Este 14 de marzo se celebra el día mundial de la endometriosis, una dolorosa patología que padecen casi 200 millones de mujeres en todo el mundo (aproximadamente una de cada diez)y que puede llegar a ser incapacitante.
Desgraciadamente, según reflexiona la bióloga molecular e investigadora del Grupo de Oncología Traslacional del Centro Regional de Investigaciones Biomédicas Eva M. Galán Moya en el medio de divulgación The Conversation, la gran mayoría de ellas no está diagnosticada: “el falso mito de las menstruaciones dolorosas enmascara su diagnóstico y hasta que no se producen complicaciones secundarias, como la infertilidad, no se estudia a fondo a estas pacientes”.
Tal y como detalla Organización Mundial de la Salud (OMS), la endometriosis consiste en el crecimiento de un tejido similar a la mucosa interior del útero en la parte exterior del mismo. Causa un intenso dolor en el área pélvica y puede dificultar seriamente el embarazo.
Suele aparecer a partir de la primera menstruación y mantenerse hasta que se produce la menopausia. A día de hoy, no se conocen sus causas ni cómo prevenirla; tampoco existen tratamientos curativos. Afortunadamente, sí que contamos con estrategias para aliviar los síntomas.
Según las partes del concretas de la anatomía afectadas, se han descrito varios tipos de lesiones: endometriosis superficial (localizada en el peritoneo pélvico), endometriosis quística de ovario (en los ovarios), endometriosis profunda (en el tabique rectovaginal, la vejiga y el intestino) y, en casos poco frecuentes, fuera de la pelvis.
¿Cuáles son sus síntomas?
Los signos principales de la endometriosis incluyen dolor intenso en la pelvis (sobre todo durante la menstruación), dolor durante las relaciones sexuales o al ir al baño y dificultad para quedarse embarazad
Si bien en muchos casos resulta asintomática, la endometriosis suele provocar dolor pélvico que aumenta durante la menstruación, al orinar y defecar o durante y después de las relaciones sexuales. En casos más raros, puede provocar dolor crónico, hemorragia intensa durante la menstruación o entre menstruaciones, dificultad para quedarse embarazada, gases, náuseas, cansancio, depresión y ansiedad. Frecuentemente (aunque no siempre) estos síntomas se reducen o desaparecen tras la menopausia.
Esta gran variedad en los síntomas, y el aspecto muy diferente de la enfermedad en cada persona, dificulta el diagnóstico de la condición. A ello se suma el mito de que el dolor durante la menstruación es normal, que favorece que muchas mujeres ni siquiera sean conscientes de que existe un problema.
¿Cómo se trata?
El abordaje de la endometriosis consiste sobre todo en el recurso a estrategias farmacológicas o quirúrgicas para aliviar los síntomas y para aumentar las probabilidades de lograr un embarazo.
Por ejemplo, para aliviar el dolor a menudo se emplean antiinflamatorios no esteroideos y analgésicos como el ibuprofeno o el naproxeno. Otras opciones pasan por el uso de diferentes medios contraceptivos (píldoras anticonceptivas, DIU, anillo vaginal, implantes, inyecciones o parches) o los análogos de la hormona gonadoliberina.
Finalmente, en ocasiones puede ser necesario recurrir a la cirugía para extirpar las lesiones, las adherencias y los tejidos cicatrizales de la endometriosis. Este tipo de operaciones suele realizarse mediante laparoscopia, un procedimiento en el que se introduce una cámara en el cuerpo a través de una incisión pequeña.