Con frecuencia, estas celebraciones asumen implícitamente que el embarazo es algo cooperativo y mutuamente beneficioso tanto para los padres como para el feto. Pero esta creencia oscurece una verdad más interesante sobre el embarazo: es posible que la madre y el feto no coexistan pacíficamente en el mismo cuerpo.
En el nivel más fundamental, existe un conflicto entre los intereses de los padres y los del feto. Si bien esto puede sonar como el comienzo de una película de suspenso, este conflicto genético es parte normal del embarazo, lo que lleva a un crecimiento y desarrollo típicos tanto durante el embarazo como a lo largo de la vida de un individuo (algo que en lo que se centra mi investigación).
Sin embargo, aunque el conflicto genético es normal, si no se controla, puede desempeñar un papel en las complicaciones del embarazo y en los trastornos del desarrollo.
El embarazo generalmente se considera como un período en el que se crea un nuevo individuo a partir de una combinación unificada de los genes de sus padres. Pero esto no es del todo correcto.
Los genes que un feto obtiene de cada padre llevan instrucciones ligeramente diferentes para el desarrollo. Esto significa que hay planos contrastantes y, a veces, contradictorios sobre cómo construir el nuevo individuo.
El conflicto sobre qué modelo seguir para el crecimiento y desarrollo fetal es la esencia del conflicto genético que ocurre durante el embarazo.
Las mamás tienen que usar sus cuerpos para ayudar al feto a crecer durante el embarazo mientras que los papás no. Esto significa que los genes que el feto hereda de la madre no solo deben nutrir al feto actual, sino también tratar de mantener viva y saludable a la madre y asegurarse de que queden recursos para un posible embarazo futuro.
Estas reservas incluyen recursos biológicos como glucosa, proteínas, hierro y calcio, así como el tiempo y la energía necesarios para ayudar a sus hijos después del nacimiento a medida que crecen y se desarrollan.
Los genes del papá no tienen esta misma presión porque no usan sus cuerpos para ayudar al crecimiento del feto durante el embarazo. Los genes de un padre, entonces, no necesitan asegurar que alguien más que el feto actual prospere.
Para entender mejor esta situación, imagina que todos los recursos que una mamá puede dar a sus hijos vienen en forma de un batido. Una vez que se acaba el batido, a la mamá no le queda nada para darles a sus hijos.
Los genes maternos, por lo tanto, quieren que cada niño beba solo lo que necesita para crecer y desarrollarse. Esto asegura que el batido se pueda “compartir” entre todos los niños actuales y futuros.
Los genes paternos, por otro lado, no tienen tal garantía de representación en los otros hijos de esta madre: el padre del hijo actual puede no ser el padre de los futuros hijos potenciales de la madre.
Esta falta de representación genética garantizada significa que no hay presión sobre el padre para que “comparta” el batido. Entonces, la mejor estrategia cuando se trata de genes paternos es que el feto beba tanto batido como pueda.
Estas dos estrategias entran en un juego figurativo de tira y afloja durante el embarazo. Ambos lados están tratando de llevar el desarrollo fetal un poco más hacia su lado.
Los genes paternos alientan al feto a crecer y desarrollarse rápidamente y consumir más recursos, mientras que los genes maternos alientan al feto a crecer y usar solo lo necesario para un desarrollo adecuado.
El conflicto sobre qué tan profundamente se implanta el embrión en el útero y qué tan rápido crecen la placenta y el feto son solo algunas de las áreas en las que los investigadores han documentado este tira y afloja durante el embarazo.
El problema del batido ayuda a los investigadores a determinar dónde buscar conflictos genéticos al simplificar dónde pueden tener lugar las compensaciones durante el embarazo.
Debido a que el crecimiento fetal está en el centro del conflicto genético, los investigadores se han centrado en los procesos en los que se puede observar el conflicto sobre las transferencias de recursos de la madre al feto.
Estas investigaciones han encontrado que la placenta, un órgano fetal responsable de todas las transferencias de recursos durante el embarazo, está dominada por genes expresados paternamente.
Libera factores de crecimiento similares a la insulina derivados del padre que hacen que la madre sea menos sensible a su propia insulina y hormonas que aumentan la presión arterial materna, las cuales en última instancia aumentan la cantidad de recursos que el feto puede usar para crecer durante el embarazo pero tienen el potencial de dañar la salud de la madre.
Si el conflicto genético no se controla, puede causar complicaciones en el embarazo para la madre y trastornos del desarrollo para el niño.
De hecho, existe un consenso cada vez mayor entre los investigadores de que algunas de las complicaciones del embarazo más conocidas, como la preeclampsia, la diabetes gestacional, los abortos espontáneos y los partos prematuros, pueden explicarse mejor por un conflicto genético no controlado.
A pesar del papel potencial que juega el conflicto genético en las complicaciones del embarazo, los tratamientos médicos actuales son más reactivos que proactivos. Una mujer embarazada debe mostrar signos de complicaciones antes de que puedan realizarse intervenciones y tratamientos médicos.
Saber cómo el conflicto genético no controlado contribuye a las complicaciones del embarazo podría proporcionar a los investigadores otra forma de desarrollar tratamientos que sean proactivos e, idealmente, preventivos.
Sin embargo, actualmente no existen tratamientos para las complicaciones del embarazo que consideren el conflicto genético.
Aunque la diabetes gestacional se puede atribuir a un conflicto genético subyacente, una mujer embarazada debe presentar niveles elevados de azúcar en la sangre antes de que los médicos puedan tratar el conflicto subyacente sobre la producción de insulina y el azúcar en la sangre.
Las experiencias de las personas embarazadas durante la pandemia de covid-19 brindan un ejemplo de por qué se necesita más investigación sobre el conflicto genético. Durante la pandemia, los médicos vieron tanto una disminución dramática en la cantidad de nacimientos prematuros como un aumento en la cantidad de mortinatos y abortos espontáneos.
Ambos tipos de complicaciones están influenciados por conflictos genéticos, pero las razones detrás de estas tendencias opuestas no están claras.
Como mujer que estuvo embarazada al principio de la pandemia, mi embarazo fue aterrador y estresante, lo pasé en casa lejos de las presiones de la vida “normal”.
Más investigación sobre el complejo proceso del embarazo y el papel del conflicto genético en las complicaciones podría ayudar a los investigadores a comprender mejor cómo los cambios provocados por la pandemia produjeron resultados de embarazo tan diferentes.