El avance de las técnicas de reproducción asistida y en la congelación y donación de óvulos, legales en muchos países como España, permite a muchas mujeres postergar cada vez más la maternidad.
Es un fenómeno que también se da cada vez más en países de Latinoamérica, aunque en mucho menor número.
En Chile, por ejemplo, el número de mujeres que han dado a luz entre los 45 y 49 años se ha duplicado en diez años. En 2020, hubo un total de 585 partos de mujeres de esa edad, lo que supone un 0,3% del total de nacimientos, según el Instituto Nacional de Estadística de Chile. Mientras, en México sólo un 0,19% (3.096 mujeres) de las madres tenían entre 45 y 49 años.
En el caso de María, ella tenía claro que quería ser madre. Si bien siempre pensó que en la ecuación habría un hombre a su lado, eso nunca ocurrió. Así que después de lidiar durante años con problemas de ansiedad tomó la decisión con 45 años. Sólo ve ventajas en haberlo tenido ahora.
“Sí que pienso que el haberlo tenido más mayor me ha ayudado, porque al final ya has vivido, tienes otra filosofía de vida que no tienes a los 20 o a los 30. Creo que vemos ya la vida desde otra perspectiva. No me agobio por que el niño se caiga o porque no coma. La edad te da otra perspectiva”, explica María, que en septiembre cumplirá 48 años. A continuación reproducimos su historia en primera persona, tal y como se la contó . Siempre he querido ser madre, pero es cierto que siempre había querido tener una familia. Siempre quería un padre. Pero como veía que no llegaba, como hace unos diez años antes de quedarme embarazada o incluso un poquito antes, me informé de cómo podría hacerlo si quisiera tener un niño, aunque sin decidirme a dar el paso porque yo siempre esperaba que hubiera una persona conmigo. Cuando llegué a los 45 años conocí a una persona que hoy es una de mis mejores amigas y que es la que fue mi vecina en la pandemia.
Tiene una niña ella sola y creo que eso fue lo que me terminó de dar el empujón, porque yo tenía mucho miedo, no de la edad, tenía mucho miedo a si yo sola podría ser capaz de tener un niño. No de tenerlo, sino de criarlo, mantenerlo y me daba mucho miedo esa situación. Ese era el único miedo que tenía realmente. Si yo sola iba a ser capaz de criar a un niño. Lo que me veía era incapaz, vamos. Al conocer a mi vecina vi cómo se podía hacer y ahí fue cuando me entró un poco la duda de la edad.
Precisamente hablando con ella un día me dijo: “Mira, tienes 45 años, tienes que pensar si lo quieres hacer y si no olvidarte, porque dices que no lo vas a hacer, pero no es verdad, nunca te lo quitas de la cabeza”. Ahí fue cuando ella me dijo: “Piénsalo. Date un tiempo para pensarlo y toma la decisión”. Así fue como en las Navidades de 2020 me di tiempo para pensarlo y decidí hacerlo. Una vez que tomé la decisión tenía claro que iba a ir a lo más seguro, aunque nada es seguro, obviamente. Sí que llegado el momento el ginecólogo me dijo que me inseminara y le dije que no. Yo quería ir directamente a lo más seguro que era el tratamiento in vitro, dentro de las posibilidades que hay, lógicamente. Tuve suerte y me quedé embarazada a la primera.
Fui con todo donado: tanto esperma como óvulo. Como digo, iba a lo seguro, aunque es verdad que mi ginecólogo me preguntó si quería intentarlo con mis óvulos.
Mi ginecólogo me dijo que, en base a mis analíticas, mi edad biológica daba más joven de lo que yo realmente era y que podría haber posibilidades con mis óvulos. Pero yo tenía claro que iba a hacer solo dos intentos.
Había oído que hay gente que se tira años y tenía muy claro que eso no lo quería. Tenía claro que iban a ser dos intentos, ni uno más. Por eso no quise otras opciones.
Me quedé embarazada a la primeray no tuve ningún problema durante el embarazo. Tuve un embarazo perfecto, un parto perfecto y un niño del que no me puedo quejar. En el momento en el que decidí que tiraba para adelante tenía claro que me iba a quedar embarazada. No quería pensar otra cosa. Solo pensaba que el embarazo iba a ir bien y que el parto iba a ir bien. En ningún momento me planteé que pudiera ir mal el embarazo por mi edad, que pudiera haber algún problema, aunque era consciente de que esa posibilidad existía. Pero para qué la iba a pensar. Si llegaba ya la solucionaría.
Además, mi ginecólogo me dio muchísima tranquilidad en todo momento. Siempre te explican los riesgos, pero él me dio muchísima tranquilidad. Me dijo que no me preocupara, que cualquier cosa, él iba a estar ahí. Me hizo un seguimiento normal, pero es cierto, que como tenía antecedentes de azúcar me controló un poquito más. También al final del embarazo me controló algo más por el tema de la edad. Pero mis controles siempre fueron buenos y todo dio bien. Me adelantaron el parto una semana. En las últimas semanas me empezaron a controlar semanalmente. En la semana 38 mi ginecólogo me miró y me dijo que no había líquido amniótico. El niño ya no estaba cogiendo peso, pero estaba bien. Sin embargo, eso es algo que le puede pasar a cualquiera, no es algo que tenga que ver con mi edad. Si te quedas sin líquido el niño tiene que salir. El postoperatorio fue muy bien. Me dieron tres puntos y ya me bajaba de la cama y subía el mismo día. El niño nació el 4 de diciembre de 2021 y a mí me dieron el alta el 6 de diciembre. El 7 me fui andando como unos 45 minutos hasta el ambulatorio para pedir la baja y volví también andando.
Me encontraba bien. No sé si fue genética o el ser una persona que siempre ha hecho mucho deporte, pero yo estaba muy bien. Tampoco gané mucho peso en el embarazo. Creo que si lo hubiera tenido hace 10 años no me hubiera comportado con él igual, porque yo tampoco era la misma persona.
He sido una persona que he vivido con mucha ansiedad, súper nerviosa y todo eso lo he trabajado durante mucho tiempo.
Creo que lo he tenido en el momento que lo tenía que tener. Estoy segura que si lo hubiera intentado antes ni me hubiera quedado embarazada ni lo hubiera vivido como lo estoy viviendo en este momento.
Si me hubiera quedado embarazada hace diez años creo que lo hubiera vivido completamente diferente, pero creo que peor.
Yo no estaba bien en esa época. Ahora soy consciente que no estaba bien. Vivía con muchísima ansiedad. Cuando hablo de ansiedad, hablo de enfermedad tratada, diagnosticada, diaria. No en plan: uy, hoy me encuentro mal. No. Yo tenía una ansiedad gorda por así decirlo. No podía comer. Acababa en urgencias con un gotero cada cierto tiempo. Por eso ni de broma pienso que lo hubiera vivido igual. Finalmente lo superé con ayuda de un psicólogo, a través de un psiquiatra y también me ayudó volver a acercarme a la iglesia si te soy sincera. En ningún momento me sentí juzgada. Es más, la gran mayoría de la gente me dijo que ya era hora, porque siempre he querido ser madre. Entonces a nadie le extrañó. Sí es verdad que habrá de todo y me imagino que por detrás puede que haya habido gente, pero es cierto que a la cara o directamente yo en ningún momento me he sentido juzgada.
También te digo una cosa: yo soy una persona que me da un poco igual lo que digan los demás. Creo que eso también se transmite y nadie te va a venir a decir nada.
En mi familia están como locos con el niño. Es verdad que mi padre, como es muy miedoso, tenía miedo de que me pasara algo. También son otras mentalidades. Su miedo era que a mi edad me pudiera pasar algo a mí, pero porque él es muy miedoso. De hecho, cuando le dije que pasado mañana me provocaban el parto. Me dijo: “A mí no me llaméis hasta que no haya nacido el niño”. Pero era por miedo.