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Los líderes de la UE chocan con las reticencias de Meloni pero cierran la nueva estructura de poder para la próxima legislatura

“No hay Europa sin Italia”. Estas palabras del primer ministro polaco, Donald Tusk, sirven para resumir perfectamente la cumbre del Consejo Europeo de este jueves en Bruselas, que ha servido para desbloquear el reparto de poder en la UE para los próximos cinco años, después de chocar precisamente las reticencias de Giorgia Meloni. El acuerdo llegaba cerrado solo por populares, socialdemócratas y liberales, con un puzzle formado por Ursula von der Leyen para la Comisión Europea; Antonio Costa como nuevo presidente del Consejo Europeo, y Kaja Kallas como próxima Alta Representante. Con mayoría simple servía para refrendar el ‘paquete’, pero el tema se quedó para el último punto del cónclave.

La primera ministra italiana, descontenta por haberse quedado fuera de la negociación, posó un pie en Bruselas con cara de pocos amigos y tuvieron que ser sus colegas los que apaciguaran el ambiente entre las quejas de otro ‘marginado’ en las conversaciones, el húngaro Viktor Orbán. La derecha radical no se sentó en la mes en la que se repartió la tarta, pero eso no quiere decir que se vayan a quedar sin trozo. Ahora, salvadas las quejas el acuerdo ya es firme a falta de que Von der Leyen afronte la votación del Parlamento Europeo en el pleno de julio en Estrasburgo (Kallas también tendrá que pasar el filtro de la Eurocámara, pues su papel también incluye el de vicepresidenta de la Comisión).

La líder italiana también encontró buenas palabras por parte del canciller alemán, Olaf Scholz, quien entendió que había que escuchar las posiciones de Roma, pero recordó que el objetivo era “repetir la mayoría que ya sostuvo a Von der Leyen” durante su primer mandato. Para los liberales Mark Rutte y Alexander de Croo el pacto a tres bandas “es legítimo”; de hecho, no era necesaria la unanimidad para que las elecciones de los altos cargos salieran adelante. “Así funciona la democracia, la democracia no trata solo de bloquear sino de quiénes quieren trabajar juntos“, concluyó el aún primer ministro belga.

Meloni, eso sí, no lo puso tampoco fácil y marcó perfil propio en las votaciones de los tres altos cargos para dar una abstención a Von der Leyen y optar por el ‘no’ en los casos de Costa y Kallas, dejando meridianas las diferencias con el resto de socios y reivindicando su posición, aunque la no necesidad de una unanimidad hizo que no se diera un bloqueo. La cuestión ha sido puramente política, pues Orbán ha elegido un camino muy extraño: a favor del luso, contra Von der Leyen y se ha abstenido con la estonia.

De esta forma, los altos cargos quedarán repartidos como estaba previsto. Ursula von der Leyen, si acumula la mayoría necesaria en la Eurocámara, seguirá otros cinco años al frente de la Comisión, consciente eso sí de que los retos han cambiado. Tanto es así que el foco se pone ya innegablemente en la Defensa: avisó a los líderes de que la UE necesita invertir 500.000 millones de euros en diez años para reforzar el sector. El tema de la industria será fundamental para su nuevo lustro. Esto podría relegar a un segundo plano temas como el Pacto Verde, un área que aspira a liderar España de la mano de Teresa Ribera.

Nunca hubo dudas reales en torno a la continuidad de la dirigente alemana, pero sí con Antonio Costa, que será el nuevo presidente del Consejo Europeo; el ex primer ministro portugués ha sido elegido por los líderes -directamente, no necesita el filtro del Parlamento- y reemplazará a Charles Michel teniendo que capitanear a los jefes de Estado y de Gobierno en un momento en el que los balances de poder en los 27 se escoran hacia la derecha. Tendrá que dar por sentado Costa -como todos- que la próxima será una legislatura de mucha negociación. No pudo vetar estos nombramientos un Orbán que quiere su cuota de poder per ose ha quedado sin ella. “Veremos si no nos quedamos solos”, avisaba ya una fuente húngara en el momento en el que pacto final tomó forma.

El pack de altos cargos lo completa Kaja Kallas, que asumirá el papel de jefa de la diplomacia europea y que también tiene que pasar por el Parlamento Europeo, pues será además vicepresidenta de la Comisión. No quiso confirmar nada a su llegada al encuentro, pero su nombre también aparecía como inamovible; la apuesta mantiene un discurso duro respecto a Rusia en clara confrontación con el verso suelto de la cumbre, el Gobierno húngaro, que insistió en que ellos quieren “la paz en Ucrania” y son los únicos que apuestan por esa política. Considera Budapest que los planteamientos generales de la UE abocan a “más guerra”. Kallas lo ha dejado claro en los últimos años: la única opción es que Kiev gane el conflicto.

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