Las baterías de sodio están ganando terreno entre los vehículos eléctricos como una solución práctica a la escasez de litio. La abundancia del sodio las convierte en una opción especialmente atractiva para los modelos de cero emisiones. Además, se está explorando otra aplicación para esta tecnología: alimentar los sistemas eléctricos de los vehículos de combustión e híbridos. 

Baterías en el mercado

La mayoría de los vehículos en el mercado están equipados con baterías de plomo-ácido para alimentar sus sistemas eléctricos. Existe una amplia gama en el catálogo, que incluye tanto baterías de electrolito sólido como líquido, estas últimas conocidas como baterías de gel. Estas se fabrican añadiendo sílice al ácido sulfúrico para crear una pasta viscosa. Una de las principales ventajas de este tipo de baterías es su durabilidad, que puede variar entre cinco y diez años.

En los últimos años, con la introducción de los modelos MHEV, se ha incorporado una pequeña batería de iones de litio para respaldar el sistema de arranque. Sin embargo, con la creciente popularidad de las baterías de sodio para la próxima generación de vehículos eléctricos, los proveedores de la industria automotriz están explorando nuevas aplicaciones para estos acumuladores de energía.

Para todos los coches

Los ingenieros de Altris, una empresa sueca, han desarrollado una fórmula para reducir costos y mejorar el rendimiento de los vehículos de combustión, híbridos y enchufables. En estrecha colaboración con Clarios, un fabricante de baterías, han conseguido adaptar esta tecnología de coches eléctricos a vehículos de combustión interna, utilizando dispositivos de bajo voltaje con un máximo de 60 voltios.

Esta solución se vuelve más eficiente a medida que avanza la electrónica y se hace cada vez más evidente en los sistemas de confort, conectividad y seguridad a bordo, los cuales demandan una mayor alimentación eléctrica. 

Ventajas del sodio

Las baterías de iones de sodio, aunque actualmente no están listas para comercializarse a gran escala, representan una solución a la persistente escasez de reservas de litio en el planeta. Estas baterías están fabricadas con una combinación de cloruro de sodio (sal común), madera, hierro y aire, lo que las hace más sostenibles desde la perspectiva de la economía circular, es decir, facilita su reciclaje de manera más simple y directa.

Los cuatro materiales son abundantes en el mundo para la producción de iones y celdas de sodio, y además, son más limpios, sin necesidad de someterse a procesos para eliminar impurezas en forma de minerales tóxicos. Esta es una de las principales ventajas de la nueva generación de baterías de bajo voltaje.

Además, el sodio ofrece baterías más económicas y seguras que el litio, ideales para almacenar energía a gran escala. A diferencia de las de litio, que pueden ser propensas a incendiarse si se dañan o se sobrecalientan, las baterías de sodio son menos inflamables y tienden a ser más seguras en términos de riesgo de incendio.

Si bien las baterías de sodio tienen la ventaja de ser más seguras y económicas, generalmente tienen una densidad de energía más baja en comparación con las baterías de litio. Esto significa que pueden ser más voluminosas y pesadas para una cantidad dada de energía almacenada.

Aunque estas nuevas baterías aún están en desarrollo, se espera que su adopción crezca con mejoras técnicas y reducción de costos. Altris ha señalado que estas nuevas baterías de bajo voltaje se instalarán en uno de cada tres automóviles en más de cien países de todo el mundo, a menos que un fabricante se adelante y firme un acuerdo de colaboración para el suministro exclusivo.