En la NEC, parte del tejido que reviste el intestino del bebé se enferma y puede morir. Las bacterias del intestino pueden entonces penetrar el tejido intestinal muerto o enfermo, infectar las paredes del intestino y entrar al flujo sanguíneo, causando así una infección sistémica o de la sangre. El tejido que sobrevive se hincha e inflama; como consecuencia, el bebé no puede digerir los alimentos o moverlos a través del tracto intestinal. Los síntomas de la NEC pueden desarrollarse en materia de días o aparecer en forma repentina. Los síntomas que se observan más comúnmente son
- Baja tolerancia al alimento (no poder digerir los alimentos)
- Hinchazón del estómago (distensión abdominal)
- Decoloración del estómago, generalmente azulino o rojizo
- Dolor cuando se toca el abdomen
- Sangre en las heces o cambio en el volumen y frecuencia de la defecación
- Diarrea, con cambio de color o consistencia de la materia fecal, con frecuencia con presencia visible de sangre
- Disminución de la actividad (letargo)
- Vómitos de líquido verde amarillento
- Incapacidad de mantener una temperatura corporal normal
- Episodios de baja frecuencia cardíaca o apnea, una interrupción temporal de la respiración
- En casos avanzados, la presión arterial puede bajar y el pulso podría tornarse débil. Los bebés pueden desarrollar fluido en la cavidad abdominal o infección del tejido que reviste el estómago (una enfermedad llamada peritonitis), o pueden entrar en shock.3 Puede producirse un orificio o una perforación en la zona afectada de la pared intestinal, lo que requiere cirugía de emergencia2,3 La presión en el abdomen puede provocar una dificultad para respirar grave. En tal caso, el bebé podría necesitar asistencia mediante una máquina o respirador artificial.