No se pueden obtener conclusiones definitivas, pero un estudio elaborado por el Hospital Universitario de Jena, en Alemania, ha encontrado relaciones directas entre el clima y los ataques de epilepsia. Según este trabajo, cuando se presenta un día con la presión atmosférica baja y la humedad relativa del aire alta parece que se produce un mayor número de crisis epilépticas.
Por el contrario, las altas temperaturas ayudan a que se reduzca el número de brotes que sufren los pacientes. La relación entre condiciones meteorológicas y epilepsia quedó demostrada en este estudio, pero es insuficiente para tomarlo como una verdad absoluta. Es necesario repetir el muestreo en zonas del mundo con diferentes climas para intentar llegar a conclusiones universales.
Al confirmarse que existe relación directa entre la enfermedad y la situación meteorológica, se visualiza una nueva ruta de investigación de esta patología que padecen 50 millones de personas en el mundo y que se ha convertido en una de las enfermedades del sistema nervioso más frecuentes en el planeta. En España, su incidencia es alta con una ratio que indica que 15 de cada 1.000 personas tendrán al menos una crisis epiléptica en algún momento de su vida. La epilepsia agrupa una serie de enfermedades causadas por la modificación de la actividad eléctrica cerebral que, en ocasiones, lleva a la pérdida de conocimiento.
Un traumatismo fuerte, un tumor, un ictus, una infección, alteraciones genéticas o inmunes o una enfermedad metabólica son algunas de las causas de la epilepsia. También existen otros factores que pueden desencadenar una crisis como la fiebre, horarios de sueño irregular, el estrés o el consumo de alcohol y drogas. Para ayudar a controlar y disminuir la frecuencia de las crisis de epilepsia se aconseja tener hábitos saludables como, seguir unas pautas de alimentación sana, realizar ejercicio físico, dormir bien y tener un horario regular de sueño, reducir el estrés y no consumir ni drogas ni alcohol. Además, se deben seguir las pautas de medicación indicadas por el médico.
El estudio desarrollado en Jena consistió en analizar la incidencia de la temperatura, la presión atmosférica y la humedad relativa del aire en la aparición de crisis epilépticas en 604 enfermos ya diagnosticados previamente. Este trabajo observó que la combinación de presión atmosférica baja y humedad relativa alta provoca un riesgo mayor de aparición de crisis de epilepsia. El efecto contrario se produce cuando se dan temperaturas más altas.
El estudio señala que, a mayor descenso de la presión atmosférica, el riesgo de sufrir convulsiones aumenta. Por cada 10,7 hPa de presión atmosférica más baja, el riesgo de ataques epilépticos se incrementó en toda la población del estudio en un 14%. En pacientes con epilepsia menos grave tratados únicamente con un medicamento antiepiléptico, el riesgo de convulsiones aumentó un 36%. El otro factor que hace crecer el riesgo es la humedad relativa del aire que cuando se situó por encima del 80% provocó un crecimiento del 48% de los casos de crisis epilépticas.
El tiempo cálido, cuando la temperatura se sitúa por encima de los 20 grados centígrados, actúa en cambio de forma positiva. En este sentido, los datos del estudio evidencian una caída de casi el 50% del número de casos de convulsiones cuando hace calor. Además, analizando los diferentes subgrupos en los que se dividió a los 604 participantes en esta investigación, se observa que este fenómeno de reducción del riesgo a causa de las altas temperaturas afecta más a la población masculina.