El ambicioso proyecto de la Agencia Espacial Europea (ESA) despegó el viernes ante la mirada expectante de científicos y miles de personas y un día después de lo programado por el mal tiempo.
El potente cohete Ariane-5 partió desde el puerto espacial de Kourou, en la Guayana Francesa, con el Explorador de Lunas Heladas de Júpiter (Juice, por sus siglas en inglés) a bordo: un satélite que se espera llegue a la órbita del mayor planeta del Sistema Solar dentro de poco más de 8 años, en julio de 2031, tras recorrer 6.600 millones de kilómetros.
No será un viaje directo, ya que el cohete no tiene la capacidad de hacerlo pese a que las órbitas de la Tierra y Júpiter “sólo” están separadas por 600 millones de kilómetros.
En cambio tomará una ruta bastante tortuosa por el interior de nuestro Sistema Solar que utilizará la gravedad de Venus y de la Tierra para ser impulsado hacia el gigante gaseoso.
La misión en la que científicos de la Agencia Espacial Europea llevan trabajando unos 15 años tiene como objetivo estudiar las principales lunas de Júpiter: Calisto, Ganímedes y Europa.
Se cree que estos mundos cubiertos de hielo albergan grandes reservas de agua líquida y hay intriga por saber si estas lunas podrían albergar vida.
Puede sonar a fantasía dado que Júpiter se encuentra en el exterior del Sistema Solar, lejos del Sol y recibiendo sólo una 25ª parte de la luz que incide sobre la Tierra.
Pero la presión gravitatoria que el gigante gaseoso ejerce sobre sus lunas significa que potencialmente tienen la energía y el calor necesarios para impulsar ecosistemas simples, muy parecidos a los que existen alrededor de los respiraderos volcánicos en los fondos oceánicos de la Tierra.
Juice no buscará “biomarcadores” específicos ni tratará de detectar peces alienígenas en las profundidades marinas.
Su misión es aprender más sobre las posibilidades de habitabilidad que futuras misiones podrían investigar con más detalle.
Los científicos llevan mucho tiempo considerando la idea de colocar módulos de aterrizaje en una de las lunas heladas de Júpiter para perforar su corteza y llegar al agua que hay debajo.
Esto podría ocurrir algún día, quizá en la segunda mitad de este siglo.
La profesora Emma Bunce, directora del Instituto del Espacio de la Universidad de Leicester y co-investigadora del instrumento JUICE J-MAG, considera que la misión es crucial para comprender si alguna vez pudo existir vida más allá de la Tierra.
Lo hará observando de cerca las lunas de Júpiter cubiertas de océanos.
“La misión Juice representa el siguiente paso lógico en nuestra exploración de mundos potencialmente habitables en las zonas más lejanas del Sistema Solar”, explicó Bunce.
“La nave espacial Juice lo hará a través de múltiples sobrevuelos de [las lunas] Europa, Ganímedes y Calisto, y finalmente desde una órbita específica en Ganímedes hacia el final de la misión”, agregó.
Para el profesor Leigh Fletcher, quien participa en la misión Juice desde 2008 y es uno de los tres científicos interdisciplinarios de la misión, estamos frente a una investigación que podría tener profundas implicaciones.
“Juice proporciona un medio para explorar por primera vez el interior de mundos oceánicos potencialmente habitables de nuestro Sistema Solar, hasta los océanos profundos, oscuros y ocultos que podrían ser los lugares más adecuados para la vida en este sistema más allá de la Tierra”, explicó.
“Si Juice puede revelar que estos mundos helados distantes proporcionan entornos genuinamente habitables, entonces tiene profundas implicaciones para la búsqueda continua de vida”.