La inflamación muscular es la reacción de los músculos al someterse a lo que denominamos estrés. Puedes estar causada por un sobreesfuerzo mientras se realiza deporte, por un mal estiramiento o un golpe. Esta dolencia puede afectar a uno o varios músculos y también pueden verse involucrados los ligamentos, tendones y fascia. La anteriormente nombrada fascia, es el tejido que envuelve todos los órganos del cuerpo, desde músculos o tendones, hasta las células, conectando así todas las partes del organismo. Las causas de la inflamación y el dolor muscular son muchas y muy variadas, desde un mal estiramiento antes de realizar alguna actividad deportiva hasta un constipado que provoque dolor de cuerpo.
Una de las causas más comunes de esta dolencia es la sobrecarga muscular, que suele aparecer tras una exposición prolongada del músculo en cuestión a un estímulo denominado TUT o tiempo bajo presión. Este tipo de molestia no impide una vida cotidiana normal ni es un impedimento para realizar deportes, pero sí se notará un dolor constante al realizar cualquier movimiento. Estas sobrecargas musculares son imprevisibles, pero si son menos propensas a aparecer si se asegura una buena rutina de estiramientos antes y después de cualquier actividad deportiva o que esté fuera de la rutina diaria. Otra causa del dolor muscular son las lesiones en las fibras musculares, las cuales se caracterizan por la aparición de un dolor repentino, agudo e intenso y que suele estar localizado en un punto muy concreto. Este tipo de lesiones suelen ser mucho más dolorosas y pueden llegar a impedir cualquier movimiento del músculo afectado.
Como se comentaba anteriormente, otra causa muy común del dolor muscular, puede ser el malestar corporal que se sufre durante una infección proveniente de una gripe o constipado, y que puede no tener nada que ver con una lesión.
La inflamación y el dolor muscular pueden llegar a ser muy molestos y duraderos, causando alteraciones (separado) en actividades cotidianas.
Si persisten en el tiempo, uno de los problemas más comunes es la alteración del sueño, producida por las molestias musculares que impiden descansar. Otra patología que puede aparecer tras una lesión muscular puede ser la fatiga, originada como método de defensa del organismo durante o después de una actividad física intensa. Es más común en personas que realizan deporte con asiduidad. Para evitar la fatiga muscular, los consejos básicos son un buen descanso, ingesta de hidratos de carbono que ayuden a regenerar los músculos y cuidar los calentamientos previos y posteriores a las actividades deportivas.
Las miopatías inflamatorias son enfermedades crónicas, que suelen ir acompañadas de debilidad muscular. Es también conocida como Miositis. Se trata de afecciones idiopáticas, es decir, no se conoce su causa.
Los síntomas principales de la miositis son la debilidad muscular, causada por el daño de las fibras musculares, fatiga tras actividades tan simples como caminar o dificultad para respirar.
La Fibromialgia es una afección que causa sensibilidad en los músculos y en el tejido blanco que los rodea y puede provocar dificultades para dormir, fatiga e, incluso, fuertes dolores de cabeza. Se trata de un dolor crónico y, al igual que la Miositis, se desconoce su causa exacta.
Entre los síntomas de esta afección muscular se encuentran el dolor y rigidez en todo el cuerpo, fatiga y cansancio, depresión y ansiedad y el adormecimiento de manos y pies. También las alteraciones del sueño pueden ser causadas por la fibromialgia. Las patologías que causan el dolor muscular suelen ser difíciles de diagnosticar, ya que en ocasiones es necesario el conocimiento común de varios especialistas para su final diagnóstico.
Las electromiografías ayudan evaluar la salud de los músculos y las neuronas motoras que los controlan. Consiste en el registro gráfico de la actividad eléctrica de los diferentes músculos del cuerpo. Se realiza mediante la introducción de una fina aguja en el músculo o zona a explorar. Otra técnica de diagnóstico de patologías musculares es la biopsia, es decir, la extracción de tejidos y células del musculo específico y examen de los mismos con el microscopio. Esta prueba ayudará a saber si el músculo examinado presenta alguna enfermedad o infección.
La ultrasonografía puede ser también útil al mostrar la respuesta espasmódica en ciertos puntos del músculo. De esta manera se podrá comprobar si el músculo sufre alguna lesión.
Otras pruebas como la radiografía o la resonancia magnética no son tan útiles en este caso, ya que no muestran cambios patológicos en el músculo ni en el tejido conectivo. Los tratamientos de las afecciones musculares dependerán del tipo del que se trate, pero en todas ellas será necesaria la toma de relajantes musculares que ayuden a reducir el dolor y la inflamación. En el caso de las patologías crónicas, serán tratamientos paliativos. Algunos tratamientos no físicos que ayudarán son los corticoesteroides, el hielo en caso de inflamación y el vendaje compresivo que impida la movilización del músculo para su pronta recuperación. Aún así, siempre se recomienda acudir a un especialista cuando aparezca cualquier tipo de dolor muscular para garantizar el mejor diagnóstico y tratamiento. Los tratamientos de fisioterapia serán determinantes en el caso de las lesiones musculares, ya que constituirán el tratamiento de rehabilitación principal de las dolencias.
Esta será la parte más dolorosa del tratamiento, ya que se estimulará el músculo para hacerlo volver a su estado inicial, pero una vez pasadas las molestias, ayudará a aliviar el dolor y a recuperar los músculos dañados en caso de no tratarse de afecciones crónicas.