En lo que va del año, la industria despidió a casi 140.000 trabajadores. La suba de tasas de los bancos centrales complica a unicornios, startups y fintech por la falta de financiamiento. Los expertos prevén un 2023 recesivo.
En lo que va del año, se calcula que la industria de la alta tecnología despidió a casi 140.000 empleados, según un informe del portal Layoffs, que releva a 863 compañías del sector. Se trata de una tendencia global y que impactó en el país. Con matices, la lista del ajuste incluye a gigantes como Twitter, Facebook, Amazon, Microsoft, Google y Oracle. Y también a unicornios argentinos (entre ellos Ualá, TiendaNube, Etermax y Digital House) y sobre todo a empresas del mundo cripto, como Bitso, Lemon Cash y BuenBit.
La ola no es generalizada, pero golpea a empresas y startups que dependen de capitales para crecer o sobrevivir. El Nasdaq (el índice que agrupa a las principales tecnológicas) refleja en gran medida las dificultades del momento: “Desde el 27 de diciembre de 2021 (cuando alcanzó su segundo valor máximo en la historia) hasta ahora, muestra una caída del 30,6%”, explica Damián Vlassich, analista de IOL (Invertir Online).
El derrumbe de las cotizaciones remite al furor y la crisis las “puntocom” de fines de los 90. En aquel período, el Nasdaq trepó sin parar hasta setiembre de 2000 y desde allí desbarrancó. “Pasado un año, el índice registró una caída del 64%”, recuerda Vlassich, como para distinguir ambos momentos. Hay otro aspecto clave a tener en cuenta, ya que hay muchas empresas tradicionales que se vieron obligadas a recortar sus plantillas.
Por ejemplo, Wells Fargo achicó su división hipotecaria. Barclays despidió a unos 200 trabajadores el mes pasado, lo mismo que Goldman Sachs, Morgan Stanley y el Citigroup, todas firmas muy valoradas en Wall Street. Walmart echó empleados corporativos, pero no aplicó ajustes en sus depósitos y supermercados. Trascendió además que PepsiCo está despidiendo cientos de trabajadores, al igual que General Motors y Ford. “Esta clase de anuncios están apareciendo con más frecuencia”, dice Diego Martínez Burzaco, de Inviu.
Para muchos, son todas señales que anticipan un enfriamiento de la economía mundial. El economista especializado en comercio internacional Marcelo Elizondo dice que en EE.UU. solo las grandes compañías están despidiendo personal, “en parte, por la desaceleración global y parte porque sus modelos laborales son anticuados y tienen más trabajadores de los necesarios”, dice. También menciona que en Norteamérica y en muchos países europeos tienen un marco regulatorio más flexible “y contratar y despedir es algo natural”.
Pero los temblores son notorios y no se prevén cambios significativos para 2023. “El escenario no deja de ser desafiante, especialmente en el rubro tecnológico. Los CEO de compañías de EE.UU. como JP Morgan, General Motors o Walmart son cautelosos y mencionan que las altas tasas de interés, sumadas a la elevada inflación y las crecientes presiones geopolíticas, aumentan las probabilidades de tener un próximo año de recesión”, resume Vlassich.
El consultor Enrique Carrier coincide, pero agrega que hay otra tendencia importante: “Muchas empresas occidentales -subraya- están migrando su producción de China a otros países” debido a sus políticas restrictivas para frenar los contagios de Covid. Para Carrier, lo más preocupante es que el país asiático (el mayor productor de chips del mundo) “dejó de ser un país confiable para hacer negocios”.
The Wall Street Journal informó la semana pasada que Apple busca trasladar parte de su producción fuera de China, y aconsejó a sus proveedores que ensamblen sus productos en mercados como India y Vietnam para diversificar sus cadenas de suministro. Sin ir más lejos y por el mismo motivo, Samsung inauguró una planta para producir chips en Egipto, a fin de complementar el abastecimiento en los mercados globales.
Esos reacomodamientos dificultan las proyecciones para los fabricantes tecnológicos. El cambio de fondo es que los tiempos del dinero abundante por la alta emisión monetaria se terminaron con la pandemia y la suba de tasas de los bancos centrales. La Fed (la Reserva Federal norteamericana) la mantuvo en 0,25% durante casi dos años y en 2022 la fue elevando hasta ubicarla en 4%, con el objetivo de combatir una inflación anual que hoy ronda 8,2%.
“Esto impacta en la economía global y a Europa con más fuerza. Se espera lo peor para el primer semestre del año próximo”, explica Martínez Burzaco. El experto señala que las tecnológicas son las más golpeadas “porque tomaron mucho personal en la pandemia”. Un error de cálculo muy extendido. Inversores y empresas creyeron que muchos hábitos de consumo (compras online, pagos electrónicos) iban a continuar creciendo en la “nueva normalidad”.
Lo mismo ocurre con muchas startups, fintech y negocios del universo cripto, que lograban financiar su crecimiento sin dificultades. El mes pasado varias anunciaron despidos en la Argentina, entre ellas Ualá, TiendaNube, Etermax (la creadora de Preguntados), las mexicanas Kavak y Bitso, y la plataforma cripto Lemon Cash. Se estima que cerca de 500 personas perdieron sus trabajos.
“Ahora se empieza a distinguir a aquellas compañías que tienen un negocio sustentable, respecto de aquellas que gastaron miles de millones de dólares cuando el dinero era gratuito, prácticamente. Gastar dinero ajeno es fácil”, dijo días atrás a Clarín el presidente de Mercado Libre, Juan Martín de la Serna
La caída de FTX, otro escándalo, y van…
A principios de noviembre y acosada por los retiros masivos de fondos, la segunda mayor plataforma de cripto global, FTX, se declaró en quiebra y su CEO y fundador, el californiano de 30 años Sam Bankman-Fried, presentó su renuncia luego de pedir disculpas. “Lo siento, yo debería haberlo hecho mejor”, dijo el empresario, que hasta la semana pasada era considerado casi un evangelista por los fanáticos de las criptomonedas.
El derrumbe de FTX expuso una vez más las dudas que sobrevuelan en el mercado de las criptomonedas, en especial el bitcoin. El criptoactivo más famoso cotiza en torno a los US$ 17.000, luego de alcanzar los US$69.000, su valor máximo histórico. El colapso de FTX produjo un verdadero terremoto en un sector que casi no cuenta con regulaciones que respalden a inversores y ahorristas.
Varias empresas del rubro que operan en el país anunciaron recortes de gastos y despidos de personal. La pionera en ese sentido fue BuenBit, una startup que echó a la mitad de sus empleados. A esa le siguieron la mexicana Bitso y Lemmon Cash, de origen argentino. Las compañías justificaron el ajuste por la falta de financiamiento, la suba de tasas y la desaceleración global de la economía.
Bitso tenía 600 empleados a nivel global. La plataforma tiene su casa matriz en México, pero también opera en Brasil, Colombia y la Argentina Semanas atrás informaron el despido de 150 personas. “Entendemos que estas empresas, con más o menos anabólicos, somos startup, que no somos rentables y que dependemos del ingreso de capitales. Este año, los fondos de inversión nos piden reducir costos y que la prioridad hoy es generar ganancias”, dijo una fuente de la compañía a Clarín.
El mercado de las criptomonedas genera, una vez más, mucha preocupación por parte del público en general, pero también por las máximas autoridades regulatorias de los países centrales. No es la primera vez que ocurre. La jefa del Tesoro de los Estados Unidos, Janet Yellen y la titular del Banco Central europeo, Christine Lagarde, anunciaron que están estudiando medidas para controlar ese negocio.
A inicios de diciembre, el Premio Nobel de Economía, Paul Krugman, publicó una nota titulada “Blockchains, ¿para qué sirven?” , en la que pone la lupa no sólo en las inconsistencias del bitcoin sino también en la tecnología que lo sustenta. Krugman sostuvo que las criptomonedas no están atravesando un “invierno criptográfico” como muchos analistas describieron el último derrumbe del bitcoin.
Krugman puso en duda a toda la tecnología del blockchain: “La razón original de bitcoin era que eliminaría la necesidad de confianza: no tendría que preocuparse de que los bancos se llevaran su dinero o de que los gobiernos inflaran su valor”, explicó.
Pero al mismo tiempo, recordó la escandalosa caída de FTX y las consecuencias que trajo para todo el sector. “Se suponía que ofrecía una forma más segura y de menor costo para realizar un seguimiento de las transacciones”, ironizó el economista. Por otro lado, subrayó que diferentes proyectos de blockchain están derrapando.
En ese sentido, utilizó los ejemplos de la firma Maersk, Amazon Web Services y la Bolsa de Valores de Australia, que según Krugman demuestran que “el romance con la alta tecnología” terminó.
Antes del colapso de FTX, Sam Bankman-Fried llegó a tener una fortuna estimada en US$ 15.000 millones. FTX rivalizaba con Binance, la más grande del mundo, que tuvo un rol clave en la caída. En medio de la corrida, la compañía anunció su interés en comprarla y horas después lo descartó. Luego de la caída, Bankman Fried se radicó en Bahamas.