Es difícil encontrar a alguien que no haya sufrido dolor de cabeza en algún momento de su vida, ya sea por cansancio, por un resfriado o por pasar largas horas frente a una pantalla. Las cefaleas, término médico para los dolores de cabeza, son uno de los trastornos más comunes del sistema nervioso, afectando a un 50% de la población adulta. Aunque la mayoría de los casos no son graves, pueden llegar a afectar significativamente la calidad de vida de quienes los padecen.
Según datos recientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las cefaleas constituyen el sexto grupo de enfermedades más discapacitarte en cuanto a días de vida saludables perdidos por enfermedad”. Las cefaleas se dividen en dos grandes grupos: las primarias, que representan el 90% de los casos y se caracterizan por un dolor con criterios específicos, y las secundarias, que son consecuencia de otras enfermedades, como infecciones, patologías vasculares cerebrales, tumores o traumatismos. Dentro del grupo de cefaleas primarias, la más común es la cefalea tensional, que se origina por la tensión muscular en la frente y la nuca, y se manifiesta como presión constante.
Una de las cefaleas más comunes es la migraña, caracterizada por episodios recurrentes de dolor de cabeza intenso, que a menudo empeora con la exposición a la luz, los ruidos o los olores. Este dolor, de tipo pulsátil, suele extenderse por toda la cabeza y puede ir acompañado de náuseas y vómitos. En otros tipos de cefalea, el dolor puede ser eléctrico, como un calambre; terebrante, como un taladro; o explosivo. Muy a menudo, este dolor resulta incapacitante para el paciente, obligándole a suspender toda su actividad.
Además, pueden aparecer síntomas como párpados caídos, diferencias en la dilatación de las pupilas, lagrimeo, enrojecimiento de los ojos o vértigo. Aunque molestos, estos síntomas suelen ser parte del cuadro habitual. Sin embargo, hay señales de alerta que requieren atención médica urgente, como alteraciones en la visión, debilidad en extremidades, sensación de hormigueo en brazos y piernas, problemas en el habla y mareo o inestabilidad al ponerse de pie.
Muchas cefaleas son causadas por factores como el estrés, la alimentación, los cambios hormonales, los cambios climáticos, la falta o exceso de sueño, o el uso de ciertos fármacos, como los vasodilatadores. Otro dolor de cabeza es el factor hereditario, especialmente en el caso de la migraña. Se estima que el 80% de los pacientes con migraña tiene antecedentes familiares, como padres o hermanos que también lo padecen. A partir de la pubertad, debido a los cambios hormonales, la incidencia de migraña aumenta en las mujeres. Aunque la mayoría de los episodios de cefalea son esporádicos, alrededor de un 2,5% de los pacientes al año desarrollan una forma crónica. En ocasiones, también puede suceder de la forma inversa.
Se considera que una persona tiene cefalea crónica cuando tiene dolor de cabeza más de 15 días al mes, de los cuales al menos 8 cumplen los criterios de migraña. Si bien el tratamiento para los casos más graves suele incluir medicación, la doctora Fabregat advierte que “uno de los factores determinantes de la cronificación de la migraña es el consumo excesivo de medicamentos”. De hecho, alrededor del 50% de los pacientes se automedican, lo que contribuye a cronificar el dolor. Se considera un uso abusivo de fármacos cuando se consumen más de 10 antiinflamatorios o más de 15 triptanes al mes.
Al iniciar el tratamiento, es fundamental identificar el tipo de cefalea que presenta el paciente, así como sus desencadenantes. A partir de esta evaluación, se establecerá un plan para el tratamiento de las crisis agudas de dolor. Los medicamentos más comunes, según el tipo de cefalea, incluyen antiinflamatorios, triptanes, ansiolíticos o paracetamol. Además, suelen funcionar las técnicas de relajación y el ejercicio. En el caso de la migraña, es crucial comenzar el tratamiento lo antes posible para prevenir una crisis intensa y, en situaciones más graves, se recomienda implementar un tratamiento preventivo.
A pesar de que esta afección puede resultar desesperante, la mayoría de cefaleas primarias son controlables, especialmente si se actúa ante los primeros síntomas. La manera más eficaz de aliviar el dolor, o al menos reducirlo, es descansar en una habitación tranquila y oscura, aplicar un paño frío sobre la cabeza y utilizar cualquier técnica de relajación. Los profesionales subrayan que la clave está en la prevención, lo cual se fundamenta en la adopción de hábitos saludables.