Todos sabemos que la apnea del sueño, al igual que un cónyuge que ronca en la cama al lado tuyo, puede interrumpir un descanso nocturno reparador. Cada vez más, se entiende que este trastorno —definido como interrupciones repetidas en la respiración mientras duermes— también representa un riesgo serio para tu salud.
La apnea del sueño sin tratar se ha vinculado a la presión alta, la diabetes de tipo 2, los problemas del hígado y posiblemente hasta a la demencia. Además, se ha demostrado en investigaciones que los adultos mayores que sienten somnolencia excesiva durante el día y tienen apnea del sueño entre moderada y grave tienen más del doble de probabilidades de fallecer que quienes carecen de estos factores.
Pero a pesar de estos riesgos potencialmente mortales, muchos ni siquiera saben que son vulnerables. Si bien más de la mitad de las personas mayores de 65 años corren un alto riesgo de padecer apnea obstructiva del sueño (el tipo más común de este trastorno), solo al 8% se les ha realizado una prueba de detección, según un estudio reciente de la University of Michigan. “Al pensar en la apnea del sueño, las personas se imaginan a un hombre obeso que ronca, pero este estereotipo se elimina con la edad”, dice la Dra. Reena Mehra, especialista en problemas del sueño y directora de Investigación sobre Trastornos del Sueño en la Cleveland Clinic. “Por ejemplo, las mujeres posmenopáusicas tienen mayores probabilidades en comparación con las mujeres premenopáusicas”.
La apnea del sueño muchas veces se pasa por alto porque sus síntomas pueden ser sutiles. “Las señales más obvias son roncar y despertarte respirando con dificultad (o que tu pareja te diga que lo haces), pero hay otras señales de las que debes estar pendiente, como sentir que no descansaste cuando te despiertas, un dolor de cabeza matutino que se te quita después de que empiezas a moverte, problemas para concentrarte o no sentir la mente igual de ágil como antes”, dice el Dr. Eric Olson, especialista en problemas del sueño en la Mayo Clinic en Rochester, Minnesota. Además, dice que si te está costando trabajo controlar tu presión arterial, incluso si estás tomando varios medicamentos, esa también es una señal de advertencia.
Si alguno de estos indicios te suena familiar, pídele a tu médico de atención primaria que te envíe a un especialista para que te evalúe. A menudo, una prueba de sueño o polisomnografía se realiza durante la noche en un centro de estudio del sueño. Mientras te alistas para dormir, un técnico te coloca sensores en el cuero cabelludo, las sienes, el pecho y las piernas, además de una pequeña pinza en un dedo o la oreja. Todos estos sensores se conectan a una computadora para que el laboratorio pueda monitorear tus ondas cerebrales, movimientos oculares, frecuencia cardíaca, patrones de respiración y niveles de oxígeno en la sangre mientras duermes.
Si no te gusta la idea de pasar la noche en una cama desconocida y estar conectado a una variedad de dispositivos (aunque ahora algunos centros hacen las pruebas en hoteles, donde puedes dormir rodeado de lujos), puedes preguntarle al médico sobre la posibilidad de hacerte una prueba en el hogar. Para eso, solo recogerás un pequeño monitor portátil en tu centro local de estudio del sueño y luego te lo pondrás en tu hogar. (Esto por lo general incluye colocarte un cinturón alrededor del pecho, ponerte una pinza en el dedo y colocarte un sensor de circulación del aire sobre la nariz). Cuando devuelves el dispositivo, el técnico analiza los resultados.
Pero ten en cuenta que esta prueba en el hogar solo descubre la apnea del sueño en los casos más graves. “Si eres un hombre de 65 años que ronca y tiene sobrepeso, y tu esposa dice que a veces dejas de respirar y te falta el aliento de noche, entonces es muy probable que tengas una apnea obstructiva del sueño. Y se detectará durante una prueba en el hogar”, dice Mehra. “Pero si eres una mujer delgada de 55 años, puede resultar menos claro, y una prueba en el hogar podría no dar resultados concluyentes”. En ese caso, es mejor que vayas a un centro especializado en trastornos del sueño para hacerte la prueba.
Si tienes apnea del sueño, cambios de estilo de vida como perder peso, evitar el alcohol antes de acostarte y dejar de fumar pueden ayudarte. Pero el tratamiento de referencia es la presión positiva continua en las vías respiratorias (CPAP), un dispositivo con una máscara conectada a una bomba de aire que te sopla aire a través de la garganta para mantenerte abiertas las vías respiratorias. Si usas una de estas máquinas, muchos de los riesgos asociados con la apnea del sueño pueden reducirse drásticamente. En un estudio del 2014 publicado en la revista médica Sleep, se descubrió que a quienes usaron una máquina de CPAP por solo tres meses se les redujo significativamente la presión arterial.
Pero en una revisión en el 2016 de estudios publicados en la revista Journal of Otolaryngology – Head & Neck Surgery se determinó que más de un tercio de las personas a quienes se les recomendó que utilizaran una máquina de CPAP no siguen usándola. “Pueden ser incómodas de usar porque pueden causar síntomas como congestión en la nariz o resequedad en la boca. Pero si una máscara no te funciona, indudablemente hay otras opciones”, dice Mehra.
Por ejemplo, si respiras por la boca, podría irte mejor con una máscara facial que te cubra la boca y la nariz. También puedes escoger un humidificador térmico, que se conecta a la máquina de presión de aire para que humedezca el aire y evite que te despiertes con la boca reseca. Si tiendes a sentir claustrofobia, busca una máscara con una almohadilla nasal que se coloca debajo de la nariz, para que te cubra menos la cara. “Como cuando compras zapatos, puede demorar bastante tiempo descubrir la marca, el tamaño y el estilo que te gustan”, dice Olson. Si probaste varias máscaras distintas y todavía te sientes muy incómodo, habla con tu médico o prestador de salud sobre otras opciones, como un dispositivo bucal si tienes una apnea del sueño leve o hasta una cirugía si tu apnea es grave.
Ayuda para quienes roncan
Más de 37 millones de personas en Estados Unidos roncan con regularidad. Eso quiere decir que es muy probable que tu pareja o tú no dejen dormir a la otra persona porque suenan como un serrucho. “A medida que envejeces, el aumento de peso o la disminución del tono muscular en la garganta pueden causar que la garganta se te vuelva más angosta al dormir y empieces a roncar”, dice Olson. Puedes encontrar alivio de la siguiente manera:
- Adelgaza. La grasa alrededor del cuello te comprime las vías respiratorias altas y te hace roncar, dice Olson. Hasta perder solo entre cinco y diez libras puede ayudarte.
- Duerme de lado. Cuando te acuestas boca arriba, la lengua se cae hacia atrás y te bloquea las vías respiratorias. Para evitar voltearte y volver a acostarte boca arriba después de dormirte, coloca a tu lado una camiseta rellena de pelotas de tenis o de medias viejas enrolladas.
- Eleva la cabeza. Elevar la cabecera de tu cama unas cuatro pulgadas o más puede eliminar la presión sobre las vías respiratorias para que te sea más fácil respirar mientras duermes.
- Prueba una tira nasal. Si lo que te hace roncar es tener la nariz tapada, la irrigación nasal con una solución salina antes de dormir podría ayudarte. Después, colócate una tira nasal de venta sin receta para mantener abiertas las fosas nasales, aconseja Olson. Quizás te convenga colocar un humidificador en tu habitación para mantener húmedo el aire. También puedes probar un aerosol nasal con corticosteroides, recetado o de venta sin receta, si tienes una congestión crónica debido a las alergias.
- No te tomes una copita justo antes de dormir. El alcohol relaja los músculos de la garganta, lo que puede causar que ronques. Si quieres disfrutar un coctel nocturno, asegúrate de cerrar el bar por lo menos de tres a cuatro horas antes de dormirte.
Si tus ronquidos no mejoran a pesar de estos esfuerzos o si además te adormeces demasiado durante el día (si, por ejemplo, con frecuencia te duermes al sentarte o hasta cuando conduces), consulta a tu médico para ser evaluado para una apnea del sueño.