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Salud

Qué síntomas produce la ansiedad y en qué se diferencia de la depresión

“Tanto la ansiedad como la depresión paralizan al individuo y son consideradas enfermedades que restan calidad de vida y el placer de realizar actividades que antes eran placenteras. Son trastornos que van de la mano, pero cada uno tiene sus síntomas y un tratamiento adecuado”, explica Silva.

Según la psiquiatra, la mayor diferencia es que la ansiedad se caracteriza por el miedo y la angustia constante, mientras que la depresión suele ser un trastorno en el que la persona se siente deprimida y no tiene motivación ni interés para realizar tareas que antes eran satisfactorias. En general, la presencia de un trastorno de ansiedad se considera un factor de riesgo de depresión y viceversa. ¿Pero por qué?

Según un grupo de ocho investigadores de la Universidad de Groningen, en los Países Bajos, existe la perspectiva de una red interconectada en el área de la psicopatología (el brazo de la ciencia dedicado a la salud mental). Explican que un trastorno psiquiátrico tiende a generar síntomas que desencadenan nuevos trastornos.

Por ejemplo, sentirse letárgico dificulta mantenerse activo durante el día, lo que luego se traduce en mayor tristeza e inquietud porque la persona no logró lo que pretendía hacer”, detalló el grupo de investigadores en un artículo publicado en 2020.

Los investigadores sugirieron la posibilidad de que exista una especie de puente de estados mentales que conectaría la ansiedad y la depresión. Además, hay varios síntomas comunes (y superpuestos) en estos dos trastornos que pueden ayudar a comprender la comorbilidad entre los dos. Como es el caso del dolor.

Según la Universidad de Harvard, los estudios científicos muestran que existe una relación anatómica entre la ansiedad, la depresión y el dolor, especialmente en pacientes con afecciones crónicas como fibromialgia, síndrome del intestino irritable, lumbalgia, migrañas y dolor neuropático (causado por daño nervioso).

La corteza somatosensorial (la parte del cerebro que interpreta sensaciones como el tacto) interactúa con la amígdala, el hipotálamo y la circunvolución del cíngulo anterior (áreas que regulan las emociones y la respuesta al estrés) para generar la experiencia mental y física del dolor. Estas mismas regiones también contribuyen a la ansiedad y la depresión”, dice. Además, dos neurotransmisores, la serotonina y la noradrenalina, contribuyen a la señalización del dolor en el cerebro y el sistema nervioso. Estos neurotransmisores también están relacionados con la ansiedad y la depresión”.

Además, Silva, de la Asociación Brasileña de Psiquiatría, explica que los trastornos mentales comórbidos (como la ansiedad y la depresión) ocurren en el 60% al 90% de los casos y que hay un aumento en las tasas de trastornos depresivos y, en menor grado, de trastornos por uso de sustancias psicoactivas en los primeros años del trastorno de ansiedad.

Según el psiquiatra, la presencia de estas condiciones en la infancia, adolescencia o adultez temprana “aumenta el riesgo de trastornos depresivos y la probabilidad de un curso de depresión grave con cronicidad e intentos de suicidio“.

Además, los estudios científicos indican que “todos los trastornos de ansiedad, en particular el trastorno de pánico, la agorafobia y el trastorno de ansiedad social son fuertes factores de riesgo para el desarrollo de trastornos depresivos y abuso de sustancias”, dice Silva.

Dentro del grupo de trastornos de ansiedad, según el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM-5), de la Asociación Americana de Psiquiatría, se encuentran el trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno de pánico, el trastorno de ansiedad social, la agorafobia, la fobia específica, el trastorno de ansiedad por separación y el mutismo selectivo. Aunque ya no forma parte del grupo de Trastornos de Ansiedad, el trastorno obsesivo compulsivo (TOC) y el trastorno de estrés postraumático (TEPT) comparten muchas características con estos últimos, incluyendo la presencia frecuente de síntomas de ansiedad“, dice Menezes. El trastorno obsesivo compulsivo (TOC), mencionado por el psiquiatra, suele describirse como una enfermedad crónica en la que el cerebro se ve afectado por pensamientos, ideas o imágenes angustiantes, lo que genera aún más ansiedad. Se caracteriza por comportamientos y actos mentales repetitivos, así como compulsiones.

Generalmente, el trastorno de estrés postraumático (TEPT) ocurre en pacientes que han experimentado un evento traumático como un accidente, abuso sexual, secuestro, y genera síntomas físicos y psicológicos como pensamientos intrusivos y recuerdos involuntarios repetidos. Según el Sistema de Salud Pública de Reino Unido (NHS), un paciente con trastorno de estrés postraumático revive el episodio traumático mediante flashbacks o pesadillas. Puede tener dificultad para dormir y para concentrarse, y puede experimentar irritación y culpa.

Estos pacientes tienden a evitar situaciones o personas que recuerdan el evento traumático.

Almeida Silva, psicóloga y también profesora de Univali, le dice a BBC News Brasil que los trastornos de ansiedad van de la mano con otras comorbilidades.

“Por ejemplo, un paciente puede tener un trastorno de ansiedad generalizada (TAG) y un trastorno de pánico al mismo tiempo”, señala.

El TAG, o trastorno de ansiedad generalizada, suele describirse como una ansiedad excesiva y constante que afecta las actividades diarias del paciente, manifestándose casi todos los días durante al menos 6 meses. El Sistema de Salud Pública de Reino Unido define el TAG como una afección a largo plazo que causa ansiedad por varios tipos de problemas y situaciones, en lugar de un evento específico.

Los pacientes con TAG se sienten ansiosos la mayor parte del tiempo y pueden tener dificultades para recordar cuándo se sintieron relajados por última vez, por lo que es común que cuando se resuelve un pensamiento ansioso, otro parezca ocupar el lugar del anterior.

Los expertos definen el trastorno de pánico como ataques de pánico frecuentes. Aquí los síntomas son físicos y psicológicos. Es común que las personas que experimentan estos ataques confundan los síntomas de una crisis con los de un ataque cardíaco y terminen en una sala de emergencias.

Entre los síntomas se encuentran dolor de pecho, escalofríos, palpitaciones, sudoración, sensación de atragantamiento, entre otros. Según la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, una persona con trastorno de ansiedad por separación siente una ansiedad persistente cuando la persona con la que tiene un vínculo muy cercano (madre, padre, cónyuge, hijo) se separa de ella. La intensidad que se siente es mayor de la esperada para su edad y puede llevar a decisiones que limiten su convivencia y desarrollo en el mundo.

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