El pasado domingo 12 los catalanes iban a votar y se encontraron con que un gigantesco robo de cobre les dejaba casi sin Rodalies, sus trenes de cercanías. Era el enésimo robo. El siguiente fue el martes pasado, esta vez en la provincia de Lleida. Días antes, los Mossos d’Esquadra detuvieron a ocho personas que integraban un presunto grupo criminal especializado en el robo de cobre a empresas de Cataluña.
Pero no es que el cobre usado en las infraestructuras catalanas sea mejor. El robo de cables de este mineral se da en toda España. Sin ir más lejos, en abril, la Guardia Civil detuvo en León a siete personas acusadas del robo de 250 kilos de cableado de cobre en las obras del AVE que se llevan a cabo en el término municipal de La Pola de Gordón.
Los robos de cable de cobre no dejan de aumentar y el sector ferroviario es uno de los más afectados. Según Adif, en 2022 hubo 72 sustracciones, 151 en 2023 y en los cuatro primeros meses de 2024 ya van 46. Y sí, la mayoría de robos de cobre en la red de Cercanías y Regionales ocurre en Cataluña.
De los 11.151 actos actos vandálicos contra la seguridad de la vía que recoge el Ministerio de Transportes, el 52% fue en infraestruccturas catalanas. Por ciudades, en Barcelona se dio el 32,5% de los casos, en Madrid el 11,4%, en Tarragona el 10% y un 8,5% en Girona.
Los robos de cobre son una constante. ¡Ni que fuera oro! O de otro, modo, ¿tanto vale el cobre para que haya bandas organizadas dedicadas sistemáticamente al robo de cobre? No vale lo que el oro, pero el cobre está este 2024 en máximos históricos.
