Si no sufres de migraña, conoces al menos a una persona que sí. Casi 40 millones de estadounidenses la padecen —28 millones son mujeres— y eso hace que la migraña sea la segunda causa de discapacidad en el mundo después del dolor lumbar. Muchos estudios, también revelaron que la migraña se volvió más frecuente durante la pandemia.
A mí me dan migrañas, pero por fortuna son más inusitadas que insoportables. Cada cierta semana, la migraña ocular me nubla la visión con unas extrañas luces zigzagueantes durante media hora; y una o dos veces al año tengo ataques que me provocan una pérdida temporal de memoria. (Uno me dio mientras estaba comprando comestibles y no podía recordar en qué mes ni en qué año estábamos, qué iba a comprar ni qué edad tenían mis hijos).
A pesar de su alta incidencia, durante mucho tiempo no se le ha otorgado suficiente financiamiento a la investigación para la migraña. En 2021, los Institutos Nacionales de Salud asignaron 40 millones de dólares para su investigación; en cambio, invirtieron 218 millones de dólares en investigación para la epilepsia, la cual afecta a una doceava parte de los estadounidenses. ¿Por qué se han otorgado tan pocos recursos al estudio de este demoledor padecimiento?
“Es una enfermedad de mujeres”, explicó Robert Cowan, neurólogo y exdirector del Programa de Stanford para el Estudio de la Cefalea. En otras palabras, señaló, es casi seguro que el sexismo tenga cierta participación en la apatía médica hacia esta enfermedad.
La buena noticia es que, durante los últimos años, el sistema médico ha puesto un mayor interés en el tema, y la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por su sigla en inglés) aprobó unos cuantos tratamientos nuevos para la migraña, algunos de los cuales son bastante prometedores. Esto es lo que algunas personas que padecen migraña deberían saber sobre el panorama actual de los tratamientos.
Identifica los síntomas de la migraña y obtén un diagnóstico.
Demasiados estadounidenses que tienen migraña la padecen en silencio. “Menos del 30 por ciento de las personas que padecen migraña buscan ayuda médica, y solo algunos de esos pacientes reciben un tratamiento adecuado para combatir dicho trastorno”, comentó Santiago Mazuera, un neurólogo del Instituto para el Cerebro y la Columna Vertebral, en Baltimore.
La migraña es una enfermedad neurológica que se distingue de las cefaleas comunes y corrientes. Es probable que las personas padezcan migraña si han tenido al menos cinco ataques de cefaleas en su vida, cada uno de los cuales haya tenido una duración de 72 horas, y si el dolor cumple con dos de estos cuatro criterios: es intermitente, se ubica en un solo lado de la cabeza, va de moderado a severo y empeora con la actividad. Además, estos ataques provocan náusea y susceptibilidad a la luz y al sonido.
Mazuera recomendó que, si sospechas que padeces migraña, vayas con tu médico de atención primaria. “En los últimos años, dentro de la comunidad de asistencia médica primaria hay una mejor comprensión de la migraña y más conocimientos sobre su tratamiento”, comentó. Pero si no obtienes la ayuda que necesitas, tal vez te convenga ver a un neurólogo o especialista en cefaleas, señaló Seniha Ozudogru, una neuróloga del Sistema de Salud de la Universidad de Pensilvania. Las personas que sufren de migraña también tienen un mayor riesgo de tener otros padecimientos, como enfermedades cardiacas, embolias cerebrales, epilepsia, ansiedad y depresión.
Para comenzar, implementa cambios en tu estilo de vida y tratamientos de primera línea.
Si tienes migraña, considera mantener un diario de las cefaleas, o descargar una aplicación diseñada para las migrañas, con el fin de identificar los posibles detonantes. A las mujeres, por ejemplo, con frecuencia les da migraña antes de su periodo y, según Cowan, esta se puede tratar de diversas maneras, incluso con un parche de estrógenos. De acuerdo con la Fundación Estadounidense para la Migraña, otros detonantes comunes de la migraña son el estrés, dormir mucho o muy poco, la cafeína, el alcohol, los cambios de la temperatura ambiental, ciertos alimentos, la deshidratación, la luz y algunos olores.
Los detonantes son a menudo parciales y aditivos: tal vez no tengas un ataque de migraña después de tomar una copa de vino tinto, pero sí después de una copa de vino tinto y una mala noche de sueño, afirmó Cowan. Un diario de las cefaleas también puede ayudar a identificar tus detonantes y averiguar si padeces migraña crónica, la cual se define como tener dolor de cabeza quince o más días al mes durante más de tres meses, y cuando al menos ocho de esas cefaleas tienen características parecidas a las de la migraña.
Con base en tus síntomas y su frecuencia, el médico puede recomendarte un tratamiento preventivo para la migraña a fin de evitar que comiencen las cefaleas. Entre este tipo de medicamentos están los antidepresivos, como la amitriptilina, los fármacos para la hipertensión, como el propranolol, y los medicamentos para la epilepsia, como el ácido valproico, explicó Cowan.
El problema con estos medicamentos es que con frecuencia “tienen efectos secundarios muy desagradables”, comentó Cowan, así que no siempre se recomiendan ni se toleran. Yo tomé propranolol durante un tiempo para controlar las migrañas, pero cada vez que hacía ejercicio, me sentía mareada y me desmayaba.
Si no sientes mejoría, busca otros tratamientos con tu médico.
Durante los últimos cinco años, unos cuantos medicamentos nuevos fueron aprobados para la prevención y el tratamiento agudo de la migraña.
Muchos de estos fármacos bloquean la actividad de una proteína asociada al dolor llamada CGRP, explicó Ozudogru. Entre los que se usan para la prevención de la migraña están los anticuerpos monoclonales, mismos que de manera periódica se inyectan o se administran por vía intravenosa. También están unas pastillas llamadas gepantes y ditanes (cuyos nombres comerciales son Nurtec ODT, Ubrelvy, Lasmiditán), las cuales pueden tomarse cuando empieza la migraña para bloquear la actividad de la CGRP. Ozudogru explicó que la FDA aprobó el rimegepant (Nurtec ODT) tanto para prevenir la migraña como para tratarla, algo que es sobresaliente porque la mayoría de los medicamentos hacen solo una cosa o la otra.
Cowan mencionó que, al parecer, estos fármacos no tienen efectos secundarios importantes (aunque pueden provocar una nausea leve), pero por lo general no se prescriben sino después de que el paciente ha probado varios tratamientos de primera línea. Eso se debe en gran medida a que los medicamentos nuevos son caros, comentó. Ozudogru mencionó que algunos médicos también son cautelosos al probar los tratamientos más recientes porque son demasiado nuevos y nadie sabe qué tan seguros pueden ser a largo plazo. La CGRP ayuda, entre otras cosas, a que el cuerpo se recupere de las embolias, así que los fármacos que inhiben la actividad de la CGRP podrían impedir la recuperación de alguien que tiene una embolia cerebral, destacó Ozudogru.
Otro fármaco que fue aprobado para tratar en particular la migraña crónica es el medicamento cosmético Botox, el cual se inyecta en las áreas que están alrededor de la cabeza y el cuello y se cree que se encarga de bloquear las sustancias químicas que llevan las señales de dolor al cerebro. “A mí me gusta mucho usar Botox”, comentó Cowan. Pero “no todo el mundo tolera que le pinchen la cabeza 31 veces, ni siquiera con una aguja diminuta”, añadió. Además, por lo general, el tratamiento con Botox se tiene que repetir cada doce semanas.
En los últimos años también se aprobaron varios dispositivos médicos para el tratamiento de la migraña. “Estos han arrojado buenos datos”, aseveró Cowan, y son ideales para los pacientes que no toleran los medicamentos o las mujeres embarazadas. El GammaCore, un dispositivo portátil, está dirigido al nervio vago del cuello. El Nerivio, un dispositivo que se porta en el brazo, y que es controlado con un teléfono celular inteligente, usa señales eléctricas para romper la trayectoria del dolor. El Cefaly estimula el nervio trigémino de la frente, y el Relivion estimula los nervios trigémino y occipital.