Los peces gigantes de agua dulce figuran entre los animales más amenazados de la Tierra. Pero en los exuberantes cursos de agua del Amazonas, un leviatán nada contra la corriente.
Te presentamos al arapaima o pirarucú (Arapaima gigas), un pez capaz de crecer hasta tres metros y pesar hasta 226 kilos. Hace poco más de una década, esta popular especie de pescado estaba a punto de extinguirse, devastada por la sobrepesca. Pero los esfuerzos de conservación encabezados por las comunidades locales han cambiado la situación del arapaima y sus poblaciones han aumentado espectacularmente en todo el Amazonas.
En las zonas donde las comunidades han adoptado prácticas pesqueras sostenibles, el número de arapaimas aumentó un 425% en 11 años, según las investigaciones de João Campos-Silva, ecologista brasileño y National Geographic Explorer. Forma parte de la Expedición Amazónica de National Geographic y Rolex Perpetual Planet, una exploración científica de dos años de la cuenca del río. Desde entonces, la cifra ha aumentado hasta el 600%, aunque los resultados aún no se han publicado, afirma.
Hasta la fecha, Campos-Silva ha trabajado con unas 40 comunidades a lo largo del río Juruá, un importante afluente del Amazonas que atraviesa en su mayor parte selva virgen en el oeste de Brasil. En todo el Amazonas, unas 1100 comunidades han adoptado iniciativas de conservación de este pez, del que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza tiene datos insuficientes.
El resurgimiento del arapaima es un triunfo de la conservación que puede servir de modelo para salvaguardar otras especies acuáticas de gran tamaño en la Amazonia y en todo el mundo, afirma. Y pone de relieve el papel crucial de las comunidades locales en el éxito de los esfuerzos de conservación.
“Durante muchas, muchas décadas, la gente ha estado buscando en el exterior soluciones a los problemas de la Amazonia, pero la historia del arapaima demuestra que las respuestas están a menudo en manos de la población local y de las comunidades que viven en la selva”, dice Campos-Silva; “ellos son los guardianes del conocimiento”.
La cuenca amazónica de Sudamérica, cuyo 60% se encuentra dentro de las fronteras de Brasil, tiene aproximadamente el tamaño de Estados Unidos y alberga a decenas de millones de personas, entre ellas unos 400 grupos indígenas. La cuenca está surcada por miles de ríos con más especies de peces que cualquier otro sistema fluvial de la Tierra.
En Brasil, el arapaima, el pez de agua dulce con escamas más grande del mundo, se conoce como “pirarucu”, palabra de la lengua aborigen tupí que se traduce como “pez rojo” por el color rojizo de su cola. El arapaima, que merodea por los lagos y pantanos de la región, es un depredador que respira aire y sólo puede permanecer sumergido entre 10 y 20 minutos, antes de volver a la superficie para respirar gracias a una vejiga natatoria especializada parecida a un pulmón.
Este comportamiento hace que los arapaimas sean fáciles de capturar. Según un estudio de 2014, su demanda para el consumo provocó una grave sobrepesca que agotó sus poblaciones en tres de las cuatro comunidades pesqueras estudiadas.