendaciones establecidas.
En última instancia, el presidente del Consejo General de Dentistas remarca que es importante que sepamos identificar si somos o no respiradores bucales, o si alguien de nuestra familia lo es.
“Entre los principales signos se encuentran la boca entreabierta continuamente, boca seca, labios secos, encías enrojecidas, ronquidos (incluso apnea del sueño), despertar con sensación de cansancio, falta de concentración. En caso de sospechar o ser conscientes de que somos un respirador bucal es importante consultar a un profesional para evitar consecuencias negativas en la salud general y en la salud oral. En el caso de los niños es especialmente relevante detectarlo cuanto antes”, sentencia el doctor Castro.