La motricidad fina permite a los engreídos del hogar alcanzar destrezas necesarias para la vida, como escribir, tomar un cubierto o realizar distintas actividades manuales y tiene como objetivo lograr que realicen movimientos coordinados de los dedos y los ojos, a través de tareas que requieren concentración y paciencia.
“La mejor manera de desarrollar la motricidad fina es a partir del juego y la exploración, es por eso que las actividades científicas contribuyen mucho para lograrlo, pues, su objetivo principal es lograr una meta y/o habilidad específica lo cual está estrechamente vinculado al desarrollo de las habilidades motoras de niñas y niños”, afirma.
Por ello, recomienda experiencias llamativas y emocionantes que despierten en las niñas y niños la atención a través del descubrimiento de nuevos materiales y su comportamiento en el que pueden investigar a través del juego y la comprobación, verdades inesperadas que generan curiosidad y nuevas preguntas.
La especialista asegura que la ciencia (que explica el mundo a partir de la observación, exploración, análisis, hipótesis y verificación) da a los niños la posibilidad de relacionarse directamente con el mundo en su día a día por lo que es posible que si proponemos actividades y experiencias orientadas hacia la ciencia, nuestros pequeños se sientan cómodos, motivados y llenos de entusiasmo con respecto al nuevo aprendizaje.
“A través de diversos experimentos los pequeños pueden trabajar la observación, la concentración y la motricidad fina, potenciando sus habilidades para seguir aprendiendo y creando herramientas nuevas investigando a su vez el comportamiento de ciertos elementos y sus cambios físicos y químicos desde una experiencia sin riesgos que les ofrece la posibilidad de pensar de manera científica mientras utilizan todas sus habilidades de motora fina”, finalizó