Nuestro cuerpo dispone de antioxidantes moleculares que se pueden clasificar como hidrosolubles o solubles en agua, como la vitamina C y el glutatión, y liposolubles o solubles en grasas, como el coenzima Q10 y la vitamina E.
Los remedios caseros para la gripe son muy variopintos. Aquellos que peinamos canas recordamos la leche calentita con miel o con una yema de huevo, incluso con algo de ponche. Pero hay uno que sobrevive al paso del tiempo y podemos considerar el más conocido y aceptado: una buena dosis de vitamina C.
¿Hay alguna razón con base científica para recurrir a la vitamina C como remedio frente a la gripe? No, no la hay para los síntomas directos. Aunque sí para las posibles secuelas.
Aunque algunos estudios han mostrado cierta capacidad de la vitamina C para prevenir algunos de los síntomas de la gripe, la realidad es que presentan problemas de diseño. De hecho, cuando se ha realizado un estudio exhaustivo analizando múltiples intentos para determinar si el tratamiento con vitamina C de verdad mejora los síntomas de la gripe, los resultados han sido nulos o muy modestos y solamente con dosis excesivamente altas tales como 1 gramo diario. Muy lejos de lo que contiene un vaso de zumo de naranja o un puñado de fresas, por ejemplo.