Aunque la región se ubica muy atrás con respecto a los países más ricos, hay naciones que vienen dando pasos concretos e incrementan paso a paso las ventas de vehículos que no utilizan combustibles fósiles
En todas partes del mundo, los ciudadanos comienzan a exigir ciudades más limpias, dinámicas y conectadas. Y la movilidad cumple un papel fundamental pero a la vez extremadamente complejo.
Los vehículos eléctricos son considerados como una tecnología prometedora para la reducción del consumo de energía, de emisiones de gases de efecto invernadero y de contaminación del aire local. Por eso, una serie de naciones estableció plazos para eliminar gradualmente los automóviles de combustibles fósiles a favor de un futuro eléctrico mientras el mundo busca frenar los efectos del cambio climático.
Noruega, precursora en e-movilidad, va en camino a que todos los automóviles nuevos sean vehículos de cero emisiones -es decir, eléctricos o impulsados por hidrógeno- para 2025. En el Reino Unido, Boris Johnson anunció el año pasado un plan que incluía prohibir la venta de vehículos nuevos de gasolina y diésel para 2030.
La Comisión Europea quiere poner fin a la venta de coches nuevos a gasolina y diésel para 2035 -la prohibición incluiría híbridos-; y, en Estados Unidos, Joe Biden anunció un objetivo para que la mitad de todos los automóviles vendidos en el país sean vehículos de cero emisiones para 2030. China, el principal contaminante del mundo y el mayor mercado de automóviles, apunta a que el 25% de las ventas de autos nuevos sean vehículos eléctricos e híbridos para 2025.
América Latina sigue muy atrás en la carrera, pero los diferentes modos de movilidad sostenible empiezan, de a poco, a ganar fuerza en la región.
El futuro es eléctrico
Varias naciones están estructurando rápidamente planes de descarbonización, estrategias de movilidad y otros elementos normativos que potencian y aceleran la transición hacia modelos más sostenibles, tanto del sector energético como del transporte, según se evidencia en la cuarta edición deuna serie de informes sobre el estado de la movilidad eléctrica en América Latina y el Caribe, elaborados por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), a
El sector del transporte en América Latina y el Caribe representa el 15% de sus emisiones de CO2. De este 15%, el 37% son emisiones de autos, y el resto corresponde a transporte público, como autobuses, razón por la cual comenzar la conversión eléctrica llevará a la región por la corriente correcta.
Según datos del rastreador industrial EV-Volumes, los vehículos eléctricos representaron en el mundo el 4,2% de las ventas de vehículos ligeros en 2020, casi el doble que en el 2019, con 2,5%. Los países que lideran la carga son -y aquí no hay sorpresas- nórdicos: Noruega, Islandia y Suecia con automóviles eléctricos que representan 74,8%, 45% y 32,2% del total de sus ventas en 2020.
“A nivel mundial, Europa marca una acelerada adopción de vehículos eléctricos y países como Noruega, Islandia, Suecia, Países Bajos, Finlandia, Dinamarca y Suiza llevan la delantera”, cuenta a Infobae Lucía Bellocchio, experta en ciudades inteligentes, fundadora de Trend Smart Cities y directora de la Diplomatura en Smart Cities de la Escuela de Gobierno de la Universidad Austral.”En diferentes ciudades de Europa ya es posible percibir un incremento en la infraestructura de carga para estos vehículos”.
“En nuestra región, la adopción de autos eléctricos viene un poco más lenta. Colombia, Chile, Costa Rica y México son los países con mayor adopción. La implementación de autos eléctricos está aún en una fase de adopción temprana”, dice Bellocchio.
No obstante, la transición hacia una movilidad eléctrica ya es una tendencia global, “y es cada vez más urgente en vista a cumplir los objetivos de descarbonización de una de las industrias más responsable de la contaminación ambiental. Por ello, se espera que la adquisición de autos eléctricos comience a aumentar de forma gradual en los próximos años, y con ello la infraestructura urbana y las políticas públicas que abracen esta tendencia”.
“Que estamos a años luz de Noruega es correcto”, opina Felipe Clavel, gerente de Vehículos Eléctricos para la región Sudamérica de Nissan, “pero no tantos años luz de Europa o Estados Unidos. La penetración que tenemos de auto eléctrico en Latinoamérica todavía es baja, pero sí vemos todos los años casi duplicaciones versus el año anterior, sobre todo en los países que más introducción de vehículo eléctricos tienen, que son Costa Rica, Colombia y Chile”.
Coincide Diego Prado, director regional de Comunicaciones de Toyota para América Latina y el Caribe: “La electrificación de la movilidad en América Latina es un camino que toda la industria automotriz ha comenzado a transitar con objetivos a alcanzar en el mediano y largo plazo. El objetivo final de este proceso no es la electrificación de los vehículos en sí misma, sino alcanzar la carbono neutralidad”.
“Según el tipo de matriz energética de cada país, actual y futura, la electrificación de la movilidad puede contribuir a alcanzar el objetivo superior de carbono neutralidad o ser un obstáculo para ello”.
Los países de la región que lideran el movimiento
“La región está avanzando muchísimo, principalmente en Chile y Colombia”, dice a este medio Mariano Luis Jimena, socio fundador y presidente de la Asociación Argentina de Vehículos Eléctricos y Alternativos (AAVEA), y director y Primer Presidencia Pro Tempore (2019) de la Asociación Latinoamericana de Movilidad Sostenible (ALAMOS). “Hay que entender en qué lugar estamos parados en relación al mundo. En España en el 2020 del total vendido, el 4,3% es eléctrico; en Alemania, el 11%; en Noruega, más del 70%”.
Cada mercado tiene una una realidad diferente, asegura Clavel. “Las de Chile, Colombia y Costa Rica -los tres que lideran la e-mobility en la región- son tres realidades muy diferentes: Costa Rica tiene una mentalidad más verde; Colombia tiene muchos beneficios para vehículos eléctricos; y en Chile hay una gran oferta de vehículos eléctricos, 57 marcas disponibles, entonces hay mucha competencia y eso también contribuye a que exista esta mayor penetración”.
Las ciudades que se destacan por su mayor avance en materia de electrificación de los buses de transporte público en 2020 son Santiago de Chile (Chile), Bogotá (Colombia) y Ciudad de México (México), según los datos de MOVE.
Este mismo informe revela que 27 de los 33 países de América Latina y el Caribe han priorizado el sector transporte como un elemento central para alcanzar sus metas en reducción de emisiones. En el año 2019, 13 países de la región mencionaron la movilidad eléctrica de manera específica dentro de sus compromisos internacionales, pero solo Uruguay fijó metas condicionales e incondicionales cuantificables para la introducción de la movilidad eléctrica
Además, Chile, Colombia, Costa Rica, Panamá, y República Dominicana han publicado políticas nacionales en electromovilidad, mientras que México, Guatemala, Honduras, Paraguay, Nicaragua, El Salvador, Ecuador y Argentina están en proceso de desarrollo de sus planes o estrategias.
Algunas estratégicas de vehículos eléctricos en la región
En Norteamérica, México presentó una versión actualizada de su Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC) -reducciones previstas de las emisiones de gases de efecto invernadero en virtud de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático-, donde señaló el transporte como un eje esencial para la reducción de emisiones contaminantes. También se ofrecen incentivos para los vehículos eléctricos privados en diferentes estados, lo que ha impulsado el mercado de vehículos eléctricos e híbridos. En su Estrategia Nacional de Movilidad Eléctrica, México apuesta a alcanzar el 50% de autos híbridos o eléctricos para 2040, y el 100% para 2050.
En el caso de Centroamérica, Panamá contempla desde 2014 en su NDC, “el desarrollo de sistemas de transporte público masivo energéticamente eficientes”, y en la actualización de sus compromisos a finales de 2020 establece una Agenda de Transición Energética con la movilidad eléctrica como eje principal. Nicaragua, por su parte, estableció como actividad requerida el diseño de una estrategia de electrificación del transporte público en Managua.
En el Caribe, Cuba incluyó en su NDC actualizada alcanzar un “transporte terrestre menos intenso en carbono” donde se plantea la reducción del 50% de sus emisiones de GEI a través de la introducción de más de 55.000 vehículos eléctricos y la instalación de 25.000 puntos de carga al 2030. En este sentido, República Dominicana estableció diferentes rutas para la electrificación del sector del transporte.
En Costa Rica, los vehículos eléctricos ganan cada vez más popularidad gracias a la Ley de Incentivos y Promoción del Transporte Eléctrico de 2018, que establece incentivos fiscales y no fiscales. También tiene un Plan Nacional de Descarbonización que promueve el transporte eléctrico. Entre sus objetivos, quieren que el 70% de los autobuses y los taxis tengan cero emisiones en 2035 y el 100% en 2050.
La República Dominicana es el país con mayor número de alternativas de compra de autos eléctricos en el Caribe, según el informeIslas Electrificadas: el camino a la electromovilidad en el Caribe. Además, desde 2018 hasta enero de 2020 el número de vehículos eléctricos aumentó casi nueve veces, de 55 a 472.
En la subregión andina, Colombia se propuso generar un mercado para la introducción de 600.000 vehículos eléctricos con un potencial de reducción de emisiones de 4.04 Mt CO2 eq. A finales de 2020, el Ministerio de Hacienda publicó un decreto que exime de derechos de importación a los autos eléctricos hasta el año 2022. Además, desde hace tres años que este país ha estado diseñando un marco regulatorio para promover la transición a los autos eléctricos.
Perú se comprometió de manera incondicional a no superar emisiones por 208.8 Mt CO2 eq en 2030 e incluyó el transporte como eje prioritario. En este país existen propuestas para la creación de una estrategia nacional, impulsada por asociaciones civiles. Ya en el 2019, este país había declarado de interés nacional la promoción de los vehículos eléctricos e híbridos y ordenó la exención del impuesto selectivo al consumo.
En el Cono Sur, Argentina propuso en 2020 el desarrollo de una cadena productiva en torno al hidrógeno como parte de su transición energética hacia el 2030. Su actualización menciona la promoción de vehículos livianos con tecnologías de bajas emisiones como vehículos híbridos y eléctricos. Además, el 1 de marzo el presidente Alberto Fernández anticipó el envío al Parlamento del proyecto de ley de movilidad sustentable que prevé un conjunto de incentivos y beneficios para estimular la inversión privada para desarrollar la fase primaria de litio, la industrialización y la fabricación de baterías de litio y de vehículos eléctricos. Además, el Ejecutivo renovó esta semana -y hasta marzo de 2023- la reducción o incluso la eliminación de los aranceles a la importación de automóviles eléctricos.
Chile, por su parte, incluyó a la movilidad eléctrica en sus compromisos internacionales. Pretende alcanzar en 2050 la electrificación del 100% de la flota de taxis y vehículos de transporte urbano, y hasta un 58% de los vehículos privados y comerciales.
En el caso de Brasil, estableció una meta de reducción de emisiones totales del 43% para 2030, así como el objetivo de alcanzar la neutralidad de carbono al 2060. En su NDC menciona el incremento de la capacidad de producción de biocombustibles para el transporte, sin especificar metas concretas para este sector.
Es importante destacar que hay países, como Uruguay, con un gran avance en materia de incentivos para la movilidad eléctrica, que no tienen un documento único que dirija la política. Este país, por ejemplo, tiene una de las densidades de cargadores para coches eléctricos más altas del mundo.
Según los expertos que elaboraron el reporte de MOVE, “prácticamente todos los países de América Latina y el Caribe cuentan con legislación que incentiva la entrada y/o el uso de vehículos eléctricos a nivel nacional, con estímulos como ampliaciones de cuotas arancelarias, y reducción o eliminación de impuestos”.
La electromovilidad como solución
Como apunta Bellocchio, la movilidad eléctrica es un camino hacia el futuro que ya comenzó, pero que necesita a varios actores comprometidos para que sea, efectivamente, una realidad en nuestra región.
“Se necesita el compromiso y el apoyo de gobiernos, a través de incentivos y fomentos a este tipo de movilidad, así como la implementación de políticas públicas que faciliten el ecosistema eléctrico, de las empresas de la industria automotriz (en Europa varias de ellas ya hicieron anuncios públicos de producir y comercializar solo vehículos eléctricos en 2025/2030) y la adopción por parte de los usuario, que claramente, será una consecuencia de las anteriores”, agrega.
“Cuando estamos hablando de porcentajes tan chiquititos -todavía estamos hablando de porcentajes que no alcanzan el 1%-, esas duplicaciones son bajas en volumen, pero sí representan un crecimiento considerable y te están mostrando un camino hacia hacia dónde está yendo la región”, apunta Clavel.
Este cambio hacia una movilidad neutra en carbono desafía a las ciudades a proveer infraestructura, y los latinoamericanos están muy expectantes al respecto. “Nosotros hicimos encuestas en el año 2018, y un 80% está dispuesto en algún momento a comprar un vehículo eléctrico”, dice Clavel. “Obviamente, hoy día tenemos barreras de costos todavía, pero existe esa voluntad. El latinoamericano ve una solución en la electromovilidad”.
Según Prado, “los desafíos más importantes que tiene por delante la región para implementar una movilidad eléctrica, buscando alcanzar la Carbono Neutralidad, tienen que ver con el desarrollo de la infraestructura de carga y con la generación de electricidad proveniente de recursos renovables”.
“Todavía estamos en una curva de early adopters”, apunta Clavel. “Esto significa que la tecnología todavía sigue siendo cara y está siendo adquirida por gente con alto poder adquisitivo”.
Sin embargo, la del auto eléctrico se va transformando en una tecnología competitiva. Como explica el experto, “tú vas a poder ir a un concesionario a elegir entre un diesel y un eléctrico, y vas a ir por el eléctrico porque tienen muchos más beneficios. Ahí se va a producir el salto. Esperamos que ese comienzo del salto se empiece a dar entre el 2025 y el 2030”.
Entre esos beneficios, el ahorro también es importante. Un auto eléctrico se carga de cero a 100% en cinco o seis horas, según datos proporcionados por Clavel. “Y tu auto nunca lo vas a cargar desde cero, en general lo vas a hacer desde 60% o 70%. Entonces, con una hora y media de carga ya es suficiente para el siguiente día”.
Además, cargar un vehículo eléctrico cuesta un tercio o incluso una cuarta parte de lo que uno gasta con un auto con combustible, pero también hay un tema muy importante: la eficiencia de energía de un vehículo eléctrico. “Si un modelo tiene hasta entre un 85% y un 90% de eficiencia, significa que cada kilowatt de energía que tú usas, un 85, o un 90% es para mover el vehículo, o sea, de verdad estás usando la energía para el objetivo que tú quieres. En cambio, un vehículo de combustión interna es entre un 25 y un 30% eficiente, o sea, de cada 100 dólares que tú gastes en combustible, solamente 20 ó 30 dólares los vas a usar para mover el vehículo. Al revés es el caso de un auto eléctrico: de 100 dólares, 85 ó 90 los va a usar para mover el automóvil”.
Prado agrega que en la región, es posible iniciar de forma rápida y práctica este proceso de electrificación de la movilidad a través de la introducción de vehículos eléctricos híbridos, que permiten una reducción de las emisiones de CO2 de aproximadamente un 40% respecto a los vehículos de combustión tradicionales, sin que sean necesarias las grandes inversiones en generación y transmisión de energía eléctrica de fuentes renovables.
Lo importante es la concientización para que cuando llegue esta reducción de costos en la tecnología, no haya barreras para el usuario, o incertidumbre de poder adquirirla.
“El resto de las tecnologías de electrificación de la movilidad ya están disponibles (híbridos enchufables, a batería o celdas de hidrógeno), pero dependemos para su introducción, de las posibilidades de la reconversión de la matriz energética a fuentes renovables y el desarrollo de infraestructura de generación y transmisión en cada país”, finaliza.
Como describe Jimena, los vehículos eléctricos son más caros, “pero cada vez son más baratos. En los países hay distintos incentivos, como sacar impuestos”. Coincide Bellocchio: “A través de un trabajo conjunto de todos los actores y de políticas públicas comprometidas en, al menos, neutralizar la huella de carbono y fomentar e incentivar en costos e infraestructura, la transición energética de la industria automotriz y desalentar el uso de vehículos a combustión tradicional será posible” en América Latina.