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¿Máquinas conscientes? Ni siquiera está claro qué es la consciencia humana

Análisis de mamografías para afinar en la detección precoz del cáncer, reconocimiento facial, traducción de textos instantánea, bots conversacionales. Toda esta tecnología tiene detrás inteligencia artificial, cada vez más cotidiana, pero ¿hasta dónde llegarán los algoritmos? ¿Serán inteligentes? ¿Y conscientes?

Más bien no. Lo que es artificial está claro, pero no tanto lo que es la inteligencia ni la consciencia en el ser humano, detallan expertos, que ven alrededor de los augurios de la inteligencia artificial (IA) cierta exageración alimentada por el imaginario colectivo y por los intereses de determinadas tecnológicas.

Desde la digitalización, proliferación y revolución de los datos, la IA está cada vez más extendida, pero su presencia es más sutil que lo que nos enseña el cine o la literatura.

“Uno de los mayores problemas que tiene la IA es la idea equivocada que ofrece la ciencia ficción”, señala José Manuel Molina López, de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), quien recalca lo complicadísimo que es lograr por ejemplo que un robot mueva las manos.

Este profesor del departamento de Ciencias de la Computación explica que, si bien la inteligencia “es algo muy abstracto”, sí hay consenso en el sector sobre qué es la IA: algoritmos que sirven para resolver problemas de una manera muy parecida a como lo haría un humano.

El pasado 11 de junio el ingeniero Blake Lemoine hizo pública una transcripción de una conversación que mantuvo con LaMDA, el sistema de inteligencia artificial de Google, y afirmó que este había alcanzado la consciencia; la compañía finalmente lo despidió.

Google sostiene que sus sistemas imitan intercambios conversacionales y pueden hablar sobre diferentes temas, pero no tienen consciencia, y que cientos de sus investigadores e ingenieros han conversado con LaMDA llegando a una conclusión distinta a Lemoine.

“La consciencia humana sigue siendo un misterio”, asevera Álex Gómez-Marín, físico teórico y neurocientífico del Instituto de Neurociencias de Alicante: “no hay unanimidad en la definición de consciencia, hay tantas definiciones y teorías como cepillos de dientes, cada uno tiene el suyo y nadie quiere usar el del otro”.

La consciencia es la experiencia subjetiva que todos tenemos y el gran reto para conocerla científicamente es cómo medirla en el laboratorio, subraya el investigador, para quien esta va más allá de la neurociencia; por ejemplo, las humanidades también la abordan.

Además, su estudio es un campo muy joven. Las teorías sostienen que distintas zonas del cerebro juegan un papel importante para sostenerla: hay algunas que dicen que tiene que ver con la parte frontal mientras que otras hablan de la parte de atrás del cerebro.

“Si bien se ha avanzado mucho en los últimos 30 años, el estudio de la consciencia aún está en su adolescencia”.

Entonces ¿por qué hay quien habla de una IA consciente? Gómez-Marín ve mucha profecía en esto y “mucho humo caro”.

Una cosa -argumenta- es que la tecnología vaya a avanzar exponencialmente y otra distinta decir que las máquinas se harán humanas; “a día de hoy solo imitan. Para un futuro tendería a pensar que las máquinas no tendrán consciencia, cada vez nos imitarán mejor, pero nunca se convertirán en el original”.

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