No debe confundirse con la presencia de varices, ya que, aunque éstas pueden ser causa de ETV, consisten en dilataciones venosas en las que no siempre existe un trombo que obstruye la luz de la vena. La localización típica de la trombosis venosas son las venas de la pantorrilla y del muslo.
La trombosis venosa es la tercera causa de muerte cardiovascular después del infarto agudo de miocardio y el ictus. Sin embargo, se puede prevenir y tratar.
El pronóstico a largo plazo del paciente que ha sufrido un episodio de ETV puede complicarse debido a la aparición de trombosis recurrentes, a pesar del tratamiento anticoagulante, y a la presencia del síndrome postrombótico, caracterizado por insuficiencia venosa crónica, que condiciona problemas circulatorios y alteraciones en la piel de la extremidad que puede ulcerarse y presentar gangrena.
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¿Cuáles son los síntomas del tromboembolismo venoso?
En ocasiones existen síntomas generales, como fiebre, aumento de la frecuencia cardiaca y síntomas respiratorios, como tos, disnea y ocasionalmente hemoptisis como manifestaciones de una embolia pulmonar.
- Dolor de la extremidad afectada.
- Edema.
- Sensación de pesadez.
- Aumento de calor local en la extremidad.
¿Tiene alguno de estos síntomas?
Puede que presente un tromboembolismo venoso
¿Quién puede padecerlo?
Existen factores de riesgo adquiridos, es decir, situaciones que predisponen a la aparición de ETV.
Los más importantes son la edad avanzada, las intervenciones de cirugía mayor, los pacientes con inmovilizaciones prolongadas, como en caso de infarto cerebral o insuficiencia cardiaca, las enfermedades inflamatorias del intestino, el embarazo y puerperio, las neoplasias y los anticonceptivos orales.
Además, existen factores de riesgo congénitos, que conllevan una tendencia genéticamente determinada para presentar ETV, los más frecuentes se conocen como resistencia a la proteína C (factor V Leiden) y mutación de la protrombina, pudiendo afectar a varios miembros de una misma familia.
¿Cómo se previene la trombosis en piernas?
Existen situaciones clínicas, después de una intervención quirúrgica o personas que llevan tiempo encamados, que favorecen y aumentan el riesgo de presentar una trombosis venosa.
Es por eso que en estos casos, es necesario llevar a cabo medidas farmacológicas de prevención, administrando heparina por vía subcutánea o bien medicación anticoagulante por vía oral.
Como medidas generales que pueden disminuir este riesgo están la deambulación precoz, evitando la inmovilización durante un tiempo demasiado prolongado, beber gran cantidad de agua y la realización de ejercicios en los que se contraiga la musculatura de las piernas y de esta manera se estimule el retorno venoso.
¿Cómo se diagnostica el tromboembolismo venoso?
La presencia de síntomas y/o signos aislados no permite realizar el diagnóstico con certeza por ser inespecíficos. Por ello, son siempre necesarias pruebas complementarias, siendo fundamental la ecografía venosa (de rápida de realización, indolora y poseer elevada sensibilidad) y el TAC helicoidal, para descartar embolismo pulmonar.
En la actualidad si los resultados de la ecografía y/o TAC y de una prueba especial de laboratorio (el Dímero D) son negativos puede descartarse con seguridad el diagnóstico de tromboembolismo venoso, sin necesidad de recurrir a pruebas invasivas.
¿Cómo se trata el tromboembolismo venoso?
Prevenir la ETV es luchar contra los factores de riesgo. Si el proceso incide especialmente en pacientes cardiacos, postoperados, neoplásicos, infectados, etc., será precisamente en ellos en los que debemos instaurar la profilaxis.
Las principales medidas preventivas son, en primer lugar, medidas físicas y, en segundo farmacológicas. Entre las primeras serán beneficiosas todas las medidas que favorezcan el retorno venoso, como elevar los pies de la cama, movilización precoz, así como los distintos modelos de vendajes, compresión neumática y medias elásticas; todo ello para aumentar el flujo de las venas profundas de las piernas.
Las medidas farmacológicas están indicadas principalmente en pacientes con riesgo elevado para ETV. Se han empleado numerosas sustancias como aspirina, heparina y otros anticoagulantes, pero en la actualidad el método de elección es la administración por vía subcutánea de un preparado de heparina de bajo peso molecular, ya que se ha demostrado que estas sustancias son muy eficaces en la reducción de complicaciones derivadas de la ETV en pacientes con factores de riesgo.