Después de muchos giros y vueltas, y más de dos años y medio de revisión, el gobierno de Canadá aprobó una nueva ley que obliga a los gigantes tecnológicos como YouTube y TikTok a apoyar el contenido cultural canadiense.
La ley, denominada C-11, otorga a la Comisión Canadiense de Radio, Televisión y Telecomunicaciones (CRTC) amplia autoridad para regular estas plataformas, al igual que lo hacen con la radio y la televisión.
El gobierno dice que es necesario promover a los artistas locales y evitar que los gigantes del streaming tengan carta blanca para la difusión de su contenido.
Aunque no está claro cómo serán las regulaciones finales, la ley ha provocado la ira de todos, desde tiktokers hasta la popular autora Margaret Atwood.
Con un gigante cultural global justo al sur de la frontera, los canadienses han lidiado durante mucho tiempo con la cuestión de cómo asegurar que el contenido local, como la música y la televisión, no se vea ahogado por el brillo y el glamour de su competencia estadounidense.
Desde la década de 1970, la CRTC ha estado a cargo de regular a las emisoras, incluido el establecimiento de cuotas para la cantidad mínima de contenido canadiense que debe reproducir una estación de radio o televisión, así como exigir a las emisoras que gasten al menos 30% de sus ingresos en la producción de contenido canadiense.
Apodado “CanCon”, el complejo sistema ayudó a impulsar algunas de las mayores exportaciones culturales del país, incluidos artistas como Celine Dion y Drake, y el programa de comedia Kids in the Hall.
Sin embargo, en el siglo XXI los canadienses dejan que los algoritmos de Spotify, YouTube y TikTok elijan por ellos. Estas compañías de Silicon Valley no tenían que cumplir con las mismas reglas de contenido canadiense, un vacío que según el gobierno se cierra con el proyecto de ley C-11.
“La transmisión en línea ha cambiado la forma en que creamos, descubrimos y consumimos nuestra cultura y es hora de que actualicemos nuestro sistema para reflejar eso”, dijo el gobierno en un comunicado.
Desde el principio, las grandes plataformas tecnológicas, como YouTube y TikTok, se opusieron fuertemente a la ley y presionaron al gobierno.
En un comunicado dirigido a la BBC, YouTube dijo estar “decepcionado” con la legislación. Sin embargo, aseguró que “seguirá apoyando a nuestros creadores y usuarios en los próximos pasos de este proceso”.
El problema con el proyecto de ley C-11 es una cláusula que requeriría que los transmisores, incluidas las redes sociales como YouTube y TikTok, “promuevan y recomienden claramente la programación canadiense, tanto en los idiomas oficiales como en los idiomas indígenas”.
Los expertos dicen que podría crear un sistema en el que los youtubers canadienses tengan que demostrar que son lo suficientemente canadienses para ser vistos.
Este sistema, llamado “MAPL”, ya existe para los músicos. Asigna puntos a una canción según la nacionalidad de su cantante, productor, letrista y otros factores. Los entresijos de quién es canadiense molestaron tanto al famoso cantante canadiense Bryan Adams que en 1992 se lamentó: “Nunca escucharías que se declarara a Elton John no británico”.
La llegada de los algoritmos solo ha hecho que el problema sea más complicado. Cada vez que los usuarios consumen algo, eso le dice al algoritmo más sobre lo que les gusta. A cuanta más gente le gusta algo, mayor audiencia obtiene el producto.
Pero para promover el contenido canadiense, las plataformas tendrían que cambiar los algoritmos.
De manera superficial podría parecer que este modelo daría una ventaja a los influencers canadienses. Pero algunos dicen que temen verse enredados en trámites burocráticos y que los cambios en el algoritmo podrían perjudicar en lugar de ayudar.
“Si ponen [contenido] artificialmente frente a personas que no lo quieren, iremos al abismo”, dijo Scott Benzie, director ejecutivo de Digital First Canada, una organización que representa a los creadores de contenido canadienses, quien se opuso al proyecto de ley y recibió financiación de YouTube.
El problema radica, dijo, en lo que sucede cuando el contenido se recomienda a alguien en función de la ubicación y no del interés.
Nathan Kennedy, un tiktoker que suele publicar sobre consejos de inversión para sus 520.000 seguidores, se ha convertido en uno de los muchos influencers que se opone al proyecto de ley.
“Entiendo la premisa de tratar de proteger la cultura canadiense, creo que la forma en que la abordan se basa un poco más en los medios tradicionales”, dijo. “Es como encajar un cuadrado en un círculo”.