El periódico estadounidense The Wall Street Journal reveló el domingo que la Academia China de Ingeniería Física (CAEP, por sus siglas en inglés) ha comprado sofisticados semiconductores fabricados por empresas estadounidenses como Intel y Nvidia al menos una docena de veces en los últimos dos años y medio, a pesar de estar en una lista negra de exportaciones de Estados Unidos desde 1997.
Según el informe, el principal instituto de investigación en materia de armas nucleares de China, cuyos físicos ayudaron a desarrollar la primera bomba de hidrógeno del país, adquiría los chips a revendedores locales.
Algunos se compraron como componentes de sistemas informáticos, y muchos de ellos fueron adquiridos por el laboratorio del instituto que estudia la dinámica de fluidos computacional, un amplio campo científico que incluye la modelización de explosiones nucleares, detalla el medio citando los documentos de compra correspondientes.
También se encontró que al menos 34 publicaciones de investigaciones realizadas por la CAEP en la última década hacían referencia al uso de semiconductores estadounidenses, tanto para el análisis de datos como para la generación de algoritmos. Según los expertos nucleares, en al menos siete de ellas, la investigación puede tener aplicaciones en el mantenimiento de reservas nucleares.
Las actividades de la CAEP —que fue una de las primeras instituciones chinas sancionadas por Washington para evitar que potencias extranjeras utilicen productos estadounidenses en la investigación de armas atómicas— ahora ponen de relieve el desafío al que se enfrenta la Administración del presidente Joe Biden, en su intento de “contrarrestar de forma más agresiva” la aplicación de sus productos informáticos por parte del Ejército chino, señala el periódico.
A pesar de que, en octubre, Estados Unidos amplió el ámbito de aplicación de su normativa sobre exportaciones de los chips estadounidenses y las herramientas para su fabricación, un gran número de semiconductores diseñados en la nación norteamericana se fabrican en el extranjero. Esto facilita que sigan vendiéndose en China a pesar de las restricciones occidentales.