La compañía Astrobotic perdió el control de la nave siete horas después de un exitoso despegue, en lo que pretendía ser la vuelta de la NASA a la superficie del satélite
El módulo Peregrino 1 ya volaba hacia la Luna, en una misión que pretende ser la primera iniciativa privada en lograr un aterrizaje suave sobre el satélite, cuando “ocurrió una anomalía”. Siete horas después de un exitoso lanzamiento desde Cabo Cañaveral (Florida) a las 8.18 (horario peninsular español) a bordo del cohete Vulcan Centaur, la empresa encargada del módulo lunar, Astrobotic, anunciaba en un comunicado que no había podido orientarlo hacia el Sol para alimentarse de su energía. En otra nota posterior, la compañía explicó que el problema puede haber surgido en una mala propulsión del módulo, que “de confirmarse, amenaza la capacidad de la nave de realizar un aterrizaje suave en la Luna”. Tres tensas horas después, los técnicos de la compañía lograron retomar las riendas del artefacto cuando ya tenía la batería “baja” y restablecer las comunicaciones con la sonda para reorientarla hacia el Sol. Pero el fallo en la propulsión que motivó la anomalía inicial ha supuesto “una pérdida crítica de combustible”. Todo indica que se va a perder.
Es el primer intento de vuelo robótico privado a la Luna de la iniciativa CLPS (Servicios de Carga Útil Lunar Comercial, de sus siglas en inglés) de la NASA, que es una parte del plan de retorno a la Luna dentro del programa Artemis, en el que colaboran EE UU, Europa, Japón y otros países. Hasta ese fallo, se habían ido cumpliendo todos los pasos preliminares de ese plan para asentar colonias lunares a finales de esta década y preparar el asalto a Marte dentro de 20 años.
“Cada éxito y revés son oportunidades para aprender y crecer. Usaremos esta lección para impulsar nuestros esfuerzos para avanzar en la ciencia, la exploración y el desarrollo comercial de la Luna”, ha reaccionado Joel Kearns, administrador asociado adjunto de exploración en la Dirección de Misiones Científicas de la NASA.
“Son exploradores que van antes que nosotros”, dijo el administrador de la NASA, Bill Nelson. 52 años después de la última vez que EE UU posó una nave en la Luna, aquella vez con la tripulación humana de la misión Apolo 17, Nelson aseguró que el lanzamiento de hoy de un vehículo robótico que lleva carga a la superficie lunar “es un gran salto para la humanidad. Estas misiones de alto riesgo no solo llevarán a cabo nuevas investigaciones científicas en la Luna, sino que también ayudarán a construir una nueva economía comercial en el espacio”. El máximo dirigente de la agencia espacial estadounidense ha recalcado que estas misiones de la iniciativa CPLS “nos ayudarán a entender la evolución de nuestro sistema solar y a dar forma a la exploración humana para el programa Artemis”.
Casi seis décadas después de que, el 3 de febrero de 1966, la Unión Soviética lograse aterrizar con suavidad en la Luna con su sonda Luna 9, colocar un artefacto sobre nuestro satélite sigue siendo una empresa de alto riesgo. La India, que alunizó con su módulo Vikram el año pasado y se convirtió en el cuarto país en conseguirlo, había fracasado en un intento anterior, en 2019. Ese mismo año, la compañía israelí SpaceIL, también se estrelló cuando trataba de ser el primer proyecto privado en llegar, un hito que tampoco alcanzaron en 2023 los japoneses de Ispace.
El Peregrino 1, que mide casi dos metros de alto por dos y medio de ancho y tiene una capacidad de 120 kilos, partió desde Cabo Cañaveral a las 8.18 (horario peninsular español). Y lo hizo a bordo del nuevo cohete de la United Launch Alliance (ULA, formada por Lockheed Martin y Boeing Defense), el Vulcan Centaur. La misión tiene dos novedades que añaden incertidumbre al proyecto: muchas características pioneras del cohete y también el vuelo inaugural para los motores Blue Engine 4, de Blue Origin, la compañía de Jeff Bezos. A pesar de esas incógnitas, el presidente de la ULA, Tory Bruno, declaró que “la cuenta atrás ha sido sorprendentemente tranquila. De hecho, pensé que me estaban fallando los auriculares porque no me llegaba ninguna comunicación. Ha sido un lanzamiento muy limpio, especialmente teniendo en cuenta que era el primero”.
Si todo hubiera funcionado según lo previsto, el viaje hasta la Luna duraría casi siete semanas. Primero, a finales de enero, el Peregrino 1 llegará a la órbita lunar; y luego, habrá que esperar aún un mes más hasta su intento de aterrizaje, programado para el 23 de febrero en la región Sinus Viscositatis (Bahía de la Viscosidad), un territorio bautizado así en 2022 y sobre el que hace millones de años fluyó la lava.
El módulo de aterrizaje transporta 20 cargas útiles, incluidos cinco instrumentos de la NASA. La agencia espacial, que se puso en manos de esta iniciativa privada en 2019, quería tomar medidas de la atmósfera lunar, la composición del regolito del suelo o el entorno radiactivo al que se enfrentarán los astronautas. Junto a estas herramientas, hay objetos llegados de siete países. Entre ellos, más material científico, como un detector de radiación del Centro Aeroespacial Alemán, pero también cosas más simbólicas, como una cápsula del tiempo con mensajes de 80.000 niños de todo el mundo, y muestras de ADN y cenizas de 70 humanos enviadas por la compañía de entierros espaciales estadounidense Elysium Space. Entre esas muestras están las del creador de Star Trek, Gene Roddenberry, el escritor de ciencia ficción Arthur C. Clarke, y tres presidentes de Estados Unidos: George Washington, Dwight D. Eisenhower y John F. Kennedy. Ahora, van a la deriva por el espacio.
Sobre todo, la misión Peregrino 1 es el primer paso de un nuevo modelo de viajar a la Luna, que puede hacer más accesible el satélite para los científicos y que puede ser un modo más eficiente para la NASA de comenzar con la colonización lunar. Triunfe o fracase, esta misión será la primera de 10 CLPS programadas en un futuro próximo. Y John Thornton, director ejecutivo de Astrobotic, ya ha advertido que un contratiempo no les detendrá.
En el lanzamiento de esta mañana todo salió según lo previsto. Tras unos 50 minutos de vuelo, la nave se separó del cohete y un segundo encendido del motor propulsó el módulo Peregrino 1 en dirección al satélite terrestre: “Es un sueño. Vamos camino de la Luna”, declaró tras ese momento John Thornton a la televisión de la NASA. Con un presupuesto poco mayor al de proyectos anteriores, como el indio Chandrayaan-3 o el israelí Beresheet, se estima que la misión de Astrobotic ronda los 100 millones de dólares, menos de la mitad que la película Avatar.
El éxito de esta coalición de empresas pone en riesgo el monopolio de acceso al espacio de SpaceX, de Elon Musk, que había conseguido convertirse casi en imprescindible. Otra compañía privada, Intuitive Machines (de Houston), tiene como objetivo lanzar un módulo de aterrizaje a mediados de febrero, volando en un cohete de SpaceX. Pero antes el foco estará puesto en Japón, que intentará alunizar el 19 de enero. El módulo de aterrizaje de la Agencia Espacial Japonesa, que cuenta con dos pequeños vehículos exploradores, se lanzó en septiembre junto con un telescopio espacial. Si tiene éxito, Japón se convertirá en el quinto país en realizar un aterrizaje suave en la Luna, tras la Unión Soviética, EE UU, India y China, que ha alunizado tres veces en la última década y planea volver a recoger muestras a finales de este año. Y apenas el verano pasado, la India lo hizo.
Fuente: El País