Las varices son la manifestación más habitual y dolorosa de la Insuficiencia venosa crónica o IVC. Son dilataciones y alargamientos de las venas, que se producen cuando la insuficiencia venosa se prolonga en el tiempo. Pueden aparecer en cualquier zona del cuerpo, pero son especialmente frecuentes en las piernas.
En la aparición de las varices influye principalmente el componente genético, aunque la obesidad, el sedentarismo y el embarazo también favorecen su desarrollo. Las venas y arterias se encargar de transportar la sangre desde el corazón a todo el cuerpo en dos direcciones: desde el órgano a las diferentes partes del organismo –arterias-, y a la inversa –venas-. Sin embargo, cuando las venas pierden elasticidad, se dilatan y, como consecuencia, la sangre, atraída por la fuerza de la gravedad, se acumula en las piernas, produciendo Insuficiencia Venosa Crónica (IVC), y en muchas ocasiones su manifestación en forma de varices. En muchos casos, las varices no se manifiestan ni con signos previos ni dolor, y constituyen únicamente un problema estético. No obstante, si se siente dolor, éste puede ser indicativo del avance de la insuficiencia venosa crónica. Su prevalencia es mayor en mujeres que en hombres, por una cuestión hormonal, pero cualquiera puede padecer estas molestias. Así mismo, las personas que pasan largas horas de pie o en posiciones inmóviles (frente al ordenador o en viajes largos) tienen un mayor riesgo de desarrollar varices.
Existen diversos factores que pueden influir y ser determinantes en la aparición de las varices.
Las hormonas. Las varices suelen afectar más a las mujeres que a los hombres, lo que está relacionado con una cuestión hormonal.
La edad y los factores hereditarios. Los problemas vasculares afectan generalmente a personas de entre 30 y 70 años. Con el paso de los años y en edades más avanzadas, el revestimiento elástico de las venas empieza a debilitarse, incrementando así la posibilidad de que las venas se dilaten.
El embarazo. Otro factor de riesgo es el periodo de embarazo, fase en la que muchas mujeres comienzan a tener varices por las influencias hormonales. Durante el embarazo, las hormonas provocan la dilatación de las venas. Se trata de un proceso necesario que contribuye a que llegue más sangre al útero con los nutrientes y el oxígeno necesarios para que el feto pueda crecer, pero que también pueden facilitar el la aparición de varices. Además, hay que tener en cuenta que el útero, al crecer, comprime las venas de drenaje de la pelvis, lo que dificulta el vaciado de la sangre de las piernas y provoca igualmente que las venas se dilaten. Estas situaciones generan dificultades en el flujo que dan origen a la aparición de varices, sobre todo en aquellas mujeres que, además, tienen antecedentes genéticos. De hecho, desde un punto de vista epidemiológico, se ha observado que las varices y otros síntomas de la insuficiencia venosa crónica aparecen en el 40% de las embarazadas. Generalmente, las primeras varículas (varices más pequeñas) aparecen al tercer mes de la gestación y es hacia el sexto mes cuando estas venas se engrosan y se dilatan más. También se ha observado que a partir del segundo parto aumenta la probabilidad de desarrollar IVC. Sin embargo, en ocasiones estos signos suelen desaparecen tras el parto, puesto que cesan los factores que los causaban.
La obesidad. Es uno de los factores que sí se pueden evitar y que influyen más directamente en la aparición de varices, porque el exceso de peso presiona las venas de las piernas y hace que se deterioren.
l factor postural. Pasar habitualmente muchas horas de pie o en una misma postura, como sentado o con las piernas cruzadas o dobladas, hace que la sangre no fluya adecuadamente por nuestro cuerpo y obligamos a nuestras venas a trabajar más para llevar la sangre al corazón.
La patología varicosa es un problema de salud de primera magnitud, puesto que merma la calidad de vida de quienes la padecen y puede conllevar complicaciones de gravedad durante su evolución.
Así mismo, la vertiente estética de las varices y de otros síntomas propios de la insuficiencia venosa crónica puede llegar incluso a afectar emocionalmente al paciente. De hecho, tres de cada diez mujeres que sufren síntomas de IVC reconocen que les da vergüenza mostrar sus piernas (28%), y dos de cada diez afirman que este problema ha afectado a su autoestima (21%), según el II Estudio CinfaSalud, realizado por Cinfa y dedicado a las “Percepciones y hábitos de las mujeres españolas en relación a la salud de sus piernas y la IVC”
En primer lugar, la adopción de una serie de hábitos saludables nos ayudará no tanto a curar las varices como a aliviar las molestias asociadas y a prevenir complicaciones. Algunos de estos consejos son: evitar el sobrepeso, realizar ejercicio regular e hidratar las piernas, y puedes verlos de forma detallada aquí. Así mismo, el uso de medias de compresión es una medida básica para el tratamiento de las varices y también para su prevención. Por su parte, la terapia farmacológica, esto es, el uso de sustancias sustancias con efecto flebotónico, no sustituye a esa terapia compresiva. Estos productos pueden ser administrados de forma tópica, como geles y cremas, o bien de forma oral, como cápsulas y comprimidos. además, existen diferentes técnicas quirúrgicas aplicadas en la actualidad frente a las varices. La utilización de unas u otras depende de la extensión de las varices, de la exploración previa con eco- doppler y de las circunstancias individuales de cada paciente. Las principales son:
Safenectomía y fleboextracción de colaterales: consiste en la extracción de la vena safena, por lo general la que está enferma, y de las colaterales visibles, mediante pequeñas incisiones. Es la técnica más utilizada.
Técnicas ablativas: son técnicas relativamente novedosas, con diez años de experiencia, en las que, en lugar de extraer la safena interna o externa, se anula por calor mediante un catéter. Existen dos modos de generar ese calor: mediante láser o radiofrecuencia. No elimina la necesidad de realizar pequeñas incisiones para la extracción de las colaterales.
Cura CHIVA (Conservadora Hemodinámica de la Insuficiencia Venosa ambulatoria): es una estrategia quirúrgica que se basa en la reconducción del flujo venoso para evitar que las varices estén presurizadas. Muchas veces se acompaña de la realización de extracción de colaterales.
Escleroterapia: se trata de una técnica que consiste en inyectar en la vena afectada un fármaco esclerosante (generalmente polidocanol o tetradecyl sulfato) que provoca una inflamación de la vena y su posterior desaparición.