La carrera espacial de los años 60 parece estar de vuelta, aunque a su manera y con pugnas más fragmentadas. Por un lado, está la llegada de las empresas privadas y su particular lucha por ser líder del sector. Por otra, está la propia carrera entre las agencias gubernamentales, donde esta vez hay más contendientes (Japón, India e incluso Europa) y con China ocupando el lugar de la antigua Unión Soviética frente a Estados Unidos como líderes mundiales.
Pues bien, esta semana, China acaba de dar un paso adelante y marcar un hito hasta ahora restringido: su sonda Chang’e-6 ha conseguido recoger y devolver a la Tierra con éxito las primeras muestras recogidas del lado oculto de la Luna.
Un hito que más allá de la labor técnica, podría ayudarnos en la comprensión sobre la formación de los planetas.
El hecho ha tenido lugar este 25 de junio, cuando la sonda lunar aterrizaba en el desierto de Mongolia Interior, culminando una misión de casi dos meses que involucró riesgos considerables.
En esta misión, que es la sexta de China a la Luna y la segunda al lado oculto, la Chang’e-6, bautizada así en honor a la diosa de la Luna de la mitología china, lograba lo que ninguna otra nación ha conseguido: traer muestras del lado más distante y enigmático de nuestro satélite natural.
La cara oculta de la Luna, un territorio repleto de cráteres gigantes y superficies irregulares, ha sido siempre un reto para la exploración espacial. Debido a su lejanía y a las condiciones adversas, acceder a esta región requiere de tecnología avanzada y una planificación meticulosa.
China, sin embargo, ha demostrado una vez más su capacidad de superar estos obstáculos y consolidarse como una potencia en la exploración del espacio exterior
Los científicos esperan que las muestras recolectadas por la Chang’e-6 proporcionen respuestas cruciales sobre la formación de los planetas. Catherine Heymans, astrónoma real de Escocia, expresaba a la BBC su entusiasmo ante la posibilidad de que estas muestras permitan testar teorías sobre la formación de la Luna y su relación con la Tierra.
“¿Es muy similar a la Tierra? ¿Puede eso confirmar nuestra teoría de que la Tierra y la Luna fueron una vez lo mismo? La actividad geológica en la Luna es muy diferente en el lado cercano y el lado lejano, y ha sido un gran enigma por qué vemos esas diferencias”, plantea como preguntas que se pueden responder.
El retorno de la Chang’e-6 no solo tiene un significado científico, sino también un profundo simbolismo nacional.
La imagen de los oficiales chinos plantando la bandera en el desierto de Mongolia Interior, retransmitida en vivo por los medios estatales, refuerza el orgullo y la ambición de China en su programa espacial.
El presidente Xi Jinping felicitó al equipo de la misión y destacó la importancia de seguir explorando el espacio profundo para el beneficio de la humanidad.
La exitosa misión de la Chang’e-6 llega en un momento en que la competencia por el dominio espacial entre China y Estados Unidos está en su punto álgido. Con planes para enviar una misión tripulada a la Luna antes de 2030 por parte de China, y la Misión Artemisa ya para 2026 por el bando norteamericano, China y EE.UU. se pelean por ver quién marca el ritmo.
Y es que los expertos creen que la próxima gran carrera espacial no solo tratará de poner humanos en la Luna, sino de quién logrará controlar y explotar sus recursos. La posibilidad de encontrar hielo en el lado oculto de la Luna abre la puerta a la producción de agua, oxígeno y combustible, esenciales para futuras misiones de larga duración en el espacio.
Esta carrera por los recursos lunares podría redefinir el equilibrio de poder en la exploración espacial.