Attal, con 34 años, es el primer ministro más joven de la historia moderna de Francia, siendo más joven que el socialista Laurent Fabius, quien fue nombrado por François Mitterrand en 1984 a los 37 años.
Attal reemplaza a Élisabeth Borne, que renunció tras 20 meses en el cargo. A lo largo de ese tiempo, Borne se enfrentó a la falta de mayoría de su partido en el Parlamento francés.
Gabriel Attal, quien era ministro de Educación, es sin duda un nombramiento llamativo. Es él quien tendrá la tarea de liderar al gobierno en medio de las elecciones al Parlamento Europeo de junio.
El ascenso de Attal ha sido rápido. Hace diez años era un oscuro asesor en el Ministerio de Salud y un miembro con carné de los socialistas.
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También será el primer ocupante del Hôtel Matignon, la residencia oficial del primer ministro de Francia, abiertamente gay. De hecho, es pareja de otro joven prodigio de Macron, el eurodiputado Stéphane Séjourné.
Los motivos de su designación
Dadas las dificultades del segundo mandato del presidente -y el creciente desafío de la derecha nacionalista- ¿será suficiente con ser “llamativo”?
Guapo, joven, encantador, popular y convincente, Attal llega al cargo con un aura de gloria, ogual que su mentor y modelo, el propio presidente.
Como muchos de los miembros exitosos de su generación, Attal se inspiró en la idea de Emmanuel Macron de romper con la vieja división izquierda-derecha y reescribir los códigos de la política francesa.
Tras la elección de Macron en 2017, Attal se convirtió en diputado. Fue allí donde su inteligencia como polemista -sin duda el mejor de los neófitos macronistas- llamó la atención del presidente.
A los 29 años, se convirtió en el ministro más joven de la historia de la V República con un puesto menor en Educación y a partir de 2020 fue portavoz del gobierno.
Desde ese momento, su cara empezó a ser conocida entre los votantes. Tras la reelección del presidente Macron, Attal fue brevemente ministro de Presupuesto y luego asumió en Educación en julio pasado.
Fue desde ese lugar que Attal le confirmó al presidente que tiene lo que hay que tener para ocupar el cargo de primer ministro, al actuar con determinación para terminar con la disputa sobre las túnicas musulmanas simplemente prohibiéndolas en las escuelas.
Dirigió una campaña contra el acoso escolar, del que él mismo fue víctima, según dice, en la elitista escuela alsaciana de París y se enfrentó a los poderosos del sistema educativo con su propuesta de experimentar con el uniforme escolar.
Y, al mismo tiempo, consiguió ir en contra de la tendencia haciéndose popular entre el público.
Las encuestas muestran que Attal es el funcionario más admirado del gobierno de Macron, al mismo nivel que la principal enemiga del presidente, la nacionalista Marine Le Pen y el joven Jordan Bardella.
Y ahí, por supuesto, está el meollo del asunto.
Los desafíos de Attal
Al elegir a Attal de su grupo de ministros, Macron se saca un as de la manga. Pero, ¿funcionará?
El interminable proceso de nombramientos -todos sabían que se iba a producir una reorganización, pero no que tardaría una eternidad- demuestra que si Macron es consciente de la debilidad de su posición actual, ha estado también metido en un profundo estado de incertidumbre sobre cómo resolverla.
Más de un comentarista ha señalado la obviedad de que lo que los votantes quiere ahora no es tanto una reorganización de las caras en la cúpula sino un nuevo sentido de finalidad de la presidencia de Macron.
Pero tal y como están las cosas, Attal se enfrentará exactamente a los mismos problemas que su sufrida predecesora Élisabeth Borne.
Por un lado, una oposición de extrema derecha que gana en popularidad y que parece que se impondrá fácilmente en las elecciones europeas de junio.
Por el otro, una Asamblea Nacional sin mayoría para el gobierno, lo que pone trabas a la sanción de nuevas leyes. Y un presidente que parece incapaz de definir los objetivos de su segundo mandato.
Además, el nuevo primer ministro tendrá su propio problema: imponerse a pesos pesados como Gérald Darmanin y Bruno Le Maire.
Y cuál es el plan es la pregunta que algunos se hacen, si el partido de Macron pierde ampliamente en las elecciones europeas como parece que va a suceder.
Por lo general, ese sería el momento de sustituir al primer ministro para dar un nuevo impulso a la segunda mitad del mandato. Pero esa carta ya se ha jugado.
En ese caso, ante una eventual derrota del gobierno en junio, Gabriel Attal corre el riesgo de quedar a la deriva como un perdedor desacreditado.
Incluso los miembros de la oposición reconocen que es una persona destacada, respetada y querida en la Asamblea Nacional.