El exponencial aumento de jóvenes ingresados en las UCI, así como el propio surgimiento de nuevas variantes, es una consecuencia de una controvertida relajación de las medidas de contención desde mediados del año pasado.
La primera vez desde el inicio de la pandemia del coronavirus, las personas menores de 40 años son mayoría entre los pacientes ingresados en las UCI de Brasil, país que vive una segunda ola más virulenta y letal que la primera, con una media de 3,000 fallecidos por día.
Datos de la Asociación de Medicina Intensiva Brasileña (AMIB) muestran que los jóvenes respondían por el 52.2% de los pacientes bajo cuidados intensivos en marzo, un salto del 16.5% con respecto al periodo comprendido entre setiembre y noviembre del año pasado y una cifra récord para esta franja de edad.
El número de pacientes que necesitan ventilación mecánica igualmente alcanzó el mayor nivel (58.1%) desde la confirmación del primer caso de COVID-19 en Brasil, el 26 de febrero del 2020.
Según expertos, los datos de AMIB sugieren no solo un cambio en el perfil de los enfermos que llenan las UCI, sino también un agravamiento del cuadro general de los pacientes, que podría estar impulsado por el surgimiento de nuevas variantes más transmisibles, la vacunación de los ancianos y, sobre todo, la falta de cuidado ante las medidas de restricción.
“Los jóvenes dejaron de preocuparse y se expusieron masivamente, basta mirar las fiestas de fin de año, año nuevo, carnaval. Esa población joven se expuso de forma desproporcionada, mucho más que cualquier otra población y ahora vemos el resultado”, señaló la epidemióloga Ana Maria de Brito.
Asimismo, la mayor transmisibilidad de nuevas variantes, cuyo potencial de infección podría ser hasta un 70% más alta, impacta directamente en una carga mayor de contagiados y, consecuentemente, una “presión mayor de personas en el servicio de salud”, entre ellas jóvenes y pacientes sin comorbilidades.
“Las variantes en circulación, particularmente la brasileña (P1), han aumentado el contingente de enfermos en todo el país de forma homogénea, algo que no ocurrió en la primera ola”, apuntó.
Otro punto señalado por Brito para la escalada de infecciones, ingresos y decesos entre personas más jóvenes es el inicio de la vacunación, hace tres meses, de la población más mayor y más vulnerable, lo que colabora para brotes en otras franjas de edad.
Sin embargo, para el médico e investigador Márcio Sommer Bittencourt, el exponencial aumento de jóvenes ingresados en las UCI, así como el propio surgimiento de nuevas variantes, es una “consecuencia” de las decisiones adoptadas en Brasil, que ha apostado por una controvertida relajación de las medidas de contención desde mediados del año pasado.
“La principal justificación del porqué de muchos jóvenes ingresados es que hay muchos jóvenes contaminándose, porque hemos apostado en una estrategia de flexibilización, de estímulo, en esa población, que es la población económicamente activa”, subrayó.
Las variantes, de acuerdo con el experto, simplemente actúan como un “factor agravante” para la transmisión desenfrenada del virus en Brasil, donde se han registrado un total de 365,000 muertos y 13.7 millones de casos.
“Hay una cuestión de proporcionalidad. Si ahora hay 100,000 infectados en lugar de 10,000, tendremos 10 veces más de todo, incluso 10 veces más hospitalizaciones de personas sanas”, enfatizó.
Pandemia rejuvenece y esperanza de vida se desploma
Los especialistas coinciden en que la clara tendencia de rejuvenecimiento de la pandemia deberá mantenerse en los próximos meses.
Un informe de la Fundación Oswaldo Cruz mostró que hubo un aumento del 1,218.3% de casos de COVID-19 entre personas de 30 a 39 años entre enero y marzo, lo que presiona aún más los ya deficientes sistemas de salud del país, ya que pacientes más jóvenes suelen pasar más tiempo ingresados.
Asimismo, la tragedia que vive el gigante latinoamericano hizo que la esperanza de vida de los brasileños se redujera en dos años, hecho no ocurría desde 1945, según un estudio realizado por científicos de diversas universidades, entre ellas las estadounidenses Harvard y Princeton y la brasileña Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG).
Con 195,000 vidas perdidas para el COVID-19 solo en el 2020, la pandemia revirtió los “logros de longevidad alcanzado a lo largo de años e incluso décadas” en Brasil, aunque los autores alertan de que las consecuencias demográficas “podrían ser aún peores” en caso de que el país no adopte medidas más eficaces contra el patógeno.
“Sin un cambio en la coordinación de respuesta a la pandemia, confinamientos inmediatos para contener el brote actual y un rápido avance en la vacunación, Brasil pronto se convertirá en una seria amenaza a la seguridad de la salud nacional y global”, concluyeron.