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Medio Ambiente

Plaguicidas tradicionales y plaguicidas orgánicos

 

Los plaguicidas protegen a los productos agrícolas de especies indeseadas.

¿Qué son los plaguicidas?

Los plaguicidas, pesticidas o biocidas son tipos de compuestos químicos destinados a repeler, atraer, destruir, prevenir o combatir cualquier especie indeseable de plantas o animales.

Se utilizan durante las etapas de producción, almacenamiento, transporte y distribución de alimentos de origen agrícola, ya sean alimentos para humanos o animales. También se incluyen en los plaguicidas las sustancias que se le administran a los animales de cría para despojarlos de ectoparásitos (parásitos que viven en la parte externa del cuerpo de los animales).

En el término plaguicida no se incluye diversas sustancias de uso cotidiano en la industria agrícola, como diferentes fertilizantes, nutrientes, aditivos y medicamentos animales.

Sí se consideran plaguicidas los desecantes, los agentes defoliantes (sustancias que provocan que se desprendan las hojas de las plantas), productos que disminuyen la densidad de las frutas, sustancias que inhiben la germinación, sustancias que se le ponen a los alimentos durante la cosecha, almacenamiento y transporte para retardar su deterioro, y productos que regulan el crecimiento de las plantas. Las sustancias plaguicidas se utilizan para combatir a las más frecuentes plagas de las especies vegetales alimenticias, como pueden ser insectos, hongos, bacterias, moluscos, pequeños mamíferos, pájaros e incluso otras especies vegetales.

Sin llegar necesariamente a constituir venenos, estas sustancias pueden resultar perjudiciales tanto para el ser humano como para otras terceras especies, que las consumen inadvertidamente en los alimentos o sus productos derivados.

Desde tiempos tempranos se emplearon plaguicidas de diverso tipo en la industria agrícola moderna. En la década de 1980 ocurrió una verdadera explosión de plaguicidas que permitió el incremento de la producción agrícola mundial a niveles revolucionarios.

Relativamente económicos y muy efectivos, llegaron a usarse incluso como medida preventiva, sin esperar a tener señales de algún tipo de contaminación, lo cual condujo a un escenario catastrófico.

El mal uso de plaguicidas por un lado ocasionó importantes daños ecológicos que llevaron a la prohibición de muchos de ellos (como el DDT, diclo difenil tricloroetano). Por otro lado, condujo al surgimiento de plagas resistentes o nuevas plagas agrícolas distintas, como ciertas especies de ácaros.

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Tipos de plaguicidas

Existen diversos tipos de pesticidas, generalmente ideados para atacar a un tipo específico de plaga, ya sea animal, microbiana o vegetal. En base a este propósito, podemos clasificarlos en:

  • Alguicidas. Retrasan el crecimiento o impiden la aparición de algas.
  • Antimicrobianos. Destruyen gérmenes y microbios vegetales, especialmente bacterias y virus.
  • Desecantes. Ocasionan la pérdida de agua de ciertos tejidos vegetales, secando así las plagas de origen vegetal.
  • Defoliantes. Causan que ciertas especies vegetales pierdan sus hojas, impidiéndoles así la fotosíntesis.
  • Bombas contra insectos. Aniquilan insectos. Son conocidas en inglés como “foggers” porque se aplican desde aviones o drones y crean una especie de neblina (fog) sobre el cultivo.
  • Herbicidas. Matan las hierbas o especies vegetales indeseadas que proliferan en las áreas de cultivo, compitiendo con las especies agrícolas.
  • Molusquicidas. Ocasionan la desecación de las babosas y otros moluscos.
  • Reguladores del crecimiento de insectos. Inhiben determinados pasos en el circuito reproductivo de los insectos.
  • Raticidas. Matan ratones, ratas y otros roedores similares.
  • Antimicóticos o fungicidas. Impiden la aparición de hongos o los eliminan de los frutos y las plantas.
  • Repelentes. Recubren las especies protegidas y les confieren un olor y sabor desagradable que aleja a las pestes comunes.
  • Pesticidas sinérgicos. Potencian y maximizan la efectividad de otros plaguicidas.

Según la magnitud del daño que pueden causar al ser humano, los pesticidas también se pueden clasificar en:

  • Peligrosidad baja. No implican daños considerables al ser inhalados, ingeridos o al entrar en contacto con la piel.
  • Tóxicos. Implican un daño considerable al ser inhalados, ingeridos o al entrar en contacto con la piel.
  • Nocivos. Implican un daño grave que puede dejar secuelas crónicas o incluso provocar la muerte al ser incorporados al organismo humano por las vías descritas en los puntos anteriores.
  • Extremadamente tóxicos. Implican un daño muy grave, de tipo agudo, que puede provocar la muerte en poco tiempo.

También se pueden diferenciar según la forma en que se aplican a los determinados cultivos o animales. En este sentido pueden ser:

  • Gases
  • Aerosoles
  • Polvos
  • Tabletas o pastillas sólidas
  • Líquidos

Riesgos de los plaguicidas

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Los plaguicidas pueden dañar a especies benignas e incluso al ser humano.

El uso de estos productos plaguicidas implica ciertos riesgos. Entre ellos, podemos enumerar los siguientes:

  • Deterioro de especies benignas. Debido a su uso indiscriminado a lo largo de grandes extensiones de cultivo, los plaguicidas pueden ocasionar la muerte de especies inocuas o incluso benignas para el cultivo, haciendo daños ecológicos enormes al medio ambiente y, en ocasiones, incluso fomentando accidentalmente el surgimiento de nuevas plagas por ausencia de depredadores
  • Daños permanentes al organismo humano. Las trazas de estos productos que en ocasiones pueden hallarse en los alimentos, en el agua de los ríos y lagos (o aguas provenientes de depósitos subterráneos contaminados) o incluso inhalados directamente del aire, pueden causar distintos tipos de daños a las personas. De acuerdo al daño causado, los plaguicidas pueden ser:
    • Cancerígenos. Causan distintos tipos de cáncer y/o leucemia.
    • Neurotóxicos. Ocasionan daños directos al cerebro o al sistema nervioso central.
    • Teratógenos. Causan deformaciones en los fetos y daños en los bebés en crecimiento, y dañan además el sistema reproductivo de las personas.
    • Asfixiantes. Ocasionan daños en el sistema respiratorio y pueden inducir a la asfixia o la insuficiencia pulmonar.
  • Contaminación de los alimentos. Dado a su uso abundante a lo largo de distintas etapas de la cadena productiva, es posible que los alimentos destinados al consumo del ser humano o de los animales contengan trazas de variable concentración de estos productos tóxicos.

Plaguicidas y pesticidas

Los términos plaguicidas y pesticidas son sinónimos en español. El primero proviene de “plaga” y el segundo de “peste”. La palabra “plaga” implica una invasión de organismos dañinos. Los palabra “peste” remite a una enfermedad contagiosa. Ambos términos, son para efectos agrícolas, son totalmente iguales.

Plaguicidas y fertilizantes

pesticida plaguicida fertilizante
Los fertilizantes son aditivos que favorecen el crecimiento de las plantas.

A diferencia de los plaguicidas, los fertilizantes son sustancias destinadas a mejorar o potenciar el crecimiento y la producción de las especies vegetales agrícolas. Usualmente consisten en sustancias añadidas al suelo o al agua que brindan a las plantas un plus de nutrientes para acelerar su crecimiento, suplir las carencias de nutrientes del suelo o impulsar la producción frutal.

Sin embargo, los fertilizantes también son sustancias, en muchos casos, de origen inorgánico y capaces de causar daños diversos. Su uso excesivo puede destruir la planta que intenta alimentar, haciendo que el suelo endurezca demasiado para sus raíces o modificando los niveles de sustancias químicas propias del suelo.

Además, el exceso de fertilizantes es lavado por las lluvias o las aguas y suele desembocar en ríos, lagos y mares, donde añade un componente inusual a la disponibilidad de nutrientes, generando crecimientos anormales de algas y otras especies vegetales.

Esto puede conducir a crisis ecológicas que llevan a crisis alimenticias o turísticas, como lo que ocurre con el sargazo en la Península de Yucatán, en México.

Plaguicidas orgánicos

Los plaguicidas orgánicos o biopesticidas son aquellos que son extraídos de fuentes naturales, como otras plantas, o minerales abundantes, es decir, no provienen de un laboratorio. Tienen un impacto mucho menor en el ecosistema, aunque no necesariamente acarrean menores riesgos para la salud humana, por lo que también requieren un manejo escrupuloso.

Este tipo de pesticidas suele tener un efecto más limitado, una actuación más lenta y menores problemas de presencia residual, por lo que muchas veces no son escogidos en lugar de los pesticidas tradicionales.

Además, en lugar de erradicar las poblaciones de plagas, suelen más bien mantenerlas bajo control, dentro de parámetros mínimamente aceptables, que causen un mucho menor daño en el balance ecológico de las especies.

Algunos de estos biopesticidas pueden ser de origen microbiano y, en ocasiones, son simplemente especies depredadoras de las plagas, que se ocupan de mantener controlado su crecimiento, sin poner en riesgo otras especies benignas.

 

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