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Danielle Anderson se llama la experta australiana que trabajó en el cuestionado laboratorio chino y piensa que lo más probable es que el Covid-19 provenga de una fuente natural.

La última científica extranjera del laboratorio de Wuhan rompe el silencio

Danielle Anderson se llama la experta australiana que trabajó en el cuestionado laboratorio chino y piensa que lo más probable es que el Covid-19 provenga de una fuente natural.

En el centro de China, la viróloga australiana y experta en virus transmitidos por murciélagos, es la única científica extranjera que ha realizado una investigación en el laboratorio BSL-4 del Instituto de Virología de Wuhan.

Según un reportaje de Bloomberg, su periodo de trabajo terminó en noviembre de 2019, lo que le dio una perspectiva privilegiada sobre el punto clave en la búsqueda de lo que causó la peor pandemia del presente siglo.

La aparición del coronavirus en la misma ciudad donde trabajan los científicos del instituto, vestidos de pies a cabeza con equipo de protección, ha alimentado la especulación de que podría haberse filtrado del laboratorio.

Esto, posiblemente a través de un miembro del personal infectado o desde algún objeto contaminado.

La falta de transparencia de China desde los primeros días del brote alimentó esas sospechas, sugiere Bloomberg. Lo que convirtió la búsqueda para descubrir los orígenes del virus en un campo minado geopolítico.

El laboratorio en Wuhan

Ya lejos de China, Anderson pasa sus días en el Instituto Peter Doherty para Infecciones e Inmunidad de Melbourne.

La científica australiana de 42 años estaba en Wuhan cuando los expertos creen que el virus -hoy conocido como SARS-CoV-2- estaba comenzando a propagarse.

Desde su primera visita, Anderson quedó impresionada con el laboratorio de máxima biocontención del instituto.

El edificio de hormigón tiene la designación de bioseguridad más alta y requiere que el aire, el agua y los desechos se filtren y esterilicen antes de salir de las instalaciones.

Había protocolos y requisitos estrictos destinados a contener los patógenos que se estaban estudiando, contó Anderson, y los investigadores se sometieron a 45 horas de capacitación para obtener la certificación para trabajar de forma independiente en el laboratorio.

El proceso de inducción requirió que los científicos demostraran su conocimiento de los procedimientos de contención y su competencia en el uso de trajes presurizados por aire.

“Es muy, muy extenso”, dijo Anderson.

Entrar y salir de las instalaciones era un esfuerzo cuidadosamente coreografiado, contó la experta.

Las salidas se hicieron especialmente intrincadas por el requisito de tomar una ducha química y una ducha personal, cuyos horarios se planificaron con precisión.

Desinfectantes especiales

Aunque las reglas mencionadas son obligatorias en todos los laboratorios BSL-4, Anderson notó diferencias en comparación con instalaciones similares en Europa, Singapur y Australia en las que ha trabajado.

El laboratorio de Wuhan utiliza un método personalizado para fabricar y controlar sus desinfectantes a diario, un sistema que Anderson se inspiró para introducir en su propio laboratorio.

Conectada a través de un auricular con otros colegas en el centro de comando para permitir una comunicación constante y vigilancia de seguridad, pasos diseñados para garantizar que nada saliera mal.

Sin embargo, la administración Trump en 2020 lanzó la idea de que el virus escapó de las instalaciones de Wuhan y sugirió que algo salió muy mal en el instituto, el único que se especializa en virología, patología viral y tecnología de virus en China.

Virólogos y expertos en enfermedades infecciosas inicialmente descartaron la teoría, señalando que los virus saltan de animales a humanos con regularidad.

No hubo evidencia clara dentro del genoma del SARS-CoV-2 de que hubiera sido manipulado artificialmente, ni de que el laboratorio albergara cepas progenitoras del virus pandémico.

Los observadores políticos sugirieron que las acusaciones tenían una base estratégica y estaban diseñadas para presionar a Beijing.

Sin embargo, las acciones de China plantearon preguntas. El régimen se negó a permitir la entrada de científicos internacionales a Wuhan a principios de 2020 cuando el brote se estaba multiplicando.

Beijing bloqueó la entrada de expertos de la Organización Mundial de la Salud a Wuhan durante más de un año, y luego solo proporcionó acceso limitado.

El informe final del equipo de la OMS, escrito y examinado por investigadores chinos, minimizó la posibilidad de una fuga de laboratorio.

En cambio, dijo que el virus probablemente se propagó a través de un murciélago a otro animal, y dio algo de crédito a una teoría china de que podría haberse transmitido a través de alimentos congelados.

“No había nada extraño”

Anderson dijo que no conocía a nadie del instituto de Wuhan que estuviera enfermo hacia fines de 2019.

Además, existe un procedimiento para informar los síntomas que se corresponden con los patógenos manejados en los laboratorios de contención de alto riesgo.

“Si la gente estuviera enferma, supongo que yo habría estado enferma, y no lo estaba”, señaló.

“Me hicieron la prueba del coronavirus en Singapur antes de vacunarme y nunca lo había tenido”, aseguró la experta.

“Desde mi punto de vista, no había nada extraño en ese momento que te hiciera pensar que algo estaba sucediendo aquí”, cerró.

Según Bloomberg, tanto la australiana como el resto del equipo de expertos del Instituto de Virología de Wuhan firmaron un documento por el cual se les prohibía hablar sobre lo que allí sucedía.

Y, sin embargo, todavía cree que lo más probable es que provenga de una fuente natural.

Dado que los investigadores tardaron casi una década en determinar en qué lugar de la naturaleza surgió el patógeno del SARS, Anderson dice que no le sorprende que no hayan encontrado al murciélago responsable del último brote.

Está convencida de que ningún virus se creó intencionalmente para infectar a las personas y que se haya liberado deliberadamente, una de las teorías más inquietantes que han surgido sobre los orígenes de la pandemia.

Anderson admitió que sería teóricamente posible que un científico en el laboratorio estuviera trabajando en una técnica de ganancia de función y se infectara sin saberlo y luego infectara involuntariamente a otros en la comunidad.

Pero no hay evidencia de que haya ocurrido.

“El virus estaba en el lugar correcto en el momento correcto y todo se alineó para causar este desastre”, cerró.

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