Pensar en dejar atrás a los parientes puede sonar desquiciado en un país en el que la familia se sigue manteniendo como el núcleo fundamental de la sociedad. Sin embargo, cuando las relaciones familiares (entre padres e hijos, primos, hermanos, etc.) se convierten en un ambiente hostil o destructivo para uno de sus miembros, puede estar más que justificado que algunos vínculos se corten; que no se vuelvan a ver ni para Navidad.
Según Alexander Rodríguez, coordinador de la especialización en Terapia Familiar de la Universidad Luis Amigó de Medellín, “un núcleo familiar es tóxico cuando hay una dinámica entre los miembros que daña las relaciones significativas: no hay comunicación; no hay demostraciones de afecto pero sí de hostilidad, peleas, comentarios que menosprecian a otros miembros de la familia, que causan estrés constante”.
Además, como explica la psicóloga de familia María Elena López, mantener indefinidamente relaciones negativas en la familia está relacionado con la aparición de ciertas psicopatologías asociadas a tener que lidiar con altas dosis de presión y estrés. También puede causar episodios de depresión.
Un hombre bogotano de 32 años, quien prefirió no dar su nombre para este artículo, vivió como parte de una familia tóxica de esta manera: “Mis papás se separaron cuando ellos tenían más de 50 años y yo 30. En ese momento vivía con ellos por un tema económico y mi mamá, que estaba muy inestable emocionalmente, sucumbió con esa separación. Se puso muy grosera conmigo, con mis hermanos y con mis primos. Se quedó con mucho odio hacia la familia de mi papá (su abuela, sus hermanas, etcétera)”.
Cuenta que se mudó rápidamente de la casa de su madre apenas empezó a notar que ella trataba de ponerlo en contra de su padre. “Me decía que él me había hecho mucho daño, que era un desagradecido, que no merecía nada, que me iba a echar si le hablaba”. Tanto la familia de su papá como él cortaron la comunicación con ella.
Todos estos comportamientos, como explica Victoria Cabrera, psicóloga e investigadora del Instituto de la Familia de la Universidad de la Sabana, “dan cuenta de un manejo de los conflictos en el que no se controlan las emociones negativas:
hostilidad, rabia, agresión, desprecio, quejas, todas características tóxicas”. Añade que normalmente suele ser ‘un tercero metido en un problema de dos’ lo que empieza a deteriorar las relaciones familiares. “Esto se llama triangulación: un problema de dos personas que ponen en conflicto a otros parientes sin que el problema sea de ellos directamente”.
Ahora bien, esta no es la única razón por la que una familia, que viva bajo el mismo techo o no, genere vínculos tóxicos. En otros casos, los parientes forman ‘alianzas’ en contra de otro miembro y “se presenta falta de respeto contra otros miembros, agresiones, desvalorización y exclusión de decisiones familiares”, dice López.
- ¿Qué se puede hacer?
Frente a vínculos tóxicos con familiares, López recomienda que, primero, identifique si siente malestar, estrés y sufrimiento como emociones predominantes en las relaciones familiares antes de tomar medidas.
Luego, la investigadora Cabrera aconseja que evalúe cuál es su rol exacto en el conflicto en cuestión. En principio, no debe meterse en problemas que no lo incumben así como tampoco debe involucrar a otros en sus conflictos con otro pariente.
Por su parte, López dice que si usted es parte de la situación, lo mejor que puede hacer es dialogar, expresar y compartir los sentimientos hacia la persona con la que tiene el conflicto y hacer evidente el problema.
- ¿Cuándo cortar relaciones?
“Si una familia está dispuesta a arreglar las circunstancias, se puede. Si no, no”, opina Cabrera. “Cuando una situación afecta su salud, su bienestar o su integridad física, pone en riesgo su vida o hay maltrato constante y una evidencia de que los involucrados no quieren arreglar nada, debería cortar relación con esos familiares problemáticos”. En este caso, puede ser necesario tener que romper vínculos con toda su familia.
Aunque suene raro, hay que saber también controlar las esperanzas. Como explica el psicólogo Rodríguez, “a veces quienes quieren arreglarlo todo y que siempre piensan en perspectivas como grupo familiar son los que siguen siendo más desfavorecidos y afectados (porque reciben más maltrato)”.
Si eventualmente quisiera retomar contacto, Rodríguez aclara que debe ser una decisión de todos los involucrados. “Es útil que se pregunten qué pueden conciliar y de qué manera se pueden comunicar siempre y cuando sea de una forma amigable y el grupo familiar sea protagonista”.